Miguel Mojarro. Huelva, una de las provincias mejor dotadas por la naturaleza hispana, ha dado tema de conversación en los casinos, pero tal vez menos de lo que sería normal.
Tal vez sea cuestión que escueza, a unos por la indignación sentida y a otros por el temor a significarse en tema tan escabroso.
Pero en Jaral, donde Marcelo y Genaro comparten vida, café y manguara sin reservas, siempre hay un hueco para temas “delicados”, en las siempre frescas mañanas del verano, en esa acera que ofrece sombra hasta bien entrado el día.
– ¿Hay noticas del incendio de La Granada? – Pregunta Genaro cuando aún le quedan diez metros para llegar a donde está Marcelo, sentado a la puerta del Casino.
– Parece que ya está controlado. Me ha llamado un sobrino mío, Pablo, que está en los equipos de Galaroza. Dice que la noche ha sido menos dura que la anterior – Explica Marcelo con un gesto de indignación no disimulada.
– ¡Vaya año que estamos teniendo! Riotinto, El Castillo, Moguer, … y ahora éste. Desde mi casa se veía el resplandor anoche …
– Cada vez que en la radio dicen algo de incendios, me acuerdo de lo que ocurrió en el Condado hace ya bastantes años. Cuando mi padre trabajaba de cosario en esa zona.
– ¿También entonces había incendios? – Pregunta Genaro con una cierta incredulidad.
– ¡Claro …! Pero eran distintos. Entonces había algunos fallos que ocasionaban fuegos. Como aquel de que te hablo, que nos pilló a mi padre y a mí por medio, porque él era amigo de los dos implicados.
– Dónde fue?
– Cerca de Paterna, donde había dos cercados contiguos, de dueños que eran amigos de mi padre. Uno de ellos quemó rastrojos y los dejó mal apagados. El viento se encargó de lo demás.
– Sí, pero ahora parece que hay otras causas menos “fortuitas”. – Comenta Genaro con sarcasmo.
– Aquel sí era de los evitables si no hubiera descuidos. El caso es que uno de los implicados, dueño de unos terrenos que trabajaba como pelentrín, se descuidó y quemó rastrojos con poco control. El fuego saltó la cerca de piedra y prendió en el sembrado de un propietario que aun no había segado.
– Se amaría buena …
– El caso es que ambos eran de Bollullos, socios del Casino de “Los Topos”, del que también lo era mi padre, porque allí tenía clientes. Y discutieron al día siguiente del fuego, hasta que intervino el Ayuntamiento, que trató de mediar sin conseguirlo.
– ¿Tu padre intervino?
– Sí. Como era amigo de los dos, intentó ponerlos de acuerdo pero no sirvió. Menos mal que se le ocurrió proponerles que lo pusieran en manos del Juez de Paz, que era persona muy respetada y valorada.
– ¿Qué sucedió?
– El Juez de Paz escuchó a ambos, también a mi padre y otros socios de “Los Topos” y llamó al día siguiente a los dos afectados, para su propuesta. Consistía en no considerar al causante del incendio culpable de delito, para evitar la denuncia, pero a cambio de que se comprometiera a colaborar con el afectado en la limpieza de su terreno y a participar en la siembra del mismo al año siguiente.
– ¿Lo aceptaron?
– Con algunos titubeos por parte del afectado, visiblemente contrariado, pero comprendió que era lo que más le convenía en esos momentos, porque siempre estaba la incertidumbre del resultado de una denuncia.
– ¿Se cumplió lo pactado?
– Completamente. El causante del incendio ayudó a limpiar los terrenos colindantes a los suyos y, al año siguiente, participó con sus propios mulos en el arado y siembra de ese terreno. No era grande el terreno, pero lo importante es que se cumplió el acuerdo.
– Y ejemplo de lo que no debe hacerse en la quema de rastrojos … – Opina Genaro.
– El que causó el fuego, se dio de baja en el Casino de Los Topos porque no le resultaba muy agradable. Lo miraban mal. Y se hizo socio del de Jaral, porque mi padre lo avaló, que antes era necesario para que entraran nuevos socios de fuera.
– Eso habría que hacer ahora con los causantes de incendios. Pero éstos no son como los de quema de rastrojos … ahora es más complicado el tema. – Opina Genaro.
– Eso es porque no queremos o no sabemos solucionarlo nosotros … Que si quisiéramos, bien cerca tenemos las causas.
– ¡Ya te digo …¡
Hace unos días, un experto en limpieza de atmósfera, Don Benito de la Morena, fue entrevistado por una emisora de Huelva. El tema: La Atmósfera, eso que se daña cuando “algo nuestro se quema”: http://play.cadenaser.com/audio/050RD010000000089921/?ssm=whatsapp
Casi al mismo tiempo, el mismo autor nos dejó líneas que no tienen desperdicio en las páginas del diario digital Huelva Buenas Noticias: https://huelvabuenasnoticias.com/2017/09/17/todos-contra-el-fuego/
Sería bueno para todos que “todos” escucháramos y leyéramos ambas aportaciones de un hombre de ciencia a los comportamientos humanos en relación con la atmósfera como patrimonio.
En Azoteas ya hemos escuchado la entrevista y leído el artículo. Después de hacerlo, nuestra indignación se ha convertido en esperanza. ¿Por qué no intentas colaborar en defensa de una sociedad más digna?
Equipo Azoteas
www.azoteas.es
[email protected]
[email protected]
1 comentario en «Los casinos y los incendios»
De niño siempre escuche eso de que “cuando un monte se quema, algo suyo se quema” y quizás eso influyo en mi comportamiento cívico con la naturaleza. Hoy pienso que “cuando un monte se quema, alguien saca tajada” y ello me enerva y me hace clamar ante la justicia que… acepto el que sea lenta, pero por favor, que no sea ciega.
Gracias Miguel por reproducir mis sentimientos.