José L. Rúa / Ayamonte. Desde hace 25 años, Juan Agüera es el responsable de la enseñanza del golf en el campo de Isla Canela en Ayamonte. Llegó a la ciudad fronteriza marcado por su amor al golf y por todo lo que ello conlleva. Venía como discípulo de Miguel Ángel Jiménez, de haber ejercido de caddy y de haberse preparado a conciencia para ser profesor de esta especialidad deportiva. Se trajo de su Málaga natal el estilo, y se cosió en la mirada el paisaje y cada hoyo del Real Club de Golf de Sotogrande, para él, el más bonito de España.
Actualmente ejerce de jugador en determinados momentos y se enfrenta en el Circuito Andaluz profesional y en el Campeonato de España Senior/Absoluto. Para que todo ello sea positivo, entrena todos los días. El campo de Isla Canela le obliga a utilizar todos los palos, los necesita en muchos hoyos. Ve en el hoyo número 2 el más difícil, especialmente para los amateurs, y se relaja en el número 10, el más bonito de todos.
Cuando Juan llegó a Isla Canela había nueve hoyos (1993), con lo cual, le ha visto crecer casi desde el principio. Ahora disfruta con estos 18, diseñados por Juan Catarineu. Juan Agüera lo hizo como profesional del club y pasado el tiempo, lo sigue haciendo y habiendo ampliado de manera sustancial, el alumnado. Hoy, además de sus clases y asesoramiento a los profesionales de la Challenger Tour, lo hace a jugadores de toda la zona atlántica hispano-portuguesa.
En la escuela de Isla Canela en la actualidad cuenta con un número importante de pequeños, que van mejorando de manera muy significativa y que ya son asiduos de los podios en los que participan. Kostka Horno, Yago Horno o Alba Vázquez son algunos de ellos. Y si ahora se ve futuro en los nuevos jugadores, no hace mucho lo fueron Manu Pulido campeón de España universitario con UHU; Javi Vázquez Postigo (2018) con UMA; y Juan Agüera (2019) también con la UMA.
Este hombre exigente y disciplinado se esfuerza en cada clase por obtener el mayor rendimiento de las capacidades de sus alumnos. Observador y analista del movimiento, sabe cómo reducir el mal gesto y hacerlo más económico y más ajustado a la perfección. Analiza la coordinación del golpe, observa la manera de coger el palo, aconseja la práctica del golpe hasta su dominio y hace de cada sesión un avance en la mejora técnica.
Y así, tras 25 años de enseñanza continuada en Isla Canela, tiene que dejar el café encima de la mesa y coger sus herramientas de trabajo para irse a Quinta do Vale, donde un grupo de escoceses le esperan, como tantas otras veces, para un golf-clinic.