Mari Paz Díaz. La plataforma ‘Huelva te mira’ se hacía eco hace unos días del hallazgo realizado en la playa de El Portil por el doctor en Arqueología Subacuática Claudio Lozano Guerra-Librero de unos restos que parecían pertenecer al pecio de Matagrana, encontrado en este mismo emplazamiento de la Costa de Huelva en 2008. En concreto, según ha explicado en un escrito dirigido a la Delegación Territorial de Cultura el propio Lozano, «los restos de madera (muy probablemente roble) pudieran pertenecer a un fragmento de la estructura del “Pecio de Matagrana”, o bien insto a que se descarte de que se trate de otra embarcación, ya que se encuentran en una cota diferente de dónde se ubicaba el “Pecio de Matagrana” y además presentan otra orientación. Es muy improbable que los restos sean los mismos que los hallados en 2008, ya que los restos excavados se soterraron cerca del aparcamiento de un chiringuito cercano».
Recordemos, como ya publicó Huelva Buenas Noticias, que, en 2008, la retirada de la alineación de dunas tras un fuerte temporal dejó al descubierto los restos de esta embarcación de madera en la playa de El Portil, en el término municipal de Punta Umbría. Este hecho, según recogía el Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico (IAPH), llamaba tanto la atención que, tras realizar una investigación arqueológica previa, se determinó que se trataba de un barco que presentaba un método constructivo de tradición inglesa, adscrito a una cronología de mediados del siglo XVII a mediados del XVIII. Se confirmaba, por tanto, entonces, que se trataba del que se conoce como Pecio de Matagrana.
Previamente a este estudio, se barajaron muchas posibilidades sobre la procedencia de los restos, puesto que se llegó a pensar que se trataba del galeón San Medel y Celedón, uno de los barcos hundidos en tierras onubenses procedente del comercio entre Europa y las Indias de mediados del siglo XVI, o, incluso, que era un mercante holandés de entre finales del XVII y principios del XVIII. Tesis que finalmente se descartaba por los expertos.
En concreto, los hechos ocurrieron el 14 de febrero de 2008, cuando en la playa de El Portil se localizaba el pecio de Matagrana, puesto al descubierto tras un fuerte temporal, siendo fundamental en el hallazgo el arqueólogo subacuático Claudio Lozano. En el trabajo de campo en la playa participaron una media de seis arqueólogos, que aportaron informes referentes a la datación de la embarcación y a la conformación de su arquitectura naval.
Ahora, los nuevos restos de madera que han aflorado vuelven a situar en la actualidad aquellas investigaciones de 2008, que, sin embargo, no son el único hallazgo realizado en el fondo del mar en la Costa de Huelva. Por ejemplo, tan sólo un año después, en 2009, y en una zona muy cercana, en El Rompido, en el término municipal de Cartaya, se realizaron trabajos para rescatar un cañón de bronce, que había sido descubierto casualmente por unos pescadores, -por Francisco Jesús Valdés Esparragosa, Sebastián Rivero Esparragosa y José María Mena-, mientras realizaban su habitual jornada de pesca. En esa ocasión, el Centro de Arqueología Subacuática llevaba a cabo la extracción del obús, así como una prospección arqueológica en la zona.
Un valioso descubrimiento que ponía de manifiesto que esta pieza de artillería pertenecía a algún pecio de gran valor que se habría hundido en las aguas onubenses. El cañón se encontraba muy bien conservado, tal y como puede comprobarse en el Museo de Huelva, donde se encuentra custodiado. En concreto, el cañón recuperado se había fundido en 1797 en la Real Fábrica de Artillería de Sevilla, teniendo como destino Cádiz, contando, además, con el escudo real de Carlos IV.
Junto a este obús, en los últimos años, han sido varios los cañones que han ido apareciendo en la Costa de Huelva, como sucedió en el Muelle de Levante de Huelva, cuando, durante las obras de un dragado efectuado en 1974, aparecieron dos cañones octogonales de bronce, decorados con serpientes y datados en los mismos siglos, así como sucedió en Almonte, en la zona conocida como Mata del Difunto, y en Doñana, a la altura de Torre Zalabar, donde se localizaron restos de madera, cañones y ballestas correspondientes a un barco hundido de época moderna. Todo ello sin olvidar la pieza del siglo XVIII hallada por un particular en 2005 en Mazagón, correspondiente a la dotación del navío ‘El Rayo’, conocido por su participación en la Batalla de Trafalgar de 1805.
Unos hallazgos que ponen de manifiesto la riqueza arqueológica e histórica que tienen las aguas del litoral de Huelva, de ahí que no debe sorprendernos este nuevo descubrimiento de Claudio Lozano en El Portil, sino que, lo más probable, es que, en el futuro, vuelvan a surgir nuevos restos en cualquier otro punto del litoral onubense.
No en vano, en el Golfo de Cádiz, desde el municipio onubense de Ayamonte al gaditano de Tarifa, se calcula que hay más de un centenar de tesoros pertenecientes a unos 800 barcos datados entre los siglos XVI y XIX, de los que las aguas onubenses podrían albergar un 25%. Tan sólo hay que recordar el botín del archiconocido Odyssey, el tesoro de la fragata española Nuestra Señora de las Mercedes, hundida en combate en 1804 frente a las costas del Algarve (Portugal), que fue rescatado por una compañía estadounidense. En total, en las aguas andaluzas existen unos 79 yacimientos arqueológicos confirmados por la Junta de Andalucía, de los que 13 se encuentran en la provincia de Huelva.
La privilegiada posición de la provincia de Huelva, al situarse entre el océano Atlántico y el Mar Mediterráneo, ha propiciado a lo largo de la historia que sean numerosos los grandes navíos que han transitado por sus aguas, siendo especialmente interesantes los buques de la etapa colonial española que transportaban las monedas de oro y plata desde América al continente europeo en el marco del comercio de las Indias. Pero, de igual modo, resultan llamativos los barcos que participaron en la Batalla de Trafalgar e, incluso, la Segunda Guerra Mundial.
Pero, ¿cuáles son los barcos que permanecen hundidos en aguas onubenses? Es una cuestión que hemos tenido la oportunidad de tratar en algunos artículos anteriores, pero hemos querido recordar y recopilar los ejemplos más significativos al ser un tema de interés y que vuelve a la actualidad a raíz de este nuevo hallazgo. Lo cierto es que esta pregunta no es tan fácil de responder, como puede parecer en un principio. Existen diversos estudios al respecto, pero todavía no se sabe a ciencia cierta un número exacto de barcos hundidos en esta zona del litoral.
A pesar de ello, sí se pueden apuntar varios nombres de embarcaciones que se hundieron en la Costa de Huelva, titulares a los que habría que añadir otros cuantos barcos que permanecen en aguas onubenses, pero de los que se desconocen sus nombres o sus características.
Los que sí conocemos son el galeón ‘La Concepción’, que procedía de Santo Domingo, hundido en aguas ayamontinas a finales del siglo XVI; el navío ‘San Bruno’, procedente de Lima, que naufragó también cerca de Ayamonte a mediados del siglo XVIII; el ‘San Antonio’, que venía de Puerto Rico y se hundió en Arenas Gordas, en Doñana, en el siglo XVI; el ‘San Miguel’, que desapareció cerca de Palos de la Frontera en el siglo XVI, al igual que sucedió con la nao ‘Espíritu Santo’; el ‘Santa Lucía’, que naufragó en 1551; la fragata ‘Ntra. Sra. de Begoña’, de la que se perdieron las noticias al oeste de Sanlúcar en el siglo XVIII; o el galeón ‘San Medel y Celedón’, uno de los más antiguos, al datar de la primera mitad del siglo XVI, un buque español que se hundió en 1544 y que provenía de las Indias con un cargamento de oro y plata. Un listado que, como hemos comentado, habría que completar con otros navíos y galeones de carácter colonial, como esperamos ampliar en un próximo reportaje.
Nombres a los que hay que añadir, además, nueve de los quince buques españoles y franceses que se hundieron en la Batalla de Trafalgar (1805) contra la armada inglesa y que permanecen bajo el agua, próximos a las costas de Huelva y Cádiz. Es el caso de los buques franceses ‘Aigle’, ‘Bucentaure’, ‘Fougueux’ e ‘Indomptable’ y los españoles ‘Neptuno’ y ‘San Francisco de Asís’ en la bahía gaditana, y en Huelva el francés ‘Berwick’ y los españoles ‘Monarca’ y ‘Rayo’, dos navíos que se encuentran sumergidos frente a la playa de Arenas Gordas, situada en Doñana, justo entre Mazagón y Matalascañas.
En concreto, ‘El Rayo’, un navío de línea de mediados del siglo XVIII hasta principios del siglo XIX, fue uno de los barcos de mayor antigüedad que lucharon en Trafalgar. De hecho, su hundimiento se produjo precisamente tras esta contienda. Construido en 1749 en La Habana, El Rayo contaba con 100 cañones, aunque muchas fuentes lo sitúan con 80 cañones, porque inicialmente fue así, pero antes de la Batalla de Trafalgar se le añadió una tercera batería, alcanzando así la categoría de un navío de línea de primera clase. Tenía 57 metros de eslora y 14,5 metros de manga.
El navío ‘Rayo’, también conocido como ‘San Pedro Apóstol’, se hundió en Doñana el 21 de octubre de 1805 tras Trafalgar. Este navío se fue a pique en Arenas Gordas a causa del temporal, a pesar de lo cual su estructura se encuentra muy bien conservada, además de rescatarse artillería y munición. Al parecer, se encuentra localizado a 300 metros de la orilla y a 7 metros de profundidad.
Por su parte, ‘Monarca’ fue construido en El Ferrol en 1794. Pertenecía a la serie de Idelfonsinos, según el proyecto realizado por Romero Landa. Contaba con 74 cañones –aunque en Trafalgar se incrementaron hasta los 88- y sus dimensiones eran de 52,82 metros de eslora, 14,46 metros de manga y 6,95 metros de puntal. Su tripulación estaba conformada por 672 personas, siendo Teodoro Argumosa su capitán.
‘Monarca’ tuvo grandes pérdidas en Trafalgar, llegando a hundirse también a causa del temporal entre la Torre de La Higuera y El Asperillo. En un principio, aunque quedó en muy malas condiciones tras la contienda, fue remolcado. Sin embargo, la lluvia que se inició después de la batalla acabó dejando muy mal parada su estructura. Luego, además, los ingleses lo incendiaron para cerciorarse de que no volvería a ser utilizado. De hecho, se calcula que en este episodio fallecieron 100 personas de la tripulación y hubo 250 heridos.
Muy cerca de esta zona se encuentra también el buque británico ‘Sarastone’, hundido en la costa de Mazagón el 29 de octubre de 1941 tras su bombardeo por un avión alemán en la salida de la barra del Puerto de Huelva, en la Segunda Guerra Mundial. Según el investigador Jesús Copeiro, en esta operación no sólo fue atacado este barco, sino también otro buque británico llamado ‘Baron Newlands’. Ambos recibieron los disparos de un avión alemán frente a la playa de Mazagón. Sin embargo, “el Sarastone iba en primera posición y tuvo un impacto en la bodega nº 2, situada delante del puente de mando. Este hecho provocó que se partiera en dos y se hundió en tan sólo 15 minutos. Mientras, el Baron Newlands pudo dar la vuelta y entrar en el canal del Padre Santo, en la barra. Una rápida operación que le permitió salvarse”. Parte de esta embarcación, del ‘Sarastone’, fue recuperada en 1959, junto a 2.000 toneladas de pirita que guardaba en sus bodegas, mientras que el resto permanece en el fondo del mar, en Mazagón.
Durante la Segunda Guerra Mundial también se hundió otro barco, esta vez en la zona del río Guadiana, en Ayamonte. Se trata del ‘Empire Warrior’, un buque con matrícula de Londres, que realizaba la ruta desde Newcastle y Cardiff al puerto fluvial portugués de Pomarão. Este barco fue hundido en el Guadiana el 19 de junio de 1941, a milla y media de la boca del Guadiana, mientras se encontraba anclado en las cercanías de la barra aguardando la llegada del práctico para navegar río arriba. Llevaba en sus bodegas 1.340 tm de carbón de coque y 60 tm de carga general y fue hundido por tres aviones Focke Wukf-Condor alemanes.
Hasta aquí llega una relación a la que, como decimos, estamos seguros de que podrían sumarse más barcos históricos que duermen en el fondo del mar onubense, especialmente si hablamos de la zona de Ayamonte, Punta Umbría, Mazagón o Matalascañas. Y es que, que tengamos conocimiento, en los fondos marinos onubenses duermen los restos de, al menos, que sepamos, una veintena de navíos de diferente índole, ya sean galeones, fragatas o barcos de combate. Un apasionante episodio de la historia y el patrimonio onubense de enorme interés, que, a veces, se ha visto expuesto a expolios de particulares y de empresas cazatesoros.
Por este motivo, no es extraña la aparición de unos restos en la playa de El Portil. Una situación que podría volver a producirse, como ya sucediera con anterioridad con piezas tan llamativas como lo fueron las figuras de dioses guerreros orientalizantes o el valioso conjunto de armas aparecidas en la Ría de Huelva. Piezas que se custodian el Museo de Huelva, cuyos fondos cuentan con un enorme valor desde el punto de vista histórico y arqueológico.
A pesar de ello, en el centro museístico onubense, tal y como nos explica su director Pablo Guisande, «se custodian pocos objetos procedentes de pecios», dado que, aunque cuentan con algunos cañones de interés, son elementos que, en su mayoría, fueron recogidos cuando ya se encontraban en tierra. Lo que sí reconoce Guisande es que «nuestra costa y rías han deparado numerosos elementos muy importantes, como las armas de bronce de la ría de Huelva, los dos dioses fenicios, el casco griego que se conserva en Madrid, etcétera. Y, a buen seguro, que están por descubrir muchas otras interesantes, cuando se realicen dragados con la suficiente profundidad para llegar a esos niveles históricos». Una prueba de que el mar onubense no sólo es rico en cuestiones marinas, sino también en materia histórica y patrimonial. Estaremos pendientes de los próximos hallazgos.