María José Fernández. Vivimos días de incertidumbre, donde contamos números de personas que enferman, que no aguantaron esta batalla o que afortunadamente se curaron, contamos euros para mantener nuestro hogar, refugio ahora más que nunca, y que no falte nada de lo indispensable… ¿y qué es lo indispensable?, hasta hace muy poco todo era importante, quizás no nos dábamos cuenta que las compras compulsivas llenaban nuestras vidas, el mejor móvil, ordenador, televisor…último modelo y de la más alta tecnología, esa que hizo separarnos familias enteras aunque estuvieran en un mismo habitáculo, y yo me pregunto ¿ahora qué…?, para que queremos todo eso, armarios llenos de ropa, maquillaje, coche, moto…mientras tanto la vida pasaba y como “llovía fuera” pues a seguir viviendo, hasta que se acabó el cuento, ahora no cambiamos de canal por lo que molesta ver, pues lo que vemos somos nosotros, en estadísticas truculentas y esperanzas furtivas que no quieren regresar.
La vida ha cambiado de un día para otro, el motivo lo desconozco ni quiero pensarlo, pero lo que creo a ciencia cierta es que en algún momento esto estallaría y así ha pasado, no es cuestión de tener más o menos, de ser más que nadie, es cuestión de concienciación, esa que habíamos olvidado, creíamos que nuestro hogar era nuestra casa, la casa de la playa, el lujoso hotel o cualquier lugar donde pudiera cobijarse, y mientras nuestro verdadero hogar, el planeta tierra muriendo, nuestras propias manos…las cómplices, pero todo aguantaba, mientras la contaminación ahogaba ciudades, los mares cada vez más contaminados, especies que van desapareciendo, caza furtiva, la capa de ozono cada día nos gritaba, los cambios de temperaturas inusuales, los polos se derriten…y podría seguir hasta llenar páginas y páginas, pero no es cuestión de meter el dedo en la llaga, ahora que la vida quizás nos ha vuelto a todo ser humano más hipocondriaco, más desesperado, no hay cosa peor que vivir en la incertidumbre, ahora que la vida nos ha frenado en seco, miro a mi alrededor y veo muchas cosas inútiles; esa falda que nunca me puse, mi manía por coleccionar zapatos que están en su caja, miro mi móvil nuevo, no sé ni para qué sirven la gran mayoría de los programas que trae y lo mejor de todo es que ni me interesa, preciosa pulsera que está guardada y lástima de gasto inútil.
De todo esto a día de hoy saco dos conclusiones, las primera es que no sabemos lo que queremos, porque cuando tenemos algo solo queremos más y más, cuando realmente lo valioso ya lo teníamos, una familia, un paseo, una puesta de sol, unas sonrisas, abrazos, saludos… y por favor, no piensen que esto suena a palabrería, ustedes lo echan tanto de menos como yo, estoy segura y creo que a partir de ahora vamos a empezar a darle valor a lo realmente importante, no digo con esto que no hay que ir a comprar, para nada, pero con cabeza y sin olvidarnos que un móvil no sustituye una conversación con tu hija de 7 años, por ejemplo, que el tiempo vuela y nada nos lo devuelve, que se nos había olvidado mirarnos a los ojos y cenar mientras reíamos sin irnos al móvil cada dos minutos o la ansiedad nos podía, y nosotros éramos la especie inteligente…
Y en segundo lugar, piensen el mundo no se ha parado, solamente nuestras vidas son las que han puesto obligatoriamente el freno de mano y quién sabe si no es para bien, nos estábamos volviendo egoístas, egocéntricos, no mirábamos más que en seguir nosotros adelante y nos habíamos olvidado de lo más importante, nuestro hogar, nuestra tierra, esa que nos acogió sin pedirnos nada y nos lloraba a lamentos callados que la dejásemos vivir, que no la matásemos y ahora está respirando a pleno pulmón, aunque para ello otros pulmones se estén apagando, ella no es la culpable, no busquemos culpables y cambiemos el mundo con hechos y realidades, seamos conscientes de todo lo que tenemos, que es grandioso y sin ello no podremos vivir, mañana cuando amanezca y abran sus ventanas, aunque en plena primavera el invierno se haya instaurado otra vez en nuestras calles, ¿quién sabe, quizás el cielo necesite desahogarse por todo lo que está ocurriendo? miren por ella, escuchen, escuchen el silencio de la vida, el silencio profundo de lo nuevo y tomen todo esto como lo que es, una nueva oportunidad para cambiar el mundo y cambiarnos a nosotros mismos,
Cuidense por favor y quédense en casa, mientras nuestro hogar vuelve a la normalidad.
Un abrazo.