Cristina Morales. A veces la vida nos obliga a cambiar de rumbo o las circunstancias nos empujan a tomar decisiones que nos alejan de lo hasta ahora conocido. La coyuntura económica, la pérdida de oficios tradicionales y el cambio en la política laboral han llevado a un gran número de jóvenes a emigrar y buscar su futuro lejos de su tierra. Esto nos permite conocer múltiples historias de onubenses que comienzan una nueva vida lejos de nuestras fronteras. Bien sea por hacer realidad un sueño, por buscar nuevas oportunidades o por mejorar la calidad de vida, está claro que emigrar se ha vuelto, hoy en día, una opción muy apetecible para el común de los mortales. Sin ellos no existiría esta nuestra sección de cada lunes.
Esta semana nos centramos en la historia de Sarai Clavijo González, una riotinteña de 27 años que hace uno tomó la decisión de emprender un viaje sin plan de vuelta, de momento, a Inglaterra. Nació en Minas de Riotinto el día 10 de Julio de 1992, y se crio en el barrio de Los Cantos. Allí pasó casi 20 años hasta que se mudó a Calañas, donde estudiaría el ciclo de grado medio Gestión administrativa. A partir de ahí comenzó a viajar y a trabajar como azafata de imagen y eventos durante seis años por varios puntos del país. Tras un tiempo viviendo en Sevilla, decidió cambiar de rumbo y probar suerte en tierras inglesas, donde trabaja para una multinacional dedicada a la fabricación y venta minorista de muebles, objetos para el hogar y decoración de diseño.
Reside en Milton Keynes, una ciudad al norte de Londres famosa por acoger a grandes empresas, por estar cerca del circuito de Silverstone y por albergar Bletchley Park, donde Alan Turing descifró los mensajes de la máquina Enigma con la que las fuerzas militares de la Alemania nazi transmitían sus mensajes. A pesar de ser un lugar muy distinto a España, sobre todo en lo que se refiere a comida, costumbres, horarios y ritmo de vida, lo cierto es que allí ha encontrado, de momento su sitio, y disfruta de sus increíbles atardeceres día tras día. Asegura echa mucho de menos a su familia, pero que el orgullo que siente por ella su abuelo le da fuerzas para continuar. Sin planes de regreso, apuesta por aprovechar al máximo todas las oportunidades que se crucen en su camino. Para conocer mejor su historia como ‘Onubense por el Mundo’, hablamos con Sarai Clavijo González.
– ¿Por qué decidiste irte fuera?
– Trabajar en el mundo de la noche me ha hecho conocer a personas maravillosas y pasarlo genial, pero me apetecía tener una posición más estable y no encontré oportunidades laborales en el ciclo que yo había realizado. O si las encontraba, no podía permitirme el vivir solo del sueldo con el que me remuneraban.
– ¿Cuánto tiempo llevas fuera de España?
– Un año y nueve meses, pero te puedo asegurar que parece que fue ayer. Aterricé en el aeropuerto de Luton el 29 de enero de 2018.
– ¿Qué haces en este país?
– Trabajo para una corporación multinacional dedicada a la fabricación y venta minorista de muebles, objetos para el hogar y otros objetos de decoración de diseño.
– ¿Es tu primera estancia en el extranjero?
– Es la primera, pero no descarto el moverme de nuevo.
– ¿Cuál es tu lugar de residencia?
– Vivo en Milton Keynes, una ciudad posicionada 90 kilómetros al norte de Londres. Al principio solo era un barrio y ha crecido muchísimo con el paso de los años, pudiendo albergas grandes empresas internacionales. Tiene todo lo bueno de una ciudad, pero es muy tranquila y cuenta con muchas zonas verdes.
– ¿Cuál es tu balance de la experiencia por ahora?
– Bueno, me quedo con una frase que decía Darwin: “No es el más fuerte de las especies el que sobrevive. Es aquel que es más adaptable al cambio». Yo siempre animo a salir y descubrir, para comparar y ver qué es lo que realmente quieres hacer. Todo esto tiene un precio, como no estar cerca de la Familia. Pero oír a mi abuelo hablando de mí como lo hace, eso es un empujón incalculable para mí.
– ¿Cómo es vivir ahí? ¿Es muy diferente a España?
– En invierno anochece a las 4 PM y en verano amanece a las 4 AM y dormir se hace un poco imposible. El verano aquí es muy suave pero, aunque no haga calor, se echa de menos la playa. Hay otra cultura, otros horarios (yo ya a las 8 de la tarde quiero cenar) y la burocracia es muy lenta pero resolutiva. Eso sí, cuando hay españoles en algún sitio suben los decibelios en milésimas de segundo.
– ¿Dónde vives? ¿Cómo es esta ciudad?
– Milton Keynes es famoso por acoger a grandes empresas, por estar cerca del circuito de Silverstone y por albergar Bletchley Park, donde Alan Turing descifró los mensajes de la máquina Enigma con la que las fuerzas militares de la Alemania nazi transmitían sus mensajes. Es una ciudad muy verde y con unos atardeceres increíbles.
– ¿Qué estás haciendo en estos momentos?
– Después de pasar por el departamento de logística y venta de textiles, ahora estoy en el departamento dedicado a ventas cocinas y sus aplicaciones, accesorios y distintos niveles de diseños.
– ¿Te has marcado algún nuevo objetivo o reto?
– Prefiero marcarme objetivos a corto plazo, así que ahora me gustaría formarme lo máximo para poder volver sin que se quede nada en el tintero.
– ¿Qué piensa tu familia y amigos de tu aventura?
– Si te soy sincera, nadie daba por mi aquí más de dos meses y llevo aquí ya casi dos años. Algunos me dicen que vuelva, otros que me quede y yo intento no oír a ninguno de los dos bandos para no tentarme.
– ¿Cuáles son tus planes futuros?
– Me gustaría volver a España y demostrar que otra manera de trabajo es posible. Mirando por las personas, por las circunstancias, y valorando conocimientos y esfuerzos, no solo títulos.
– ¿Piensas volver a España, a Huelva, en breve?
– Bajo cada 2 o 3 meses de vacaciones que me saben a gloria. Si te refieres a volver para quedarme, no creo que sea en un periodo breve de tiempo.
– ¿Qué es lo que más echas de menos de tu tierra?
– Mi familia, la comida, la playa y La Esquila. Pero sobre todo el día de Reyes con mis hermanos y mi ahijado. Crecen muy rápido y no los veo crecer como quisiera.
– Para terminar: un mensaje a tus paisanos.
– Gracias a todos los que hacen que mi vida sea un poco más fácil a 3.000 kilómetros. Y recordad que los únicos responsables de nuestra felicidad somos nosotros mismos.