Mari Paz Díaz. Las historias de piratas continúan llamando la atención siglos después de que las aventuras de estos expertos en el mar dejaran de estar presentes en nuestras costas. Como ya hemos puesto de manifiesto en alguna ocasión, la provincia de Huelva fue objetivo del ataque de los barcos de los corsarios, especialmente durante los siglos XV, XVI y XVII, tal y como como se puede recordar en el artículo titulado ‘Los piratas que arribaron a las costas de Huelva‘. Un tema del que se ha investigado mucho, como así ha quedado patente en los trabajos de los historiadores José Luis Gozálvez o Juan Luis Carriazo, entre otros, pero que, a pesar de ello, sigue sorprendiéndonos ante el descubrimiento de nuevos datos que vienen a poner de manifiesto la relevante presencia de este fenómeno en la historia de la provincia de Huelva.
Uno de los últimos estudios realizados sobre esta cuestión ha sido elaborado por el onubense de 37 años Jesús Hernández Sande, autor de la tesis titulada ‘Corso y piratería en el reino de Sevilla a finales de la Edad Media’, un trabajo en el que el territorio de la actual provincia onubense tiene un enorme protagonismo. Una memoria que ha llamado mucho la atención por las conclusiones verificadas por este historiador, que es licenciado en Historia por la Universidad de Huelva (2004), además de especialista universitario en Archivística por la Universidad Nacional de Educación a Distancia-Fundación Carlos de Amberes y que cuenta con un máster en Documentación Digital (Universidad Pompeu Fabra de Barcelona) y un máster en Estudios Históricos Comparados (Universidad de Sevilla).
Una destacada formación académica que ha complementado con una amplia experiencia laboral en los ámbitos de educación y gestión documental, participando en proyectos de innovación docente, especialmente en la Universidad de Huelva, con ponencias y conferencias que han versado sobre el tema de la tesis, el corso y la piratería, así como la investigación en archivos, sin olvidar la realización de numerosas publicaciones, entre las que destacan la coautoría, junto a Rubén Fernández Rentero, del capítulo ‘Huelva y las marismas del Odiel como escenario de piratería y corso entre la Edad Media y la Edad Moderna’, en el libro Campos Carrasco, J. M. (dir.): El patrimonio histórico y cultural en el paraje Marismas del Odiel, Huelva (2016); junto a Jaime Galbarro García, la elaboración del artículo ‘Velas turcas a la vista de Cádiz: La derrota de dos naves de la armada de Álvaro de Bazán en una relación de sucesos (1559)‘, en la revista e-Spania de Estudios Hispánicos Medievales y Modernos, vinculada a la Universidad de la Sorbona; y la colaboración en el proyecto de investigación ‘Estudios históricos del recinto fortificado de Niebla’, firmado por la Delegación Territorial de Cultura, Turismo y Deporte de Huelva y la Universidad de Huelva, y coordinado por el Prof. Dr. Juan Luis Carriazo Rubio (Universidad de Huelva). Del mismo modo, también fue el organizador de un seminario específico sobre corso y piratería onubenses, sin olvidar que ha sido docente de la asignatura troncal ‘Frontera y fortificaciones en la provincia de Huelva’ en el Aula de la Experiencia de la Onubense.
Un bagaje que ha seguido una estela natural hasta llegar a realizar esta tesis, que es la continuación de su Trabajo Fin de Máster (TFM) denominado ‘El fenómeno de la piratería y corsarismo onubenses en el último cuarto del siglo XV’, que fue presentado en la Universidad de Sevilla en 2013 bajo la dirección del catedrático de Historia Moderna Dr. Juan José Iglesias Rodríguez. Además, tal y como nos comenta Jesús, «es un tema que creía que debía hacerse. Existían estudios hasta la fecha que recogían las acciones de piratas y corsarios de las aguas del golfo de Cádiz en el tránsito del siglo XV al XVI, pero no se habían unificado los análisis, contrastado las estadísticas, revisado las fuentes originales, ampliado el ámbito de trabajo e incorporado nuevas informaciones. Era algo que, antes o después, alguien tenía que acometer: sistematizar el estudio del fenómeno. Pero también es algo que nunca estará acabado del todo«. Eso, sin olvidar, que se trataba de un tema que a Jesús le interesa bastante desde el punto de vista personal. «Escribir sobre las acciones de hombres de mar que apresaban otros barcos, que robaban mercancías en los puertos o que desembarcaban en la costa para saquear, me parecía mucho más atractivo que hacerlo sobre otras cuestiones», nos dice este historiador.
Un tema interesante y atractivo, más aún si conocemos las conclusiones que se han desprendido de este estudio, tal y como nos resume el propio Jesús en esta entrevista.
-Jesús, ¿cuál ha sido el objeto de estudio de la tesis?
-Los marineros y embarcaciones del antiguo reino de Sevilla, que abarcaba territorio de las actuales provincias de Huelva, Sevilla y Cádiz, frecuentaron las costas norteafricanas, navegando por el Mediterráneo occidental e internándose en el océano Atlántico. A finales de la Edad Media, el tráfico marítimo era intenso. Ello daba lugar, no solo a unas interacciones pacíficas fructíferas, es decir, comerciales, sino también violentas o bélicas. A acciones de armadas de los distintos reinos de la época hay que sumar operaciones navales emprendidas por señores locales y oligarquías, expediciones de razia o cabalgadas y robos y asaltos casuales en los que pescadores y comerciantes se involucraban cediendo a la tentación de un rápido enriquecimiento. Esta experiencia marítima fue la que permitió el descubrimiento de las Indias. El fenómeno de la piratería y el corso fue de gran relevancia y significación en el entorno del antiguo reino de Sevilla, con un papel destacado por parte de poblaciones del litoral onubense, como Palos, Moguer, Huelva o Lepe. Hay que aclarar que la piratería era un acto de violación de la legalidad establecida, mientras que el corso se realizaba al amparo de una autorización específica o general, actuando contra los piratas o transgresores. Sin embargo, en esta época, la diferenciación entre ambas es mucho más confusa, -al no existir las famosas patentes de corso, por ejemplo-. Las fronteras eran difusas y permeables: un corsario podía convertirse en pirata en una acción determinada, y un antiguo pirata podía ser perdonado por los Reyes y comenzar a actuar como corsario a su servicio.
A lo largo de la tesis se han analizado multitud de casos en los que estuvieron implicados, como atacantes o víctimas, habitantes y vecinos del Golfo de Cádiz. Se han localizado, identificado y puesto en valor centenares de testimonios, descubriendo decenas de nuevos casos inéditos. Además, se han podido interrelacionar muchos de ellos, bosquejando así trayectorias vitales de personajes implicados, siempre con las limitaciones de la época y la documentación.
-Realmente, el tema de la piratería siempre ha llamado mucho la atención…
-Así lo creo. Es fascinante poder rescatar historias como la del capitán Juan Guerra, quien, junto a su cuñado y otros moguereños y palermos, se hizo con dos embarcaciones inglesas en 1479. El rico botín incluía coral, plata, joyas y monedas de oro y plata. O la del palermo Fernando Martínez Nieto quien, tras amotinarse con otros en una nave del jerezano Fernando Ruiz Cabeza de Vaca en torno a 1487, se dedicó a la piratería. Sería capturado en Cerdeña en 1491 y el rey Fernando el Católico ordenaría su traslado a la Península para proceder a su juicio y más que probable ejecución. Martínez Nieto, asociado con el andaluz Bartolomé Pardo, había llegado a robar frente al faro de Mesina (Sicilia) a un notable personaje: Francisco de Boxols, baile de Mallorca y caballero de la Orden de San Juan de Jerusalén.
La toma por sarracenos de un barco del conde de Niebla en la década de los años veinte del siglo XV, el robo de una galeota alicantina por pescadores de las almadrabas andaluzas a mediados de dicho siglo o la captura de unos catalanes en el verano de 1462 por la nave palerma ‘El Malfraile’, -los prisioneros intentaron encontrar refugio en el Monasterio de La Rábida, y al traicionarles corrieron al de Santa Clara en Moguer-, son solo algunos ejemplos de las centenares de historias que se han podido estudiar a lo largo de la tesis. Lamentablemente, la documentación conservada limita la precisión y detalle de estos pasajes y, sin duda, algunos de los asaltos y robos se han perdido irremediablemente en la niebla de los tiempos.
-¿Cuáles son las principales conclusiones de la investigación?
-Se han consultado algo más de treinta archivos nacionales e internacionales, centenares de legajos y libros-registro, referenciándose más de 1.800 documentos. En total, se han registrado más de 500 incidencias marítimo-portuarias sucedidas en el período 1400-1550, de las que más de un 80% pueden ser consideradas ataques pirático-corsarios. Gracias al examen cuidadoso de los datos extraídos se puede concluir que, si bien el número de implicados gaditanos y sevillanos -como atacantes o como víctimas- es muy superior al de los onubenses -es una cuestión también poblacional o de implicación en el tráfico marítimo-, sin embargo, en la relación entre ambos papeles, el saldo final de las localidades onubenses se inclina claramente hacia el desempeño de actividades pirático-corsarias. Cuando son mencionados onubenses en estos documentos, suelen aparecer más como atacantes que como víctimas, y Palos destaca sobre otras poblaciones del siglo XV.
Se puede observar, además, que un tanto por ciento considerable de las agresiones se produjeron en las aguas más cercanas a las costas del reino de Sevilla. Lo robado era muchas veces la propia embarcación atacada. Sin embargo, la mercancía más presente en estos apresamientos era la humana: esclavos del norte de África y los propios oficiales y marineros de las naves rendidas.
-¿Tiene actualidad este tema?
-Como indico en la introducción de la tesis, la palabra ‘pirata’ aúna imágenes de libertad, valentía y aventura, casi todo con un sentido positivo. Tales valores son producto del legado romántico, de las novelas de aventuras decimonónicas, en definitiva, de nuestro bagaje cultural cercano. En nuestros días, estos valores se han perpetuado e, incluso, acrecentado en cuanto a extensión y riqueza, todo ello a través de medios de comunicación e información, como el cine, la televisión o internet. Las crisis ideológicas y económicas, la identificación del fenómeno social de la generación perdida y toda una serie de condicionantes que conducen al aislamiento del individuo y el agotamiento de sus metas existenciales han contribuido, con toda probabilidad, a que cada día estemos más cerca de una visión romántica de lo que significaba y significa la vida en el mar: una vuelta al entorno salvaje primigenio, escapando de los agobiantes controles de las autoridades y de las férreas obligaciones dictadas por nuestro sistema socio-económico.
Sin embargo, esta visión actual del concepto de piratería queda muy lejos de la realidad y está llena de proyecciones de deseos insatisfechos. Había violencia y crudeza, nadie se deja robar sin coacción y amenaza. Los piratas pasan pronto de parecer iconos libertarios a constituirse en sanguinarios delincuentes. Llevado a nuestros días, los piratas informáticos o ‘hackers’ que roban información, pueden ser héroes cuando despojan al estado opresor de los medios para ejercer su función de control o cuando revelan informaciones secretas inconfesables que vulneran derechos y libertades. Pero también pueden ser desalmados secuestradores de vidas privadas, chantajeando a usuarios normales y corrientes por sus fotografías y documentos o utilizando sus ordenadores y móviles para espiar y realizar nuevos ataques.
En cuanto a la piratería de hace 500 años, destaca la implicación en este tipo de actividades de las autoridades de los puertos y localidades costeras del momento: consintiéndolas, amparándolas, participando en ellas. También aquellos encargados de velar por el cumplimiento de la ley procedían a embargos de naves y cargamentos de forma indebida o ejercían sus atribuciones en perjuicio de los intereses de sus superiores buscando el beneficio personal. No pocos de estos piratas y corsarios tenían o terminaron teniendo una posición acomodada en sus poblaciones de origen, llegando a ocupar cargos en sus concejos o ayuntamientos. Desde luego, los posibles paralelismos que se puedan establecer con tiempos más cercanos dan lugar a una reflexión interesante.
-¿Quién la ha dirigido?
-El profesor titular de Historia Medieval de la Universidad de Huelva Dr. Juan Luis Carriazo Rubio, destacado profesional e investigador al que me une, no solo el respeto debido a un mentor, sino también una gran amistad.
-¿Qué ha supuesto para ti presentar la tesis?
-La culminación de años de trabajo. Es un alivio ver por fin plasmadas las centenares de páginas en dos volúmenes. No es fácil culminar una investigación así, pues siempre estás tentado de seguir buscando nuevos testimonios persiguiendo completarlo todo, leer e incluir la amplia bibliografía producida durante decenios de estudios e investigación sobre el tema, etcétera. En algún momento hay que tomar esa decisión y, cuando finalmente se acepta que hay que cerrar una tesis, hay un sentimiento final agridulce. Tanto mi director, como otros doctores, me hablaron de esa situación, pero es algo que creo que, si no se vive, no se termina de entender.
-¿Qué expertos formaron parte del tribunal?
-La verdad es que me he sentido muy honrado de poder contar entre sus miembros con historiadores de reconocido prestigio y de gran relevancia para el ámbito de estudio. El Tribunal estuvo compuesto por el Dr. José Enrique López de Coca Castañer, catedrático de Historia Medieval de la Universidad de Málaga, especialista en el estudio de la frontera andaluza, el reino de Granada y las relaciones con el norte de África en los siglos XIV al XVI; el Dr. Eduardo Aznar Vallejo, catedrático de Historia Medieval de la Universidad de La Laguna, especialista en navegación y comercio en la Corona de Castilla, así como en Historia de Andalucía y Canarias durante la Baja Edad Media; y el Dr. Pablo Emilio Pérez-Mallaína Bueno, catedrático de Historia de América de la Universidad de Sevilla, especialista en la Carrera de Indias, así como en Historia Naval Española de la Edad Moderna. Ha sido todo un orgullo que estos historiadores de extensa e intensa carrera analizasen y valorasen mi trabajo.
-Historiadores que, además, realizaron una valoración muy positiva de tu trabajo…
-El Tribunal fue muy generoso y preciso en sus observaciones y sugerencias. Estimó que se trataba de un estudio serio y bien fundamentado. Valoró muy positivamente el trabajo con el uso de las fuentes primarias y el conjunto del análisis, así como el esfuerzo en redactar un texto accesible y bien estructurado. Fueron más de 1.500 páginas y los miembros del tribunal tuvieron la paciencia y el denuedo como para leerlas todas y aportar todo tipo de indicaciones y anotaciones que pudieran enriquecer y completar la obra. Tuvieron a bien calificarla con la nota de Sobresaliente con mención Cum Laude por unanimidad.
-¿Tienes previsto publicarla?
-Sí, aunque debo llevar a cabo una revisión de la tesis para convertirla en una obra de divulgación más o menos digerible y eso necesita tiempo. Me apasiona investigar y no tanto redactar, lo reconozco.
-¿Qué estás haciendo en la actualidad?
-Soy profesor de Secundaria, en la especialidad Geografía e Historia. El último curso he tenido la oportunidad de estar trabajando en el IES ‘Pintor Pedro Gómez’ de la capital. Me mantengo vinculado a la Universidad de Huelva a través del Grupo de Investigación HUM-838 ‘Poder y territorio desde la Prehistoria a la Edad Media’ (Investigador Responsable Prof. Dr. Juan Aurelio Pérez Macías), integrado en el Campus de Excelencia Internacional del Mar (CEI-MAR).
-¿Tienes en mente algún otro proyecto de cara al futuro?
-Seguir investigando, ampliando el margen cronológico, junto al también historiador y archivero Rubén Fernández Rentero. Nos centramos en el análisis y estudio de la piratería, el corso y la guerra naval en el entorno onubense y el del Golfo de Cádiz, entre la Edad Media y la Edad Moderna. Especialmente, nos interesa la lucha contra el corso berberisco y el desarrollo de acciones navales por parte de marinos onubenses. En todo ello seguimos contando con la supervisión, ayuda y colaboración del profesor Juan Luis Carriazo Rubio.
-Para terminar, y tras tu experiencia, ¿qué consejos darías a los universitarios onubenses?
-Por desgracia, no puedo ofrecerles una solución a sus problemas ni un consejo que les facilite el camino. Solo les diría algo que haría extensivo a toda la sociedad, una petición: que se interesen por su Historia y que cuiden de ella. Hoy es más difícil saber cómo fue la vida de los onubenses del pasado porque a lo largo del tiempo no hubo suficiente preocupación por respetarla y conservarla. Y, por culpa de eso, hay episodios históricos, obras de arte y edificios significativos que nunca podrán recuperarse.
1 comentario en «El historiador Jesús Hernández certifica la gran afluencia de piratas a zonas del litoral onubense como Palos, Moguer, Huelva o Lepe»
Personas como esta son el ejemplo a seguir, estudio, capacidad e independencia. Enhorabuena, jóvenes como este es lo que necesita nuestra sociedad.