Antonio Delgado Pinto. Torres de Almenara II. La semana pasada vimos las cinco torres almenara de la mitad este de nuestra costa, todas ellas en el término municipal de Almonte. Hoy echaremos un vistazo a las cinco restantes, es decir, las que se hallan en la mitad oeste del litoral: torre del Oro, torre Arenillas, torre Umbría, torre Catalán y torre Canela.
Las peculiaridades geodinámicas de nuestra costa han hecho que en la actualidad casi ninguna de las torres de almenara conserve la ubicación para las que en un principio fue pensada. Algunas han quedado en terrenos conquistados por el mar (Marijata, del Oro, Asperillo e Higuera) y otras tan alejadas de la costa que han perdido la visual playera (Canela, San Jacinto y Umbría). Si tenemos en cuenta que estas torres se construyeron en lugares aproximadamente equidistantes entre sí, solo habría que situar cada una de ellas en un mapa de la costa onubense para darnos cuenta de que hay huecos en los que no aparece ninguna. Tal como demuestran los estudios de los investigadores Juan Villegas y Antonio Mira, a día de hoy sabemos que no todas las torres proyectadas llegaron a levantarse, sobre todo por motivos económicos. Del mismo modo, es posible también que hubiera otras atalayas de vigilancia marítima o fluvial en lugares diferentes a los expuestos; por ejemplo, en un plano de la costa de Cartaya realizado en 1862 aparece una torre denominada del Terrón, a unos dos kilómetros y medio al norte de torre Catalán, en la margen derecha del río Piedras, de la que no queda ningún resto.
Las torres de almenara de nuestra costa presentan una serie de características comunes: fueron construidas con una planimetría semejante, aunque en realidad no hay ninguna exactamente igual a las demás, a base de sillares, ladrillos y piedra ostionera unidos con argamasa. Todas ellas tienen forma de tronco de cono, más o menos achatado, con un terrado o azotea superior que es donde se hacía la almenara o fuego para avisar a las torres colindantes y a la población del interior. Cada torre tiene una sola puerta, siempre en su cara norte (es decir, en el lado contrario al mar) y a unos cuatro o cinco metros del suelo, para dificultar su acceso.
Hay que recordar que solo dos de estas torres son visitables por dentro: torre Umbría y torre Canela.
TORRE DEL ORO
Está situada en los límites geográficos de los términos municipales de Palos de la Frontera, Moguer, Lucena del Puerto y Almonte, y fue probablemente una de las mayores almenaras de nuestro litoral.
Llamada originalmente torre del Río de Oro, en la actualidad el nombre se ha acortado a torre del Oro, habiendo incluso quien la llama torre del Loro. Está situada a siete kilómetros de la torre del Asperillo. Quedan varios trozos desgajados de la almenara en la línea de bajamar, algunos lienzos de los muros exteriores y parte de los cimientos. Eso hace particularmente hermoso este paisaje a cualquier hora del día y en cualquier época del año, siendo un lugar frecuentemente visitado y fotografiado por propios y extraños.
Como curiosidad, cabe decir que el pirata Morato Arráez tomó esta almenara en 1599 y tiró sus dos cañones al mar, donde quedaron bastantes años, a los pies de la torre.
La desembocadura del arroyo llamado Río de Oro y los embates del Atlántico pronto desestabilizaron la torre y, a pesar de los repetidos trabajos de consolidación de cimientos y recuperación de muros, la almenara quedó inservible un siglo después de su construcción.
TORRE ARENILLAS
Esta torre de almenara, situada en el término municipal de Palos de la Frontera, se levantó a veintidós kilómetros y medio de la anterior, esa elevada distancia hace pensar que no es descabellada la idea de que se proyectase (e incluso se levantase) la torre de Morla entre ambas.
Nunca tuvo guarnición y su misión era la vigilancia de las entradas hacia el interior por la desembocadura conjunta de los ríos Tinto y Odiel, para ello se levantó en la otra orilla de tierra firme la almenara de Umbría que veremos a continuación. Además, existió el proyecto de una almenara intermedia en la zona de la Cascajera, en la isla de Saltés, torre que nunca llegó a levantarse.
TORRE UMBRÍA
El aporte de arena de las mareas y los vientos en las playas de Punta Umbría han hecho que esta almenara haya quedado prácticamente en el centro de la localidad. Está situada a tres kilómetros y medio de la almenara anterior y, como ya se ha dicho, ambas vigilaban las desembocaduras de los ríos Odiel y Tinto.
Es la única de toda la cadena de almenaras onubenses que tiene una placa incrustada. Situada en la cara norte, sobre la puerta de entrada, dicha inscripción dice:
‘ESTA TORRE MANDO HAZER DON FELIPE TERCERO SIENDO JUEZ DE LAS TORES Y DE LAS DEMAS DEL MAR DEL ANDALUCIA EL LICENCIADO JU DEL AFUSTE HURTADO Y ALCA. ACABOSE AÑO DE 1714’.
Sin guarnición, es una de las pocas torres de nuestra costa que dispone de dos cámaras interiores superpuestas. Es una de las dos almenaras visitables.
TORRE CATALÁN
Situada en el término municipal de Lepe, es la más pequeña de nuestras almenaras. Sin embargo, su ubicación sobre el acantilado hace que su visual playera sea amplia y de largo alcance.
Los veintidós kilómetros que la separan de la anterior parecen una distancia demasiado grande, sin embargo, entre ambas existió la torre de Marijata en El Portil, de la que han quedado restos hasta hace solo unas décadas. De hecho, los marineros viejos de El Rompido me hablaron más de una vez de sus ruinas, conocidas por ellos como ‘la piedra gorda’, lugar que incluso podemos ver, si observamos con atención, en las fotos aéreas del Vuelo Americano de 1956. El desaparecido castillo de San Miguel de Arca de Buey en El Rompido completaba este arco de costa.
En los documentos de 1756 se dice que aquí había destinado un capitán nombrado por la marquesa de Astorga.
TORRE CANELA
A dieciséis kilómetros de la almenara anterior, se levantó esta que está situada en el término municipal de Ayamonte. Entre ambas existió la torre de Vaciatalegas en la costa de Isla Cristina. Conectaba al oeste con el castillo de Castro Marim, vigilando entre ambos lugares las costas y las entradas hacia el interior por el río Guadiana. Los significativos cambios del litoral en esta zona hicieron que solo dos siglos después de su construcción la torre quedase fuera de uso.
Sus casi dieciocho metros de altura la hacen la mayor de todas las torres onubenses, tiene dos cámaras superpuestas y su reciente restauración la ha hecho visitable.