Laura Cebrino. Hoy presentamos el caso de Marcial Gómez Santos, un onubense por el mundo que lleva desde 2015 en Cracovia (Polonia). Formado en la Universidad de Huelva en Ingeniería Técnica Industrial y posteriormente en Ciencia y Tecnología Química, este joven de 32 años decidió marchar hace cuatro «por frustración», reconoce; recién obtenida su titulación combatió el desempleo dando clases particulares, hasta que «decidí dar un giro a mi vida yéndome a buscar fuera la oportunidad que no se me presentaba en mi país», confiesa el onubense.
«En mis inicios en Cracovia, comencé a vivir con cuatro personas en uno de los pisos de un edificio de alquiler; más tarde pasé a vivir con tres chicos (un italiano, un húngaro y un polaco) a una casa baja; mi tercera mudanza fue con mi compañero y amigo húngaro y un joven vietnamita a otra vivienda del centro de la ciudad. En la actualidad, vivo en un lugar más tranquilo y menos ruidoso, a unos 15 minutos del centro en autobús, en un piso pequeño de dos habitaciones, un cuarto de baño y una cocina».
Cracovia es una ciudad con mucha historia, está situada al sur del país y tiene una población de unos 800.000 habitantes. Con edificios de mediana altura copados por aquellos más modernos de alturas considerables, que indudablemente destacan entre los más antiguos que aún siguen sin reconstruirse desde la 2ª Guerra Mundial, «este hecho es uno de los principales atractivos de la ciudad, pues llama la atención de muchos curiosos y visitantes», completa nuestro protagonista.
«Otros lugares de interés son el barrio judío (Kazimierz), la plaza de las sillas o la fábrica de Schindler (famosos por la película ‘La lista de Schindler’). El dragón es el símbolo de la ciudad y sus amplias zonas verdes también son para Cracovia una de sus grandes referencias. No muy lejos se encuentran las montañas Tatras, la más conocida en Zakopane, llena siempre en invierno de esquiadores y de montañeros en verano», concluye.
Con respecto al clima, Marcial lo reconoce: «El invierno es duro, podemos alcanzar temperaturas de – 25ºC y además, no existe un verano real, como mucho, se siente una temperatura agradable en el mes de agosto». Del día a día de las calles cracovianas Marcial destaca el gran uso que sus cuidadanos hacen del transporte público y de la bicicleta, cuyo carril recorre la ciudad de un punto a otro. «Cracovia es una ciudad universitaria llena de alegría, siempre hay algo que ver o que hacer», añade.
Con respecto a sus habitantes: «Los polacos son personas reservadas y muy creyentes. Al principio cuesta entablar una relación con ellos pero una vez que cogen confianza son personas muy hospitalarias y serviciales». Para la mayoría de ellos, España es un lujo; tienen muy buenas referencias de nuestro país, «siempre me preguntán por qué estoy aquí en lugar de allí, para ellos España lo tiene todo: buena gastronomía, buen clima, buenos deportistas y sus habitantes son alegres y con mucho sentido del humor», comenta Marcial.
Tras cuatro años viviendo allí, el nivel de inglés de Marcial ha mejorado notablemente: «mi nivel de inglés ahora es muchísimo más aceptable que el que tenía cuando llegué. Es más, al salir de España te das cuenta de que la forma que tenemos de aprender inglés en nuestro país difiere mucho con respecto a su enseñanza en otros países, pues en lo que se refiere al desarrollo del inglés hablado, de la comunicación oral, los españoles no estamos preparados». Con respecto al polaco, el joven asegura que es un idioma muy difícil cuyo nivel en la actualidad no es superior al básico (¡A pesar de llevar allí casi un lustro!).
En líneas generales desde su llegada y hasta el día de hoy, para Marcial la experiencia está siendo muy enriquecedora; está muy agradecido con Polonia, pues le ha brindado las oportunidades profesionales que le han hecho sentirse muy orgulloso de los pasos dados: «Aunque es inevitable no extrañar el paraíso onubense y a los tuyos, la experiencia sin duda está mereciendo la pena, pues me ha hecho crecer personal y profesionalmente de una forma crucial para mi futuro«, comenta el joven.