Ana Rodríguez. Hace un par de años, dábamos a conocer en Huelva Buenas Noticias a José María Galán, un ingeniero técnico forestal de Almonte que trabaja de guía en el Parque Nacional de Doñana desde el año 1992. En aquel reportaje, contábamos la alta cualificación de este onubense para las labores de rastreo -capacidad de interpretar las huellas que los animales dejan en el entorno-, técnicas que había aprendido tanto de los antiguos guías del Parque, como de su experiencia en Boswana con los bosquimanos.
Hoy retomamos la carrera profesional de José María, quien acaba de regresar de África, donde ha comenzado a trabajar para erradicar el tráfico ilegal de especies. El onubense ha sido seleccionado por la Junta de Andalucía para aportar sus conocimientos a la puesta en marcha del Plan de Acción Español contra el Tráfico Ilegal y Furtivismo Internacional de Especies Silvestres.
Esta iniciativa, el primer Plan de Acción Nacional que se aprueba en la Unión Europea y que se ha elaborado con la participación de cinco Ministerios -Asuntos Exteriores y de Cooperación; de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medio Ambiente; de Economía, Industria y Competitividad; de Hacienda y Función Pública-, de la Fiscalía General del Estado y del Seprona de la Guardia Civil, supone la apuesta más importante de nuestro país para luchar contra una de las mayores amenazas para la biodiversidad a nivel mundial.
Andalucía, a través de la Consejería de Medio Ambiente y Ordenación del Territorio, ha sido la primera, y hasta ahora única, comunidad autónoma en incorporarse de pleno al Plan español y lo ha hecho designando a dos funcionarios expertos, siendo uno de ellos el almonteño José María Galán.
La rápida y comprometida implicación andaluza responde, en gran medida, a su localización geográfica. Nuestra comunidad es paso obligado y puerta de entrada para los grupos criminales organizados que centran sus actividades ilícitas en el tráfico internacional de especies amenazadas desde África y Sudamérica, con dirección a Europa y Asia.
La situación, como explica Galán, es crítica, ya que el tráfico de especies silvestres es uno de los top 3 del tráfico ilegal del planeta, sólo por detrás del de armas y drogas. Loros, guacamayos, lagartos, serpientes, todo tipo de aves exóticas, corales, pieles de mamíferos carnívoros en peligro de extinción y, de manera mucho más alarmante, colmillos de elefante y cuernos de rinoceronte son incautados con regularidad a las mafias que utilizan el suelo andaluz como escenario de sus actividades delictivas.
Para atacar de lleno la raíz del problema, el almonteño, experto en rastreo y formación, y un compañero especializado en veneno y tráfico de especies, han sido enviados a África en misión especial. Han visitado varios países, entre ellos Namibia, Sudáfrica, Mozambique y la República Centroafricana. Una experiencia que les ha permitido conocer en primera persona cómo actúan estas mafias, especialmente cuál es origen del tráfico de elefantes y rinocerontes.
«Hemos obtenido mucha información en nuestro viaje. Hemos establecido contacto con comunidades locales para conocer sus necesidades y trabajar con ellas. Mi acción ha sido sobre todo en formación en materia de rastreo y protección de rinocerontes y elefantes en la lucha contra los furtivos, pero también hemos detectado carencias en temas de equipamiento, materiales, navegación, nuevas tecnologías, etc. que hemos tratado de suplir», explica el guía de Doñana.
El onubense ha transmitido sus conocimientos a los guardas, rangers y policías de estos países africanos que luchan constantemente contra las comunidades de crimen organizado dedicadas al tráfico de especies, una actividad que mueve entre 8.000 y 20.000 millones al año en cifras de la Unión Europea. «Los que están detrás a veces son grupos armados, no sólo mafias, que operan sobre todo en el África Subsahariana y son fuente de financiación para estos grupos», comenta José María Galán.
Estas entidades son muy peligrosas y asesinan a los guardas de los parques para poder hacerse con los animales que custodian. Como explica el onubense, en las Montañas Virunga hace una semana «mataron a cinco guardas. Nosotros los formamos para que estas cosas no sucedan, para que haya buena relación con la comunidades locales, se genere empleo, apoyo a las ONG y empresas locales y se gestionen las reservas de caza«.
En este punto, el rastreador pone de relieve que, desde hace unos años, la presión sobre la caza en África ha hecho que cada vez vayan menos cazadores extranjeros, especialmente americanos y europeos. La ausencia de demanda de safaris en estas reservas, cuya extensión de media puede ser la mitad de la provincia de Huelva y contener entre 500 y 600 elefantes, da lugar a la activación de planes de gestión cinegética, que permiten matar a algunos animales al año, los más ancianos, pudiendo mantenerse con los beneficios de su venta casi una comunidad de la zona.
Las concesiones para explotar estas fincas, que conceden los gobiernos, están prácticamente cerradas desde 2017, lo que ha dado lugar a que se haya dejado «mucho terreno liberado para la caza furtiva y descontrolada. Esto tiene muchas implicaciones, porque genera pobreza en los países y desestructura comunidades locales», apunta Galán.
Por otro lado, gracias a las indagaciones realizadas por los dos funcionarios andaluces en África, el Plan Nacional ha descubierto una ruta de tráfico de especies protegidas, la Ruta Oeste. A través de ella, los furtivos introducen sus productos, como el marfil, en Europa por la zona Portugal-Huelva principalmente desde Angola, Mozambique y Sudáfrica. Una valiosa información para cercar aún más a estos cazadores ilegales.
Pero la labor de Galán no se circunscribe sólo a África. En España también ha formado a cerca de un centenar de agentes del Seprona que trabajan contra el expolio y traslado a gran escala de especies autóctonas andaluzas, como es el caso de la angula de las costas de Huelva y Cádiz, que se envían a los mercados asiáticos, principalmente China y Tailandia.
Y es que, como bien deja constar el almonteño, «Andalucia en particular es un punto de encuentro para Sudamérica, África, Europa y Asia, de ahí que seamos claves y la implicación de todos sea necesaria para acabar con esto». Y es que los ciudadanos tienen mucho que decir en este asunto. No coleccionar animales en peligro de extinción y mirar la etiqueta de los productos y exigir certificaciones antes de comprarlos para cerciorarse de que no provienen de un mercado ilegal, son acciones que están en la mano de todos para acabar con estas mafias.
«Estamos desfaunando la naturaleza y, a nivel de la comunidad internacional, la pérdida de biodiversidad es un problema equiparable al cambio climático. Hay que cambiar de actitud y entender que no podemos seguir como estamos. Tenemos que cambiar nuestro pacto con la naturaleza«, argumenta José María Galán.
Por último, el onubense anima a la sociedad a participar en el próximo Zoo Hackathon, una iniciativa que se celebrará en Madrid en septiembre, en el Zoo de la ciudad, consistente en proponer ideas basadas en la tecnología para terminar con las redes de tráfico de especies, el furtivismo y contribuir a la localización de zonas envenenadas.
Sin duda, todos podemos apoyar de diversas maneras la lucha contra este problema internacional, pero sólo la experiencia de unos pocos, como la de este almonteño, será crucial para erradicar esta lacra.