Fernando Fernández. Las excavaciones han demostrado que las mujeres fueron agentes muy importantes en las migraciones, y no sólo como pilar de la familia sino también como exploradoras y guerreras. Su papel fue especialmente importante en áreas deshabitadas, donde eran vitales para poblar los nuevos asentamientos y ayudarlos a prosperar. Crearon Europa.
El tema de la igualdad de la mujer está hoy de plena actualidad porque no está resuelto, y hay que hablar de cuotas e igualar salarios, existiendo como un techo de cristal invisible que les impide tener los mismos derechos y oportunidades laborales que los hombres.
Los Tartessos al parecer sí que tenían esto resuelto, como lo tienen al parecer hoy día en los países nórdicos. Así, las estelas de guerreras del suroeste demuestran que ya en la época atlante era habitual entre estos pobladores nórdicos la ambivalencia en los roles masculinos-femeninos, como lo es hoy en sus países, es decir, en Escandinavia, el espejo donde nos deberíamos volver a mirar tras siglos de oscurantismo y cosificación ideológica de la mujer.
A ver si saben de dónde procede esta declaración: “Respecto a las mujeres, declaramos, que sería preciso poner sus naturalezas en armonía con la de los hombres, de la que no difieren, y dar a todas las mismas ocupaciones que a los hombres, incluidas las de la guerra, y en todas las circunstancias de la vida”. Esta afirmación es puesta por Platón en labios de su maestro, Sócrates, en su diálogo Timeo (Página 15, Ed. P. De Azcárate, precisamente donde presenta la historia de La Atlántida, y repite que no es ficción. Hoy sabemos que era Tartessos.
Según esa cita, hombres y mujeres hacían la guerra, y eso era típico de los nórdicos. Al parecer eso no fue algo habitual en el Mediterráneo, hasta la llegada de los atlánticos. Las amazonas del egeo eran guerreras nórdicas llegadas con las sucesivas oleadas de migraciones.
Hay muchas pruebas del mestizaje en la época de Tartessos (1.000 a.C.) con pobladores nórdicos: en la literatura griega queda claro que los protagonistas tenían níveos brazos, ojos claros, pelo rubio y trenzas. Muchos guanches de Canarias lo eran, el 50 % de las estelas de guerreros del suroeste de Iberia eran guerreras. Escribían con runas (Escritura Lineal Atlántica), levantaban megalitos, sus barcos tenían la proa y la popa simétrica, y el fondo plano, eran altos, muy blancos y de ojos claros (ídolos oculados), y nos dejaron una toponimia referida a sus dioses (Odiel, Odivelas, etc, por Odin) y referencias también a sus reyes, semi-dioses. Así, según he podido averiguar, Anda-Lux significa el Reino de la Luz, Andévalo, el Valle de los Reyes, Ana del Guadi-Ana, el Río de los Reyes (An-Ax, luego ánade). Por eso aparecen personajes muy blancos en pinturas rupestres de Sahara. Incluso nuestro seseo/ceceo es una herencia nórdica.
Mirina, la guerrera de Cáceres que arrasó Valencina y fundó Mairena. En el mundo de Tartessos y luego en el nórdico eran habituales esas amazonas o mujeres guerreras, en una proporción casi al 50 % a veces con los hombres, como han demostrado las estadísticas hechas de las sepulturas analizadas de la edad del bronce final. Así en 2.015 en el yacimiento de “La angorrilla”, junto a Alcalá del Río, Sevilla, apareció un enterramiento colectivo, con amazonas o mujeres guerreras armadas de arcos, y guerreros de 1,80 m. de alto, muchísimo para la época…
Aethelman asocia esas guerreras a una batalla en la que “Mirina”, una reina atlante de Cáceres, arrasó Valencina de la Concepción, a 13 Km. de Alcalá del Río, fundando la actual Mairena en el aljarafe sevillano, a la que debería su nombre. Afirma que era nieta de Atlante (Atlas) y suegra de Medusa, la abuela del Rey Gerión, y que su enterramiento era el rico yacimiento de la Aliseda, Cáceres (1.400 a.C.). En su curioso collar de reina llevaba una representación de cada reino atlante de Tartessos. Pueden leer los detalles en su obra, titulada “Atlántida, El Reino del Olvido” (Pág. 384 a 394).
“Valkirias” llaman a las mujeres guerreras en los países nórdicos, pero nosotros las conocemos como “Amazonas”, desde que en 1.542 la expedición de Francisco de Orellana fue atacada por guerreras desde las orillas del río del mismo nombre, en Brasil.
Platón nos dice en su diálogo sobre La Atlántida, Critias, (página 274. Ed. P. De Azcárate): “Los trabajos de la guerra eran entonces comunes a las mujeres y a los hombres, y es por esto que la Diosa de la guerra era representada en sus imágenes y en sus estatuas con una armadura; era como una advertencia, para indicar que desde el momento en que el varón y la hembra están destinados a vivir juntos, la naturaleza ha querido que pudiesen ejercer igualmente las facultades, que son el atributo de su especie”.
Igualmente, hoy sabemos que las mujeres vikingas medievales acompañaron a los varones en sus primeras invasiones por Inglaterra. Así, de 14 entierros vikingos de la época, seis de ellos pertenecían a mujeres, siete eran hombres y uno era indeterminable.
Gracias a un reciente estudio arqueológico de ADN, se ha conocido que las mujeres vikingas, imitando a sus antepasadas de Tartessos, no eran una excepción en la guerra, y a veces igualaban en número a los hombres en combates y razzias.
Las mujeres fueron de suma importancia en la sociedad, al igual que los son hoy; gozaban de un inmenso respeto por parte de los hombres, quienes podían meterse en serios problemas legales si cometían la imprudencia de mantener relaciones sexuales con ellas sin su consentimiento o las maltrataban (no, es no).
Las crónicas romanas y los hallazgos arqueológicos por toda Europa nos ofrecen más evidencias. En el poema nórdico titulado “El Canto de Harbbard”, un diálogo al estilo de Platón y Homero, entre el dios Thor y un barquero que da nombre al mismo, dice Thor: “Mujeres guerreras combatí en Hlesey. Habían hecho lo peor, mataron a todo un pueblo”. Harbbard, el barquero le contesta: “Fue una cobardía Thor, luchar contra mujeres. A lo que Thor replica: ésas más que mujeres, eran lobas.”
También sus poesías nos hablan de estas valerosas guerreras, como por ejemplo este pasaje de la Saga Finn: “Allí a través de alguna batalla donde los hombres caen rápidamente, con sus caballos caminando sobre sangre cabalgan ellas…”.
Según las sagas o “historias nórdicas”, una especie de anales que a veces tenían tintes mitológicos, algunas mujeres que no tenían aún la responsabilidad de criar una familia, rendían culto a “Freya”, señora de la batalla. Estas “valkirias” podían aprender el uso de las armas y vivir como guerreras (“Skjaldmö”). Esas Skjaldmö o Valkirias que en otros sitios se conocen como Berseker, aparecen también en crónicas de otras naciones germanas como los Godos, según la obra “Nordisk familjebok”.
Algunas de ellas renunciaban a su feminidad y a tener hijos para dedicarse por completo a la vida de soldado. Son mencionadas con frecuencia en la Saga Hervarar y en la Gesta Danorum, esta última del historiador danés Saxo Grammaticus del siglo XII. En ella escribió que esas guerreras se vestían como hombres y se dedicaban al aprendizaje de la espada. Y ese “Skj-Aldmö” nos recuerda al apellido “Almo-guera”.
Saxo, que significa Sajón, relata que cuando el rey sueco Sigurd Ring y el rey danés Harald Wartooth se encontraron en la batalla de Bråvalla a mediados del siglo VIII, 300 luchadoras devotas de Freya batallaron en el bando danés. Escribió también sobre una guerrera llamada Lagertha, que luchó junto al famoso Vikingo Ragnar Lothbrok en una batalla contra los suecos, y tan impresionado quedó Ragnar con su coraje que luego la buscó y ganó su mano en matrimonio.
Al parecer, otros sepulcros preservados en zonas pantanosas, ubicados en Dinamarca, los Alpes, y la alta Baviera, destacan la presencia de estas valkirias o cazadoras, ya que los restos son de diversos cuerpos de mujeres portando arcos.
Por lo visto, una reciente investigación realizada por Shane Mc Leol de la Universidad de Australia Occidental ha revelado que el papel de las mujeres fue muy relevante, certificando que en las excavaciones “hay más artículos de vestir femeninos que masculinos”, e incluso como luchadoras en las contiendas…Continúa en Pág. 93 de “Atlántida encontrada y demostrada”, disponible en Amazon y en las librerías del centro de Huelva.