Rosa Mora. Nació en Madrid y no en Huelva, un hecho que Jesús del Toro García califica sin embargo de circunstancial. «Nací en Madrid por accidente -por trabajo de mi padre- pero mis 4 hermanos, padres, abuelos, tíos y primos son de Huelva capital«, señala a Huelva Buenas Noticias. «Vivíamos -añade- en la calle Alfonso XII encima de Las Tinajas -lo que hoy es ‘Tecnidib’- y luego más tarde frente a Las Teresianas. Fui al IES Alonso Sánchez y desde 1984 pertenezco a las hermandades de La Borriquita, en la que salí de penitente desde ese año, y de costalero del paso de misterio desde el 1998 hasta 2012, y del Nazareno, penitente desde el 1987 y costalero de la Virgen de la Amargura desde el 2000, incluso todavía me dejan un ratito si vengo entrenado de gimnasio».
Graduado en Arquitectura en Londres y con formación en Diseño e Innovación, adquirida también en la capital del Reino Unido, el onubense reside en Sídney desde hace casi 6 años. Al país oceánico llegó tras una temporada viviendo junto a su mujer en París y, posteriormente, Londres. De todo ello hemos conversado con Jesús del Toro.
– Resides en las antípodas de España, y aún así sigues muy unido a Huelva, ¿No es así?
– Así es, intento venir cada vez que la economía, el empleo y la familia lo permiten. Son 23 horas de avión y 3 horas de tren más 1 horas de coche. No duele pero es ‘mucha tela’. La Semana Santa y El Rocío es a día de hoy lo que más une por la transferencia generacional a mi hija, la primera hermana australiana del Nazareno gracias al apadrinamiento de la familia Calviño.
– En estos momentos resides en Sídney, ¿Qué te llevó hasta allí?
– Mi mujer. Vivíamos en Londres como zona neutral, ella es francesa pero hizo estudios en Málaga y vivió en Cádiz, y no veíamos futuro ni en España ni Francia. Después de 2 años le plantearon un traslado temporal, con visa de 4 años a Sídney o Singapur. Y aquí estamos.
– ¿Cuál es tu actual empleo?
– Graduado en Arquitectura en Londres y luego Diseño e Innovación también en Londres era más fácil para mí estar en un país en pleno desarrollo. He trabajado para grandes firmas (SJB y Scott Carver en arquitectura) pero desde que hicimos nuestro propio proyecto tengo mi propia empresa de Arquitectura e Interiores y otro negocio como autónomo de fotografía de arquitectura e interiores.
– ¿Es tu primera experiencia internacional o has vivido en otros países con anterioridad?
– Viví una etapa en París con mi mujer, pero no nos gustaba y fuimos a Londres gracias a su disponibilidad. Luego surgió Sídney.
– Respecto a Sídney, ¿Cómo describirías la ciudad?
– Es como Punta Umbría pero a lo bestia: tiene ría, puerto y playas. Clubes marítimos, parques nacionales y un centro que es mini-Manhattan. Todo es a mayor escala pero es pequeña comparada con otras ciudades globales. Está en el top 10 de ciudades globales y en el top 10 de ciudades ‘vivibles’. Es la única en ambos rankings, así que es la única ciudad ‘vivible’ a nivel global… y se nota. Lo más impactante es el balance entre trabajo y vida privada pero no menos es la calidad de la comida y el poder adquisitivo. Se protegen mucho (es una isla remota, enorme, pero isla) y es muy complicado quedarse. Hemos pasado mucho y vemos cada día las dificultades de mucha gente por venir o quedarse. Nos consideramos muy privilegiados y lo transmitimos cada día a nuestra pequeña.
– Y de Australia, ¿Qué es lo que más te ha impresionado?
– La diversidad en todo. La gente es de todas partes menos de Australia. La cantidad de inmigrantes es excepcional y el respeto por la pluralidad cultural es tan fuerte en el australiano que te sientes como en tu casa en muchos aspectos. En todas partes hay energúmenos, pero el ratio creo que es menor o se percibe menos por el mencionado respeto cultural , herencia Commonwealth, y la sensibilidad humana que se imparte a nivel educacional. Están muy conectados con la naturaleza y asombra su conocimiento, respeto y honestidad, rozando lo naif. Ello implica que el europeo es bien recibido y se le asume cierta superioridad intelectual, al fin y al cabo es un país joven y en desarrollo, y eso también tiene consecuencias e implicaciones.
– ¿Algo a lo que te haya costado acostumbrarte?
– A empezar el día a las 6.30 horas, reservar un restaurante a las 18.30 horas, irte a casa a medianoche, salir del trabajo a las 17.30/18.00 horas, ver la Champions a las 4.45 horas, no tener molletes de Antequera, gamba blanca de Huelva o juergas flamencas de amanecer en El Tabla con una guitarra y la voz rota. No poder trasnochar ni en verano, bañarse en aguas cristalinas rodeado de fauna desconocida, y contener las pasiones incluso cuando juegas al fútbol los domingos [al árbitro hay que hablarle de usted]. Y aunque casi no veo la tele, la oferta es penosa.
– En referencia a los idiomas, ¿Dominas el inglés?
– Sí. Mi padre era un visionario y me apuntó a clase extraescolares desde que tenía 6 años. Le odié todos los martes y jueves durante 12 años, pero ahora lo recuerdo de otra manera.
– ¿Cómo lleva tu familia que residas en un lugar tan lejano?
– Siempre fue una sensación mixta. Al vivir en Madrid hasta los 17 siempre tenía amistades de verano, Navidad, Semana Santa y Camino, que era cuando veníamos. Así que siempre había esa distancia. Luego viví en Huelva pero me fui a estudiar a Sevilla, así que otra vez había distancia. Al final se hizo más grande y todos nos hemos adaptado como hemos podido, disfrutando los momentos juntos con intensidad.
-¿Qué añoras más de Huelva?
– Las tradiciones, gastronomía, la familiaridad de la gente, la geografía y la capacidad que tiene Huelva de sentir de manera multitudinaria y vivir sus eventos más importantes.
– ¿Cuáles son tus aspiraciones?
– Seguir siendo feliz a pesar del lugar, ser cada día mejor persona y mejor profesional, sentirme orgulloso y privilegiado de la familia que hemos creado tan lejos de las nuestras y transmitir el legado cultural a la siguiente generación a pesar de las dificultades.
– Para terminar: un mensaje a los onubenses.
– Que valoren no solo lo que tienen si no lo que podrían llegar a tener. Como dijo alguien: “el racismo se cura viajando y el fascismo leyendo”. Salgan y comparen, pero, sobre todo, vuelvan e implementen lo que hayan aprendido, que sirva de verdad para prosperar y mejorar lo que ya tenemos, que es mucho, pero podríamos estar mejor. Huelva necesita de mucho cariño y los onubenses son responsables de su devenir, no esperen que venga alguien a mejorar lo que hay, tiene que suceder desde dentro. Para mí es fácil decirlo a 18.000 kilómetros pero más valor tienen quienes abogan por lo nuestro desde la Plaza de Las Monjas o en un banco en la Ría. Mi más profunda admiración por ellos.