Antonio José Martínez Navarro. Un oficio completamente olvidado (debido al avance industrial y al cambio de domicilio a grandes ciudades de los habitantes de los pueblos) era el de carbonero. Tanto es así que la profesión, a pesar de tener anunciada su olvido, al final no ha podido evitar su desaparición. La Gran Enciclopedia de Huelva no quiere dejar el mundo del carbón olvidado y quiere darle a este material dos voces: Carbón (en una futura Historia Menuda) y Carboneros.
El sitio denominado “Domingo Rubio” era muy rico en leña. Así, a lo largo del siglo XIX y principios del XX se acercaban las embarcaciones a cargarla, tal como advertimos en el Legajo número 226 del Archivo Municipal de Huelva. Presentemos algunos, de los numerosos que existen, ejemplos:
Siendo alcalde de Huelva Francisco Díaz Quintero fue a cargar leña el patrón Sebastián Pérez el día 17 de septiembre de 1855 y siendo alcalde de la misma ciudad, Cristóbal García, se acercaron Sebastián Pérez y Francisco Cobos, en dos ocasiones, los días 24 de septiembre y 10 y 24 de octubre de 1855, respectivamente.
Rompiendo la utilización de la Guía, el 22 de noviembre de 1855, autorizaban a “…José de Mena para que pueda conducir a Huelva carga de carbón que ha cocido de leña de monte bajo, únicamente en el sitio llamado Domingo Rubio…”.
A Palos, a mediados del siglo XIX, se acercaban las embarcaciones onubenses a cargar leña y carbón. Así, hemos encontrado en el Legajo, número 226, los siguientes documentos:
<<José Bogado García pasa a Huelva con ciento treinta arrobas de carbón aproximadamente que ha hecho de leña que se le ha permitido de quemar en los montes de la infrascrita villa por el guarda que suscribe. Palos, 3 de febrero de 1855. Juan Domínguez…>>.
<<Francisco Ortiz pasa a Huelva con una partida de carbón que ha hecho de leñas que se ha permitido quemar en los montes de la infrascrita villa por el guarda que suscribe. Palos, 3 de septiembre de 1855. José Domínguez…>>.
Al tener muy buena leña el pueblo de San Bartolomé de la Torre, de allí se traía a la capital carbón. Tal es el caso, que nos presenta Oficios y Minutas de 1856, de una carga que en su falucho “Santísima Trinidad” conduce a la capital José Manzano y cuyo documento decía y dice:
<<José Manzano, patrón del falucho de la “Santísima Trinidad”, de la matrícula de Huelva, saca de esta villa seiscientas arrobas de carbón que ha comprado al Sr. don Diego Garrido y Melgarejo de esta vecindad, procedente de la costa en la practicada en San Bartolomé de la Torre en virtud de R. O., cuyo carbón conduce al pueblo de su matrícula: y para que pueda acreditar su legítima procedencia se le da este visado por el Sr. Alcalde de Gibraleón a 19 de abril de 1856. El Secretario, Francisco Quintín Pérez. Visto Bueno, el alcalde, Diego Garrido…>>.
Al llegar la carga a Huelva, tuvo que pasar por el visto bueno y la firma de don León Martínez de Cabredo.
De pueblos cercanos (sobre todo los existentes en el trayecto de la carretera Huelva-Ayamonte) se traía el carbón a la capital. Y como todavía no existía el tren, este trabajo lo realizaban los burros que venían en grandes reatas hasta Huelva, tal como nos da a conocer el siguiente documento perteneciente al Legajo, número 233 del A. M. H.:
<<Alcaldía Constitucional de Huelva. Habiendo señalado el día 25 del corriente a las doce de la mañana para sustanciar la denuncia puesta en 6 de diciembre último por Manuel Ruano, peón caminero de la carretera de esta capital a Ayamonte a Francisco Macías, Benito Naranjo, Pedro Rivas, José Macías, José y Juan Peña vecinos de este pueblo por venir con once burros juntos cargados de carbón sin dejar el libre tránsito de la carretera, espero de la atención de V. S. en obsequio del servicio público se sirva después se notifique a dichos individuos se presenten por sí o por medio de personas que los representen para la sustanciación de la referida denuncia en el expresado día, bajo apercibimiento que de no verificarlo se sustanciará en rebeldía, sirviéndose justo devolverme el presente oficio, diligencia que acredite haber sido notificado los interesados. Dios…Huelva, 16 de enero de 1865. Manuel García…>>.
En 1870 o 1871, dada la importancia del carbón en todos los ámbitos (familiar, industrial…) fue incluido a los arbitrios de Pesos y Medidas, tal como apreciamos en el Legajo, número 237 del A. M. H.:
<<Sr. arrendatario del arbitrio de Pesos y Medidas Francisco García Ponce. En 23 de junio de 1871. Debiendo empezar a funcionar en el día de mañana don Rafael Saavedra arrendatario de arbitrios de Pesos, Medidas y Carbón al consumo para el egercicio (¡) económico de 1871-72, espero en el día de hoy hará entrega de los efectos que se obren en su poder de dicho ramo. Dios…>>.
En enero de 1874, intentaron pasar fraudulentamente por el puesto de Consumos del Punto novecientos kilos de carbón, ya que ¿Quién lo pagaba José Quintero o Antonio Bonastre?:
Legajo, número 241 del A. M. H.:
<<Contrata de arbitrios municipales. Adjunto tengo el honor de presentar en manos de V. S. El recibo expedido por el recaudador del Berdigón a favor de José Quintero, importante por el adeudo de nueve quintales métricos de carbón vegetal extraído del depósito que tenía en los Barridos don Francisco Fernández. Más habiéndose negado Quintero a su pago por decir que ha comprado libre y corresponder al dueño del depósito al cual se le ha presentado dicho recibo y éste ha manifestado que debe pagarlo don Antonio Bonastre, que es el verdadero dueño del carbón, aunque el expresado recibo aparezca a nombre de José Quintero que es el oficial que el Bonastre tiene en su herrería, situada frente a la referida recaudación del Berdigón. Lo pongo en conocimiento de Vd. Dios… Huelva, enero 28 de 1874. Manuel García…>>.
A Punta Umbría se acercaba, a fin de hacer carbón de leña de pino, el vecino de Huelva Vicente Librero Vázquez, quien fue denunciado en agosto de 1883, según queda observado en el Legajo, número 256:
<<Alcaldía Constitucional de Cartaya. Número 349 Montes. Interpuesta denuncia en esta alcaldía contra Vicente Librero Vázquez de esa vecindad por hacer carbón de leña de pino en los montes de estos propios, he señalado para la sustanciación de ella el día 16 del corriente mes, a las once de su mañana.
Y para que se notificado el expresado Librero Vázquez en debida forma, dirijo a Vd. el presente que espero me devuelva diligenciado para que obra su efecto en el expediente respectivo obligándome al tanto en caso análogo. Dios… Cartaya, 11 de agosto de 1883. José María Álvarez…. >>.
El Ayuntamiento de Huelva siguió el curso administrativo: “Huelva, 13 de agosto de 1883. Una vez que se notifique, devuélvase. El alcalde…”.
El tal Vicente Librero sería reincidente, esta vez denunciado por la Guardia civil, apenas dos meses más tarde (Legajo, número 256):
<<Alcaldía Constitucional de Cartaya. El día 1 del actual fue denunciado por los guardias del puesto de Corrales el vecino de esa ciudad Vicente Librero Vázquez con cinco o seis g. g. (suponemos que se refiere a cargas de leña, añadimos nosotros) de boleos de pino en los montes de estos propios y sitio Punta de Umbría.
Para sustanciación de la denuncia he señalado el día 6 de octubre venidero a las doce de la mañana en esta sala capitular. Y para que sea notificado en forma legal dirijo a Vd. el presente que espero me debelba (¡) con esta que lo acredita para que obre en el expediente de su razón. Cartaya, 26 de septiembre de 1883. José María Álvarez…. >>.
Como objeto de hurto también debemos continuar citando al carbón. Así, a Manuel “El Cojo” le fue seguido causa por un robo de esta naturaleza. Vivía en una choza de la carretera de Gibraleón (Legajo, número 256):
<<….En la causa que en este Juzgado se sigue contra Manuel Castro Carvajal, vecino de esta ciudad conocido por “El Cojo”, de oficio zapatero, habitando en una choza en la carretera de Gibraleón, por hurto de carbón de piedra, he acordado dirigir a Vd. el presente para que se sirva informar lo que conste sobre la conducta de dicho procesado. Dios… Huelva, 10 de noviembre de 1883…>>.
Los vapores de medio mundo llegaban al puerto de Huelva dejando carbón y llevándose mineral. Por todo ello, era muy conveniente disponer de un depósito flotante donde dejar el carbón e, inmediatamente, ya con las bodegas vacías, acercarse a llenarlas de mineral. Por esta razón, don León Coto, según hemos apreciado en el Legajo número 274, quiso establecer uno en 1891:
<<Adjunto remito a V. S. el expediente instruido por este Gobierno Civil a virtud de la instancia presentado por don León Coto en solicitud de autorización para establecer un depósito flotante de carbón en el puerto de esta capital a fin de que la Corporación de su digna presidencia se sirva informar lo que estime conveniente. Dios… Huelva, 9 de enero de 1891. Félix J. Carazoni…>>.
En la sesión Capitular del 15 de Septiembre de 1905 una Sociedad catalana solicita y obtiene de la Corporación municipal onubense la instalación de un depósito flotante de carbones minerales en el puerto de Huelva:
<<…Informar al Señor Gobernador en el sentido de que la Corporación estima beneficiosa a los intereses generales la instalación de un depósito flotante de carbones minerales en el puerto de Huelva, solicitado por la Sociedad depósito flotante de carbones de Barcelona…>>.
Huelva es un emporio de riqueza y ante ella acuden industriales del resto del país. En la misma sesión municipal del 15 de Septiembre de 1905 se da la extraña circunstancia o casualidad de que otra Sociedad se establece con un Depósito flotante de carbones minerales en la ría de Huelva:
<<…Informar asimismo al Señor Gobernador que la Corporación estima beneficiosa a los intereses generales de esta Ciudad la concesión solicitada por don Juan Miguel Rodríguez, como gerente de la Sociedad “J. M. M. Rodríguez y Compañía para establecer en el puerto un depósito flotante de carbones minerales…>>.
En los primeros meses de 1912, el carbón se encarece en nuestra capital. El día 15 de marzo del citado año, aparece una denuncia en el diario “La Provincia”:
<<Desde hace tiempo el carbón de caña para cocinar, se está vendiendo la arroba a 5 pesetas.
Los vendedores de carbón de Huelva, que lo traen desde varios pun tos de nuestra provincia siguen cobrando hasta 9 reales, más del doble del que le cuesta.
Esto no puede tolerarse. El alcalde en bien del vecindario debe imponer su influencia acerca de los carboneros para que tal abuso termine…>>.
De manera incomprensible (ya que el carbón iba destinado a las clases menos pudientes), los carboneros onubenses cobraban por su producto un precio realmente alto. De esta circunstancia se quejaba “La Provincia” el día 21 de marzo de 1912:
<<En las fábricas de esta provincia donde hacen carbón de caña para cocinar, se está vendiendo la arroba a peseta y a peseta diez.
Los vendedores de carbón de Huelva, que lo traen de allí, siguen cobrando por la arroba hasta nueve reales, más del doble de que le cuesta.
Esto no puede tolerarse. El alcalde en bien del vecindario debe poner su influencia cerca de los carboneros para que tal abuso termine y así lo esperamos de su celo>>.
En la zona comprendida entre la Estación de Servicios Gon y la Avenida Sanlúcar de Barrameda se elevaban unos depósitos de carbón en polvo que molestaban a los numerosos vecinos limítrofes a ellos. En el Legajo número 897 del A. M. H. queda expuesta la reclamación de los mismos en los días finales de agosto de 1916:
<<Los que suscriben vecinos de la localidad con domicilios en la carretera de Odiel y calles perpendiculares a esta vía a V. S. con el debido respeto y mejor proceda en derecho exponen: Que entendiendo que la Corporación de su digna presidencia es la genuina representación de la ciudad defensora constante de los intereses del vecindario elevamos nuestra humilde voz en suplica de que se sirva gestionar cerca de la Junta de Obras del Puerto la desaparición de los depósitos de carbón en polvo que ha tolerado la Junta aludida en el trozo comprendido desde Bocanegra a la entrada del Paseo del Muelle.,
La recta y justiciera autoridad de V. E. y su reconocida energía en la defensa de sus paisanos y vecinos, conocedores además de las loables iniciativas de los vocales representantes del Municipio acerca de esa Junta son motivos poderosos que nos impulsan a extender y redactar este ruego.
Todas las casas y viviendas de los que suscriben están hoy convertidas en semi depósitos de tizne de carbón que manchan nuestras mercancías, perjudican nuestra salud, dañan nuestras ropas y muebles hacen imposible la vida a los que creemos tener derecho.
No hemos de negar que el tráfico de carbón en polvo es una de las formas de manifestarse la riqueza, proporcionando jornales a los obreros y movimiento constante en nuestra ría y puerto; pero contando la Junta de Obras con extensas propiedades de terrenos distantes de las viviendas en lugares adecuados y convenientes, debieron habilitar estos lugares para depositar el carbón en polvo que tanto nos dañan y mortifican en la actualidad.
Por estas razones
Suplica a V. S. se sirva gestionar cerca del Sr. Ingeniero y Presidente de la Junta de Obras del Puerto a fin de que remedia rápidamente tal estado intolerable de cosas.
Gracias que no dudamos obtener de la recta actuación de V. E. cuya vida guarde Dios muchos años…>>.
Como los citados vecinos habían recurrido al Sr. Ingeniero y Presidente de la Junta de Obras del Puerto y fueron atendidos en sus reclamaciones, el Ayuntamiento de Huelva archivó el escrito de protesta el día 31 del citado mes y año.
<<Habiendo acudido al propio tiempo los firmantes a reclamar del señor Ingeniero y Presidente de la Junta de Obras del Puerto la subsanación del estado de cosas a que aluden, y ofrecido por dichos señores poner el adecuado remedio se hace innecesaria la gestión de esta Alcaldía…>>.
El carbón, lógicamente, era objeto de robo. Se podía sustraer del que existía en los diversos tinglados de los muelles y del sitio menos insospechado (“La Provincia” del 27 de agosto de 1917):
<<Hurto de carbón. El Guardia civil del puesto de Las Colonias, Román Murillo, detuvo ayer a las vecinas de aquel barrio María Reyes Vargas y Dolores Reyes Menudo, por haberlas sorprendido hurtando carbón, de unos vagones estacionados en la línea de Zafra a Huelva.
Se les ocuparon veinte kilos de dicho combustible>>.
El negocio de robar carbón no siempre terminaba bien. Así cuatro días más tarde:
<<Hurto de carbón. La guardia civil detuvo ayer a Francisco García Pérez, José García Fuentes y Enrique Ávalos Reyes, todos de 11 a 15 años de edad, por ser sorprendidos hurtando carbón de la Grúa Draga “La almeja” en el muelle de Río Tinto.
En el acto de la detención se le ocupó un saco conteniendo 80 kilos de dicho combustible>>.
El Gobernador Civil de esta provincia daba el visto bueno para la instalación de un Depósito de carbón ratificado en la sesión del día 25 de febrero de 1921:
<<…Dada cuenta del oficio del Señor Gobernador Civil de esta provincia, admitiendo la instancia que al Excmo. Señor Ministro de Fomento don Pedro Aldamiz y Azqueta, como Representante de los señores Aisterea Azqueta y Compañía de Bilbao, solicitando la concesión correspondiente para establecer en el Puerto de esta Capital, ría Odiel un Depósito flotante de carbón para abastecer de dicha combustible a los buques que afluyan a este Puerto, y siendo de verdadera utilidad y conveniencia para los intereses generales de esta población el establecimiento del repetido Depósito, se acordó informar favorablemente dicha petición…>>.
En la reunión del Consistorio del día 1 de abril de 1921 el informe del establecimiento de un depósito flotante de carbón se mandaba a la Comisión de Gobernación:
<<…Leído oficio del señor Gobernador Civil remitiendo para informe copia del escrito de don Fernando Suárez, eleva al Ministerio de Fomento, solicitando autorización para establecer un depósito flotante de carbón se acordó pasarlo a informe de la Comisión de Gobernación…>>.
La autorización del depósito flotante se dio en el Cabildo del 13 de junio de 1921:
<<…Visto oficio del señor Gobernador Civil remitiendo copia de instancia dirigida al Señor Ministro de Fomento por la Sociedad Figueroa y Campos, interesando se le autorice para establecer en este Puerto un depósito flotante de carbón para el abastecimiento de buques, se acordó informar dicha petición en sentido favorable, por estimar beneficiosa a los intereses generales de la población dicho establecimiento…>>.
En la misma sesión se añadía:
<<…En armonía con lo informado por la Comisión de Gobernación, se acordó:
Informar favorablemente instancia elevada al Ministerio de Fomento, por don Fernando Suárez, interesando se le autorice para establecer un depósito flotante de carbón para el aprovisionamiento de buques por ser conveniente a la mayor facilidad del suministro de carbón a los vapores, devolviéndose con diligencia negativa de reclamaciones, el anuncio remitido por el Gobierno Civil…>>.
El día 29 de enero de 1937, don Gonzalo Blanco hacía alusión al precio del carbón vegetal en “Odiel”, a fin de que mantuviera este precio y cualquier otro a los que regía antes del 18 de julio:
<<…A tal efecto había tasado la tonelada del combustible descargado recientemente en este puerto, del vapor “Don”, importado por los Sres. Aldamiz, Corte y Zalvide, al precio de 75 pesetas en los pontones y 110 en tierra, libres de derechos arancelarios…>>.
Nada más terminar la guerra civil, se hizo imprescindible la utilización de carbón por los diversos barcos pesqueros. Así, en la sesión municipal del 25 de febrero de 1941 se hacía significativo esta escasez:
<<…A propuesta del Sr. Alcalde y declarada la urgencia por unanimidad, se acordó que en igual forma que el Sr. Gestor don Ramón Orta Rebollo se una, en representación que ha de gestionar cerca del Gobierno el envío de carbón para los buques pesqueros de esta matrícula, ya que dicho elemento, de que actualmente se carece, es indispensable para que siga la industria actuando con el mismo vigor…>>.
Aproximadamente hasta los años cincuenta del siglo veinte los carboneros se acercaban a los montes de toda la Península Ibérica y extrayendo, legal o ilegalmente, obtenían la madera necesaria y elaboraban carbón vegetal que luego traían a la capital y lo vendían. Era un trabajo duro, ya que estaban prácticamente todo el año con su quehacer y para no tener que retornar de la casa donde habitaban al monte que les producía la madera tenían que permanecer por la noche, en ocasiones acompañados de sus familias. Otro motivo por el que debían dormir cerca de los montes era que el horno en que se confeccionaba el carbón debía estar vigilado a cualquier hora del día, para ver cómo iba la combustión, el color del humo y tapar agujeros. El horno lo construían los mismos carboneros. La cocción para obtener el carbón duraba varios días con la finalidad de que se hiciese naturalmente. Después se extraía de la carbonera y se extendía durante varios días hasta que se enfriara. Una vez transcurrido este tiempo se cargaba a lomos de mulas o burros hasta la localidad y, los carboneros onubenses, hasta el barco en el que sería transportado a la capital. Estos barcos recibían el nombre de “barcos areneros”.
Los carboneros eran muy populares en las ciudades. Llamaban la atención con sus silbatos, trompetillas o dando golpes a una vasija de metal, junto a sus ennegrecidos carros. Entre sus clientes podemos citar a las grandes compañías (Riotinto, Tharsis, fundiciones, etc.), las carbonerías y las vecinas que adquirían el carbón para cocinar o para los braseros.
Carbonero de la segunda mitad del siglo XIX era Rafael Parrales (Legajo, número 261):
<<….Espero merecer a V. S. se sirva informar a este Juzgado cerca de la conducta de Rafael Parrales Florencio, de esta vecindad, habitante en calle Nueva, carbonero, y de cuarenta y dos años de edad, para que obre su efecto en causa que instruyo. Dios… Huelva, 9 de julio de 1885. Zurbano…>>.
Pero, sin duda, el más famoso carbonero fue Antonio Cordero, conocido en la ciudad como “Seqhua el Carbonero”, nació en Huelva aproximadamente en 1880. Su actividad la desarrolló como empleado de la Junta de Obras del Puerto. Parte de su apodo (“carbonero”) lo debe a que su padre tenía esta profesión. Vivió en la Barriada de las Colonias. En los últimos años de su existencia, fijó su residencia en la calle San Andrés. Era una bellísima persona y rebosaba simpatía por los cuatro costados.
“Seqhua” fue un curiosísimo personaje que siempre estaba pendiente de pasar un buen rato de sano humor y que participó, al parecer, en varias murgas onubenses todas coincidentes en que estaban dirigidas por el famoso carnavalero “El Chocolate”.
Sus ganas de “cachondeo”, tanto en fechas carnavaleras como en el resto del año, le hicieron merecedor de esta canción:
“Aquí le presentamos
a “Seqhua el Carbonero”
que le da, si se emborracha,
de irse de noche al muelle
y a la plaza
castigando a las muchachas.
El otro día
en la Plaza de la Merced
lo vieron enseñando
el “pito” a la mujer.
¡Anda guarro! – le gritaba –
¡anda viejo!
eres el tío de los trapos
siempre buscando pellejo.
¡anda viejo!”.
Antonio Cordero, falleció en su ciudad natal en los inicios de la década de los años sesenta.
De manera incomprensible (ya que el carbón iba destinado a las clases menos pudientes), los carboneros onubenses cobraban por su producto un precio realmente alto. De esta circunstancia se quejaba “La Provincia” el día 21 de marzo de 1912:
<<En las fábricas de esta provincia donde hacen carbón de caña para cocinar, se está vendiendo la arroba a peseta y a peseta diez.
Los vendedores de carbón de Huelva, que lo traen de allí, siguen cobrando por la arroba hasta nueve reales, más del doble de que le cuesta.
Esto no puede tolerarse. El alcalde en bien del vecindario debe poner su influencia cerca de los carboneros para que tal abuso termine y así lo esperamos de su celo>>.
A lo largo de cientos de años han sido muchas las familias que han vivido del carbón, pero la llegada del petróleo y, más tarde, la electricidad, hizo que desapareciera este oficio recordado tan sólo por los que tuvieron que sufrir su dura vida en él.
En los últimos años se ha convertido en una labor muy distinta a la tradicional y las escasas carbonerías subsisten con la venta del carbón para barbacoas, leña para chimeneas, braseros (con mucho peligro por parte de los que en ellos lo utilizan) y bombonas de Camping-gas.
Una historia semejante han tenido los resineros, leñadores o los que obtienen la casa del corcho y que alargo un poco más su historia por las escaseces laborales que existían en los años cuarenta y cincuenta del siglo veinte, ya que muchos tuvieron que volver a los pueblos o lugares de las fuentes de obtención de los citados elementos para poder vivir económicamente a lo justo.
Terminamos estas notas sobre el casi desaparecido oficio de carbonero. Ya tendremos ocasión de conocer otros datos con el producto que éstos manejaban: el carbón.