RFB. 150 años de vida cumple el Puerto de Huelva como institución en este 2023 que ya está a punto de llegar, y sobreviven dos de los colosos de hierro que se han erguido orgullosos en su interior desde el siglo XIX. Miles de historias sucedidas en tanto tiempo, personales y colectivas, vinculadas al mismo y conectadas con la ciudad. Ese poso existencial crea un imaginario que hace incuestionable la condición portuaria como fundamento identitario para Huelva.
Todo empezó para lo que hoy es la Autoridad Portuaria de Huelva en una modesta calle transversal al Paseo de la Independencia, cerca de La Merced. En la actual calle Amado de Lázaro, entonces calle de Sixto Cámara. Decimos modesta por pequeñita y en alguna medida distante de las más destacadas de entonces en la ciudad. Pero no era modesta, ni mucho menos, la convocatoria de sus participantes.
Allí se encontraban principales referentes como empresarios y personajes notables de la vida social onubense. Iban a dar un paso trascendental e iniciar una senda de liderazgo que hoy se mantiene al ocupar nuestro puerto el 5º lugar en el sistema nacional. Manuel Vázquez López, Francisco Jiménez Jiménez, Francisco de Paula García Ortiz,
Rafael de la Corte y Bravo, Guillermo Sundheim, Fernando de la Cueva, Vicente Mantilla, Valentín Cabo y Eduardo Díaz Gómez -este de Cádiz-. Ellos fueron los que dieron el ‘pistoletazo de salida’ para una trayectoria esencial que marcaría el desarrollo de Huelva.
Y encontramos un pequeño misterio en relación a esa reunión. A tenor de lo que señala Ana María Mojarro en su tesis sobre la historia del Puerto de Huelva (2007), y que suponemos que provendrá del acta fundacional, correspondiente a esa reunión, como decimos esta se produjo en el nº 10 de la calle se Sixto Cámara, que antes de 1868 se había llamado calle de ‘Medio Almud’.
En 1873, en el padrón, sin embargo, aún aparecía con aquel nombre de Medio Almud. Pues bien, en esa casa y en esa fecha no residía ninguno de los firmantes del acta, sino una familia encabezada por Diego Muñoz, un anciano labrador que convivía con dos parejas y los cuatro hijos (seguramente sus nietos) de una de ellas. Por las edades ambas parejas posiblemente eran las formadas por dos hijas y sus correspondientes yernos. Uno de estos era, curiosamente, marino, Francisco Pérez Díaz.
¿Cúal sería la razón de que esa estratégica reunión se celebrase en esa modesta calle y en una casa que no era ninguna de las de los intervinientes? Ana Mojarro, en la referida tesis aporta otro dato, y es que previamente hubo una preparatoria el día 17 de noviembre “en la casa habitación de Manuel Vázquez López”, por invitación del mismo. ¿Por qué entonces la reunión definitiva no fue en el domicilio también del todopoderoso banquero Vázquez López, que vivía en la céntrica calle Monasterio nº11, la que luego sería rotulada con su propio nombre? ¿O en la de Sundheim?
Misterio aparte, lo que es verdad es que ese numero 10, de la que hoy se llama calle Amado de Lázaro de Huelva, fue el lugar del alumbramiento de esa determinante institución que entonces nacía. Una lástima, como de lamentable costumbre en esta ciudad, que no perdure el inmueble de entonces y pudiéramos aproximarnos a la escena en su espacio original.
Ese punto de partida, la constitución de la Junta Especial de Comercio y Puerto de Huelva, aquel 8 de diciembre de 1873, estaba llamada a consolidar una dinámica de desarrollo en el magnífico puerto natural onubense. Meses antes el Estado Español había vendido las minas de Río Tinto, el 14 de febrero. Como consecuencia, los ingleses iban a comenzar a construir el más característico de los ‘colosos de hierro’ de nuestro puerto de Huelva, el Muelle de su compañía, en la Ría del Odiel.
En ese momento, diciembre de 1873, ya estaba erigido y operativo el Muelle de la Cía. de Tharsis. Situado impresionante en el margen derecho del río, más al norte del ineficaz Muelle del Estado. Este modesto embarcadero público, el del Estado, había constituido la única instalación portuaria hasta 1871. Fue cuando el coloso de hierro que partía de Corrales empezó a funcionar. El coloso tharsileño, como un dragón, se dividiría posteriormente en dos cabezas, con la bifurcación en dos ramales a partir de 1923.
Los tres impresionantes muelles citados fueron de iniciativa privada, construidos por las referidas compañías mineras. La ingente actividad provincial en este sector a finales del XIX y principios del XX, impulsó la creación de la Junta que se reunió por primera vez aquel 8 de diciembre de 1873. Había dos razones básicas para afrontar los prolegómenos de una Junta de Obras del Puerto: la ausencia de muelles de carga y descarga; y el problema del calado para la navegación.
Hasta entonces la carga y descarga con los propios pescantes de los buques en embarcaciones auxiliares era algo antieconómico. Podría aceptarse para embarcaciones menores pero no para los grandes vapores que el vertiginoso crecimiento en la explotación minera estaba destinando al puerto onubense.
Y todo comenzó a funcionar. El 31 de enero de 1874 es aceptado en Madrid el Plan de Obras del Puerto de Huelva. Lo primero que se hizo fue afrontar el dragado del río Odiel. Como gran infraestructura más tarde, en 1881, se inició la construcción del Muelle Sur (finalizado en 1888), el cuarto de los ‘colosos de Hierro’ de Huelva en esta descripción que realizamos. Y en 1905 el Muelle Norte (finalizado en 1908), el quinto ‘coloso de hierro’ de nuestro puerto.
La resultante fue un puerto con una capacidad impresionante. Las minas de Río Tinto y Tharsis (Incluyendo a La Zarza y El Perrunal) con sus propios embarcaderos. Y el resto de las muy numerosas explotaciones de la provincia cargaban a través del Muelle Sur y Norte (posteriormente). Los minerales de estas eran traídos por la compañía de ferrocarril de Zafra a Huelva.
Aunque el Muelle Sur finalizó sus operaciones en 1912, dejando su funcionalidad en favor del más moderno Muelle Norte, como aquel no fue completamente demolido hasta 1935, durante unos años (a partir de 1923 con la bifurcación del de Tharsis) coexistieron en la ría las cinco soberbias estructuras. Esa realidad proporcionaba una espectacular imagen nunca repetida en ningún puerto del litoral español y, muy probablemente, en ningún lugar del mundo.
Las longitudes de los distintos ‘brazos’ que se adentraban en la ría, nuestros colosos de hierro de la Ría de Huelva, eran muy llamativas. El Muelle de Río Tinto tenía un total de 817 metros. El Muelle de Tharsis 809 metros en su ramal principal (el otro con una longitud parecida). Y el Muelle Sur 275 metros, y el Muelle Norte 450 metros. Las plataformas o zonas de atraque tenían, respectivamente, 180, 105, 155 y 250 metros de longitud. En total unos 1.400 metros de atraques teniendo en cuenta que los ‘colosos’ disponían de dos bandas cada uno. Una cifra nada desdeñable que podía suponer entre 15 y 20 vapores cargando mineral simultáneamente.
Estos muelles coincidieron con instalaciones portuarias menores antes de que se construyese el Muelle de Levante, el de ‘fábrica’. Estos fueron, en distintos momentos, el Muelle de Pasajeros, el Dique de la Cabilla y el Muelle de Larache.
Como señalábamos, en toda la costa española no ha habido instalaciones de tal naturaleza y envergadura como las de Huelva. La que se aproxima más, pero de forma modesta, es el llamado ‘Cable Inglés’ de Almería. Cuenta (aún perdura, como BIC también) una longitud total de 300 metros y una plataforma de unos cien metros. En La Coruña, así mismo, existieron dos muelles de hierro, pero aún menores, de 200 y 100 metros respectivamente.
Colosos de hierro en la Ría de Huelva.
1 comentario en «Los cinco Colosos de Hierro que se adentraban en la Ría de Huelva»
Muy completo artículo. Tal vez falta citar la autoría de una de las fotografías: la del Muelle de Riotinto de los años 1970, tomada desde el edificio de la plaza del 12 de Octubre en septiembre de 1971 por José R. Manzano.