A.R.E. ¿Están pasadas de moda las historias de amor al estilo tradicional? Esas imposibles en las que los amantes se comunican por carta y tienen miedo a ser descubiertos por el qué dirán. Puede que a muchos no les atraiga esta temática, pero en el IES La Palma, en el Condado de Huelva, una de estas relaciones a la antigua ha sido uno de los temas más recurrentes en las charlas de los alumnos de Humanidades durante el curso 2016/17.
La ‘culpable’ de ello es la profesora de Lengua y Literatura Valle Oso, una docente que, en su empeño por ampliar las opciones formativas de los alumnos, introdujo el año pasado una nueva asignatura de libre configuración titulada ‘Textos de la literatura universal en el siglo XX’, destinada a estudiantes de 2º de Bachillerato de Humanidades.
Fueron Aroa García Ogazón, Santi Mateo García, Águeda Vázquez Hidalgo y Lucía Palacios Savona los valientes que se inscribieron en ella sin saber que su decisión, al final, tendría una gran recompensa. Y es que, hace exactamente un año, cuando llevaban algunas semanas de clases, recibieron en el centro educativo la invitación a participar en la convocatoria del III Premio Humanistas para Jóvenes Investigadores de la Universidad Pablo de Olavide. Les pareció interesante y además cumplían todos los requisitos.
Se tiraron a la piscina y, de manera unánime, decidieron dedicar las dos horas semanales de la asignatura a realizar el trabajo de investigación que presentarían al certamen. Lo primero era encontrar un tema interesante y accesible sobre el que fuera necesario arrojar algo de luz. Para ello se encaminaron al Archivo de Protocolos y Notariales y al Archivo Municipal de La Palma, donde pidieron asesoramiento al archivero. «Sopesamos indagar sobre el paso de Colón por nuestro pueblo, pues se dice que había un convento camino de Rociana donde podría haber pernoctado antes de su viaje a Palos. También nos planteamos averiguar si había cuatro ermitas, situadas en los puntos cardinales en la localidad», reconoce la profesora Oso.
Al final, fue la antigua profesora del CEIP Manuel Siurot de La Palma, Pepa González Clemente, quien les dio la gran idea. Les enseñó uno de los ejemplares de la serie ‘Cuadernos de Almonte’ dedicado a Gertrudis Gómez de Avellaneda, escritora de origen cubano pero de padre español, que se convirtió en una de las figuras clave de la literatura romántica hispanoamericana en el siglo XIX. El libro en cuestión recogía un conjunto de cartas (28 en su primera edición y 52 en la segunda), que habían salido a la luz en 1907, escritas por la autora a Ignacio de Cepeda y Alcalde, tatarabuelo del actual vizconde de La Palma del Condado. Misivas que demostraban una relación amorosa entre ambos y que abría interrogantes como ¿habría más cartas? ¿Y las respuestas de Ignacio? ¿Qué pasó con aquella relación?
Empezaba así el análisis de dos interesantes personajes históricos vinculados a la provincia de Huelva. Él, miembro de una estirpe ilustre, descendientes de Santa Teresa de Jesús, había nacido en Osuna, estudiado Leyes en Sevilla y acabó viviendo en Almonte, donde se encargaba de los negocios que su familia tenía allí.
Ella, Gertrudis, hija de un militar de Constantina destinado en las colonias americanas y casado con una criolla, destacó desde muy joven por sus grandes dotes para la escritura. Perdió a su padre con nueve años, pero su madre volvió a casarse con otro español que pronto se dio cuenta del carácter indomable de su hijastra. Gómez de Avellaneda siempre estuvo en contra de las convenciones sociales y a favor de la emancipación femenina, por lo que no es de extrañar que su padrastro la desheredara y enviara a España en 1836, con 21 años, tras romper seis matrimonios concertados. Pero el gran talento de Gertrudis pronto se hizo notar en la Península, llegando a ser muy conocida por su poesía romántica.
Fue tres años más tarde cuando la joven e Ignacio se conocieron en Sevilla. Ella tenía 24 años y él 21. Se gustaron y comenzaron entonces a cartearse… pero no por mucho tiempo… Sólo hasta que Ignacio le confesó que estaba prometido con su sobrina, María del Rosario de Córdova y Govantes. Un casamiento pactado para lograr que los bienes se quedaran en la familia. «Era todo lo contrario a lo que Gestrudis quería. Ella deseaba casarse por amor y a Ignacio le daba miedo eso, que fuera una mujer tan fuera de lo común», explica Valle Oso. De hecho, la escritora publicó años más tarde una novela titulada Dos mujeres, la primera obra contra el matrimonio de conveniencia, con personajes prácticamente copiados de su realidad con el de Osuna.
En este punto de la historia, los jóvenes investigadores se propusieron una nueva tarea: encontrar pruebas que demostraran que la pareja no se casó por los prejuicios sociales, a pesar de que estaban profundamente enamorados.
Siguiendo con sus vidas, los años sucesivos fueron muy fructíferos para Gertrudis. Se instaló en Madrid y revolucionó el Liceo Artístico. Ganó numerosos premios y estrenó 24 obras de teatro, además de publicar la primera novela antiesclavista de la historia, Sab. Por desgracia, también se convirtió en la primera mujer rechazada por la Real Academia de la Lengua Española.
La correspondencia epistolar entre la escritora e Ignacio se reactivó en 1842 y será discontinua a lo largo de los siguientes años, en los que ella se mudará a París y será madre soltera, un escándalo en aquella época. Oso destaca que Gertrudis «tuvo una niña que falleció a los siete meses de una afección cerebral. Lo sabemos porque hemos encontrado su partida de defunción en la parroquia de San Ildefonso, en Madrid. Por eso también hemos descubierto que el padre de la criatura, un escritor sevillano, Gabriel García Tassara, le dio sus apellidos».
Cuando la autora regresó a Madrid se vio frecuentemente con Cepeda, que acudía a la capital española por sus intereses políticos. Así, en «1847 hay otra época intensa de cartas, la segunda y última. Son misivas muy fogosas, donde se ve que mantenían una relación íntima. Hay un momento en el que parece que se van a casar, y al final él le dice que se va de viaje. Siendo un terrateniente local, quiere ver distintos cultivos y formas de producción para traerse esas innovaciones a Andalucía. De hecho será nombrado consejero real de Agricultura por las aportaciones que hizo fruto de sus viajes europeos», explica la profesora del IES La Palma.
Pero en realidad, aquella travesía que lo llevó hasta Turquía entre 1848 y 1854 fue una huida: no podía casarse con Gertrudis, una mujer que su familia, descendientes de Santa Teresa de Jesús, jamás habría admitido por sus ideas y valores poco comunes, pero tampoco deseaba cumplir con su prima, con la que acabó contrayendo matrimonio a su regreso de Europa. «Durante el viaje de Ignacio se envían pocas cartas, pero una vez que él se casa, la relación se rompe definitivamente», reconoce Valle Oso.
¿Y cómo estos jóvenes investigadores han averiguado todo esto? Porque localizaron 12 de las cartas que Cepeda le escribió a su amada poetisa. Gracias a sus indagaciones, dieron con un artículo del biógrafo de Gómez de Avellaneda, Manuel Lorenzo Abdala, en el que aseguraba que las misivas de Ignacio (los borradores de su puño y letra) se encontraban en la Real Academia Sevillana de Buenas Letras, en cuyos depósitos habían estado descansando varias décadas hasta que fueron recuperadas y digitalizadas en 2014 con motivo del 200 aniversario del nacimiento de Gertrudis.
«Gracias a la ayuda de los profesores de la Universidad de Huelva Luis Gómez Canseco y José Antonio Gómez Marín, y después de seis meses de mucho insistir, logramos que la Real Academia nos enviara las cartas digitalizadas, cuyo contenido hemos podido analizar desde el punto de vista literario», asegura la profesora Oso.
Según la investigación de los alumnos palmerinos, estos escasos borradores de las cartas de Ignacio que se conservan fueron depositados en la entidad sevillana por Lorenzo Cruz de Fuentes, amigo y albacea de Cepeda. Al parecer, el nieto del de Osuna, Ignacio de Cepeda y Soldán, I vizconde de La Palma del Condado, las retiró y luego volvió a entregarlas a la Academia, donde han permanecido desde entonces. «Creemos que había muchas más cartas, porque 12 misivas en 15 años es muy poco. Posiblemente haya más cartas originales en algún sitio«, asegura la profesora.
Por otro lado, también gracias a la investigación de los estudiantes del IES La Palma, se ha podido hacer justicia a la mujer de Ignacio de Cepeda y Alcalde, Rosario. Y es que, a lo largo de sus indagaciones, los alumnos visitaron diferentes enclaves relacionados con la vida de los enamorados (Almonte, Villalba del Alcor, Osuna, Sevilla…), entre ellos, el cementerio de El Pilar, en La Palma. Allí estaba enterrado Ignacio, pero no así su mujer y sobrina. El grupo se preguntó por qué y al final dieron con la respuesta.
A la muerte de Cepeda, éste había dejado en su testamento una disposición para que se publicaran las cartas que Gertrudis le había escrito durante 15 años, por su valor literario y por ser anteriores a su matrimonio con Rosario. De que se cumpliera su deseo se encargó el ya citado Lorenzo Cruz de Fuentes, pero la difusión de aquellos documentos no fue bien vista por la sociedad almonteña. «Pensaron que eran las cartas de la amante de Cepeda. Fue una visión errónea, pues desde que se casó Ignacio cortó toda relación con Avellaneda. La situación dio lugar a que en Almonte le hicieran la vida imposible a Rosario y ésta, al final, se fue a vivir con una de sus hijas a Villalba, donde murió y fue enterrada», explica la profesora.
En Villalba encontraron la tumba de la esposa de Cepeda que, gracias a estas pesquisas y coincidiendo con una remodelación del camposanto villalbero, ha sido trasladada este año al cementerio palmerino de El Pilar, donde descansa junto a su marido.
El resultado de esta ardua labor de investigación ha sido ‘Ignacio de Cepeda y Gertrudis Gómez de Avellaneda: el valor del patrimonio y los perjuicios sociales por encima del amor’, un trabajo con el que el equipo del IES La Palma se ha alzado con el III Premio Humanistas para Jóvenes Investigadores de la Universidad Pablo de Olavide, un galardón que recogieron el 11 de octubre en Sevilla.
Como resume Valle Oso, «ha resultado una experiencia increíble. Hemos disfrutado muchísimo y los alumnos han aprendido paleografía, han hecho árboles genealógicos para demostrar los parentescos, ejes cronológicos, analizado documentos notariales, escrituras de dotes, cartas, leído la obra de la Avellaneda para ver si traslucía en ella su relación con Ignacio, como así ha sido, y hemos hecho rutas literarias por Almonte, Villalba, Osuna, etc. recorriendo lugares avellanedos y cepedianos». En suma, una manera diferente de aprender que, quizá, haya activado la vocación investigadora en sus jóvenes protagonistas.