Manos Unidas de Huelva despide el año con mucha solidaridad

Redacción. Este año 2022 que acaba ha sido un año muy importante para Manos Unidas. No solo porque ha renovado por entero a sus representantes, nombrando a Rosario Montero como nueva delegada, sino que se ha desarrollado una importante labor de concienciación y de información sobre la realidad del tercer mundo, que a veces nos resulta tan lejana, pero que nos sirve para explicar por ejemplo, por qué tanta gente se juega la vida por llegar a nuestros países ricos, ante la violencia, el hambre y la persecución que viven en sus países.

Ha sido un año de visitar muchos colegios, institutos, asociaciones, hablando a los jóvenes de las necesidades de otros jóvenes.


Diputación de Huelva Turismo

En esa línea, y como ejemplo, en Punta Umbría, la delegación de Manos Unidas organizó una marcha en la que participaron cientos de jóvenes para hacer visibles a los más desfavorecidos. O en Beas y otros institutos de la provincia, Manos Unidas se dirigió a los escolares de la ESO para explicar sus últimos proyectos en Africa, Asia y América Latina, así como en zonas cada vez más cercanas a Europa, como Siria o Ucrania.

También ha sido un año de trabajo en las Hermandades, donde se ha querido trabajar codo a codo con ellas para que los pobres ocupen el primer lugar en su labor social.



Son innumerables las entidades privadas que se vuelcan con Manos Unidas, como la Caja Rural, el Puerto de Huelva, Puerto Antilla Gran Hotel, grupos de teatro de Aljaraque, coros, artistas, y cientos de empresas que viene colaborando desde hace años con esta ONG del desarrollo.

No se puede olvidar la labor ante las instituciones, participando en todo tipo de acciones y proyecto de cooperación y desarrollo, tanto con Diputación, como con los distintos ayuntamientos onubenses, y fuerzas vivas de la provincia que siguen apoyando a Manos Unidas en sus más de 64 años de historia.

Pero lo más importante en manos Unidas es su capital humano: Cientos de voluntarios (la mayoría mujeres) que han entregado su vida al servicio de aquellos de los que nadie se acuerda. En este sentido hay historias que merecen contarse, como la de Manola, representante de Manos Unidas en Alajar, que con sus 88 años aún participa en el Belén viviente de su parroquia junto con el resto de grupos y hermandades, haciendo presente, también, en Navidad a los más necesitados.

También está Inés, de Niebla, que a pesar de sus años (más de 80) y tras perder a su esposo tras una dura enfermedad, pone su grano de arena vendiendo velas navideñas en la iglesia de Santa María de la Granada. Muchas de ellas ni siquiera saben usar un móvil, pero tiran de sus hijos y nietos y se adaptan a las nuevas tecnologías, para que el mensaje de los más olvidados haya sonado con fuerza, también en este año 2022.



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