León Brázquez reivindica el carácter social y onubense de ‘El metal de los muertos’

Imagen de la conferencia.
Panorámica del acto.

HBN. Los obreros, ni aquí ni en ninguna parte, deben pedir limosna, sino justicia; el que trabaja lo merece todo, y sería indigno aceptar como un favor lo que se puede exigir como un derecho”, con este contundente fragmento de El metal de los muertos, el periodista y bibliógrafo onubense,  Juan Carlos León Brázquez, cerró su Conferencia, en el Centro de la Comunicación Jesús Hermida, demostrando el carácter social de la novela que Concha Espina escribió sobre los conflictos laborales del pasado siglo en las minas de Nerva-Riotinto.

El periodista destacó el éxito inmediato de El metal de los muertos, lo que él considera la gran novela de Huelva, hasta el punto de que ya en 1922 la Academia sueca del Nobel recibió las primeras propuestas como candidata para Concha Espina, cosa que fue creciendo en años sucesivos hasta el punto que solo un voto privó a la novelista de conseguirlo en 1926. Las reediciones del libro se sucedieron inmediatamente y fue editado en alemán, sueco y ruso; la compañía británica, dueña absoluta de las minas, impidió que el libro se editase en inglés en aquel momento y aún así los comentarios internacionales se hicieron pronto eco de su éxito. Un ejemplo, William Drake, en el New York Herald, decía “la más bonita novela de Concha Espina y creo que una de las mejores escritas por un europeo en esta década (años veinte) es “El metal de los muertos”.

Sin embargo, el epicentro de la conferencia se refirió a las claves que rodearon la elaboración de la novela y a desmentir los reiterados errores que se han producido en los estudios y prólogos de todas la ediciones y reediciones que se han publicado desde 1941 hasta 2019, reivindicando la necesidad de actualizar los datos y hacer una edición facsímil de la versión original de 1920, única válida, en su opinión. Dijo no entender cómo tras el estudio, con su firma, publicado en 2015 por la Asociación de la Prensa de Huelva, “Génesis de El metal de los muertos”, se siga especulando y trasladando errores de bulto para entender el argumento central, como es la fecha de la estancia de Concha Espina, en Nerva, en la primavera de 1917, lo que aclara muchos de los aspectos tratados en el libro, con una excepción como es la referencia a la salida, desde agosto de 1920, de cerca de 4.000 niños de la cuenca minera hacia domicilios de toda España para sortear la hambruna y los problemas en la huelga de ese año, coincidiendo con la salida de la novela. La escritora solo tuvo un mes para escribirlo, corregirlo e imprimirlo, con técnicas impresoras muy rudimentarias por lo que en su opinión hay dudas sobre estas referencias. Ella le dijo a Unamuno que “el texto de la novela parece una adivinación”. Y en los remitidos publicitarios para la prensa se decía, en septiembre de 1920, que “hay una singular coincidencia en la novela y la realidad”.

Fotografía de la exposición.

El periodista destacó cómo la novela, con un carácter anticolonial y en defensa del proletariado, ayudó a los huelguistas haciendo que su acción fuera apoyada incluso por clases medias que, sin la novela, los hubiera considerado revolucionarios comunistas. Y defendió a la novelista que fue capaz de bajar a la mina y vivir en el mundo minero durante casi dos meses para documentarse sobre la huelga que se preparaba en 1917 y que causó 10 muertos, además de huelgas anteriores como la de 1913 o incluso las reivindicaciones no satisfechas del conocido como año de los tiros, en 1888.



Destacó que no solo es la primera gran novela social y minera escrita en España, sino que el éxito de una mujer novelista también abrió las puertas a otras mujeres a lanzarse a escribir de forma profesional. Creó un nuevo género literario e hizo de Huelva toda una referencia al escribir de las minas más importantes del momento, al representar La Compañía (la Riotinto Company Limited) la mayor empresa de España, con un conflicto permanente entre el capitalismo industrial extranjero y el incipiente movimiento obrero, que tuvo en las minas uno de los referentes en la creación de los nuevos sindicatos.

Recaló en Nerva, la terrible ciudad andaluza, tal como ella dice, “muchas semanas, ya que en Riotinto no es fácil residir libremente sin estar a sueldo de aquella poderosa compañía de las minas” La voz de Concha Espina, grabada en 1932, sonó dura y contundente en la Sala del Centro de Comunicación, “En aquella Andalucía secuestrada por el inglés, todo lo ha consumido la explotación.  Aquel río parece sangre. El paisaje es tan rojo que la pasión roja de los hombres se explica allí. La vida es siniestra, enorme, una cosa dantesca, terriblemente infernal. Todo allí sugiere la idea de la esclavitud, de la ultima esclavitud de las criaturas humanas”.

Insistió León Brázquez en reivindicar la potencia y el valor para Huelva de El metal de los muertos y agradeció que se haya recordado el centenario de la novela en una provincia en deuda con ella, gracias a su conferencia y a la Exposición que recoge la colección más completa de todas las ediciones de este libro, junto con fotografías y documentación sobre Concha Espina, que aun puede visitarse hasta el 16 de octubre, en el Centro de la Comunicación Jesús Hermida de Huelva.


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