Mari Paz Díaz. El pasado mes de diciembre se fallaba en Corea el concurso que elegía el proyecto para la realización del Centro del Bienestar para Personas Mayores y Discapacitadas de la ciudad de Unjeong, una noticia que, aunque pueda parecer lo contrario, tiene mucha relación con Huelva. Y es que el diseño ganador fue el presentado, junto a Woodrock Architects, por SOL89, un estudio de arquitectura formado por Juan López de la Cruz y la onubense María González. A la hora de efectuar la propuesta contaron con la ayuda de Jongjin Lee, Elena González, M Luisa BP, Inmaculada Marmolejo y José Antonio Pozas. Una noticia que ha sido muy bien recibida por esta arquitecta de Huelva, residente en Sevilla, que se crio en Ayamonte, hasta que, con 14 años, se trasladó a vivir a Huelva capital, donde estudió interna en las Teresianas. Después, en 1992, ingresó en la Escuela de Arquitectura de Sevilla en 1992. Fue el primer paso en su formación como arquitecta, graduándose en el año 2000 tras cursar un año becada en L´École d’Architecture de Paris-la Seine (Francia).
Una destacada formación a partir de la cual comenzó a trabajar en el estudio del arquitecto Guillermo Vázquez Consuegra, etapa tras la que fundó su propio estudio, junto al arquitecto Juanjo López de la Cruz. Nacía así SOL89. Además, desde 2007, comparte este trabajo con su labor como docente en la Escuela de Arquitectura de Sevilla, donde es profesora asociada del Departamento de Proyectos Arquitectónicos.
Unos logros que ahora se ven reforzados por haber ganado este destacado proyecto internacional en Corea, un hecho del que nos habla en esta entrevista, en la que hace balance de su carrera.
-María, ¿cómo surge tu interés por la arquitectura?
-Desde muy pequeña, siempre me ha fascinado la posibilidad de imaginar cosas y poder materializarlas. Eso, unido a que siempre me sentí más cómoda en las asignaturas de carácter técnico y de dibujo, me llevó desde muy temprano a inclinarme por la arquitectura como opción profesional.
-¿Cuáles fueron tus primeros trabajos?
-Tuve la suerte de acabar la carrera en una época en la que se convocaban muchos concursos de arquitectura abiertos, en los que cualquier egresado sin experiencia, como era mi caso, podía participar. Recién titulada, unos amigos nos presentamos a un concurso juntos, un edificio de especialidades médicas en la Isla de la Cartuja, que tuvimos la suerte de ganar y que supuso el empujón para lanzarnos por nuestra cuenta. Entonces yo trabajaba con Guillermo Vázquez Consuegra por el día y concursaba por la noche y festivos. Fue una época maravillosa, muy intensa. Trabajábamos a todas horas, pero hacíamos lo que habíamos soñado con la ingenuidad de los inicios y sin los prejuicios que uno va adquiriendo con los años.
-¿Qué ha supuesto para vosotros el haber ganado este concurso en Corea?
-Siempre nos han gustado los inicios y, después de una época complicada para la profesión, este proyecto supone un nuevo comienzo: otro país, otro idioma, otra cultura; un nuevo reto que afrontamos con muchísima ilusión.
-Háblanos del proyecto.
-El proyecto es un Centro del Bienestar, como ellos le llaman, un equipamiento de grandes dimensiones que reúne dos centros: uno de rehabilitación para personas con discapacidad y otro de día para ancianos. Está situado en la ciudad de Paju, al norte del país, en la frontera con Corea del Norte. Paju es una ciudad que se creó para acoger a las personas que se quedaron a este lado de la frontera después de la guerra de Corea y ha sido necesario dotarla de muchos edificios públicos como este en los últimos años.
-¿Cómo surge la oportunidad de trabajar fuera de España?
-La oportunidad surgió a través de un amigo arquitecto coreano que vive en Sevilla. Él nos propuso presentarnos a este concurso. De todas formas, no es nuestro primer trabajo fuera de España. Antes habíamos hecho un proyecto de cooperación en Marruecos. Nos gusta especialmente presentarnos a concursos fuera de España. Hemos comparecido con propuestas en África, Sudamérica, en varios países de Europa y, ahora, en Asia. Este supone el primer concurso ganado de todos ellos. Pensar en proyectos en ciudades fuera de España nos ayuda a reflexionar sobre las particularidades de la cultura urbana andaluza.
-¿Cuáles son los trabajos que más te han marcado?
-Creo que todos los trabajos marcan en cierta manera, por los lugares donde están, por la gente que conoces o por los equipos de trabajo que se crean. Pero si tuviese que decir uno, quizás sea el Centro de Educación Infantil que hicimos en Ayamonte y que fue Premio de Arquitectura del Colegio de Arquitectos de Huelva en el año 2006. Supuso un importante reconocimiento a nuestro trabajo y un espaldarazo que nos ayudó a confiar en la forma de trabajo que nos habíamos propuesto desarrollar.
-¿Qué estás haciendo en la actualidad?
-Siempre nos habíamos quejado de haber hecho muy pocas viviendas unifamiliares y parece que alguien nos oyó, porque últimamente estamos desarrollando diversos proyectos de viviendas en Sevilla, Córdoba y Cádiz. Seguimos trabajando en edificios patrimoniales, como la rehabilitación de una casa solariega en Córdoba para convertirla en un hotel y un proyecto que nos hace muchísima ilusión que esperamos que pueda completarse: la rehabilitación del embarcadero de la Almadraba de El Rompido y la adecuación del sendero peatonal que lo conecta con la playa de La Flecha. Es un sitio especial, un lugar maravilloso donde lo arquitectónico, lo natural y lo etnológico se mezclan y que debemos cuidar y preservar, sin que pierda esa energía que hoy día alberga.
-¿Tienes previsto alguna otra meta?
-Una arquitecta se pasa la vida pensando que su mejor proyecto está por venir. Ahora estamos muy ocupados terminando los proyectos que tenemos encima de la mesa y poniendo en marcha el proyecto en Corea. El último mes no hemos tenido mucho tiempo para marcarnos nuevas metas, pero seguro que pronto surgirán. No podemos estar quietos.
-¿Alguna reflexión final?
-Tenemos una provincia con un potencial paisajístico y cultural muy importante que debemos esforzarnos en proteger. El reto es encontrar un equilibrio razonable entre los beneficios del turismo y el desarrollo urbanístico y la conservación de un nuestro entorno y nuestra cultura. Si lo primero se impone a lo segundo, Huelva corre el riesgo de desvanecerse, de confundirse con cualquier otro lugar.