A.R.E. Cada año, cuando llega el verano, se celebra el Islantilla Cinefórum, el Festival de Cine bajo la Luna de Islantilla, que se ha convertido en un clásico cultural de la costa onubense. En su marco, se entregan los Premios UHU Francisco Elías, nombre que gracias a este galardón, y al también conocido Cineclub Francisco Elías, nos ha empezado a sonar a todos pero… ¿Quién fue Paco Elías?
Fue un director, guionista y traductor onubense que realizó una amplia producción cinematográfica en España, Francia, Estados Unidos y México hasta mediados de los años 50 del siglo pasado. Su principal hito fue ser el artífice del primer largometraje sonoro o parcialmente sonoro que se llevó a cabo en España, El misterio de la Puerta del Sol (1929), que se estrenó el 11 de enero de 1930.
Le tocó vivir una época muy complicada: dos Guerras Mundiales, la Guerra Civil española que lo obligó a exiliarse por sus ideales falangistas, la Dictadura de Franco… Quizá fueran las convulsas circunstancias que lo rodearon las que hicieron que su figura se diluyera, no obteniendo el reconocimiento social o popular del que fue merecedor. Sirvan estas palabras de recuerdo y homenaje al gran maestro del séptimo arte.
Francisco Elías Riquelme nació en Huelva capital, en la calle Rábida para ser exactos, el 26 de junio de 1890. A los siete años su familia se trasladó a Barcelona, donde el pequeño Paco descubrió lo que era el cine y se aficionó a las películas de Lumiére y Meliès. Tanto apasionaban aquellas imágenes proyectadas al joven onubense que con 18 años saltó a Francia, a la ciudad de París, donde se instaló con el objetivo de aprender todo lo posible sobre aquella industria.
Trabajó en los Service des Agence de la casa Gaumont en la capital francesa –posteriormente también lo haría en Nueva York- como redactor e impresor de intertítulos de películas mudas, y acabó siendo ayudante del director de cine francés Léonce Perret. Con él viajó a Londres donde contempló por primera vez una cinta del genial Griffith, a quien conocería en persona años más tarde.
En París también realizó en 1911 su primer guión, el de la película La alondra y el milano. Tres años después regresó a Barcelona, para fundar una sucursal de la compañía de cine francesa Éclair, al mismo tiempo que fundaba una empresa dedicada a la impresión de películas mudas, Manufactura Film. En esta última, dirigió su primer trabajo de ficción Los oficios de Rafael Arcos.
Durante la I Guerra Mundial, Elías cruzó el charco y, junto a sus hermanos Julio y José, puso en marcha la Elías Press Inc., una empresa de traducción e impresión de títulos e intertítulos en castellano de películas mudas. Su estancia en América le serviría para curtirse como director y conocer a destacadas personalidades de la industria que amaba. En esta época, dirigió un cortometraje en Nueva York con Manuel Noriega, A Perfec fit (1920).
Tras pasar por Hollywood, Francisco viviría un tiempo en México, donde se rumorea que grabó un documental con el mismísimo Pancho Villa.
Pero los tiempos cambian y el cine mudo estaba dando sus últimos coletazos en el continente americano. Elías decide regresar a su país, en concreto a Barcelona, donde rodó su primer largometraje mudo El fabricante de suicidios (1928), al que siguió Chicas de cabaret (1929).
Sería en Madrid, en 1929, cuando el onubense llevara el sonido al cine español. La película El misterio de la Puerta del Sol supuso un antes y un después para la fábrica de sueños nacional. Rodado con 18.000 pesetas y estrenado el 11 de enero de 1930, el largometraje ha pasado a la historia por incorporar por primera vez en una cinta grabada en España técnicas de sonido.
Elías regresó a París, donde además de rodar tres películas para productoras francesas conocería a la que fue su mujer, la actriz y bailarina Roma Taëni.
De nuevo en España, fue cofundador de los Estudios Orphea en Barcelona, los primeros que rodaron películas sonoras en la Península. Con ellos dirigió Pax; El último día de Pompeyo; Boliche, su película más taquillera; adaptó la zarzuela Doña Francisquita; elaboró el guión de la comedia musical Mercedes; llevó a cabo su film más experimental, Rataplán; y dirigió el melodrama María de la O.
Tras dirigir Bohemios y ¡No quiero, no quiero! durante la Guerra Civil, Elías, de ideales falangistas, se exilió a México, donde vivió una de las épocas más difíciles de su vida. Huir cuando se había consolidado en su país como un director importante no fue nada fácil, a lo que se sumaron ciertos problemas de salud que agravaron su triste situación.
Durante los años que pasó en México, el onubense dirigió Calumnia, La madrecita, El milagro del Cristo, La epopeya del camino, La canción del plateado, La Virgen roja, Sierra Morena y No te dejaré nunca, además de adaptar al cine Ya tengo a mi hijo y El signo de la muerte, film este último que protagonizaron Cantinflas y Manuel Medel.
En 1948, Francisco Elías regresó a España, pero la suerte tampoco lo acompañó en esta ocasión. Desde entonces y hasta su muerte, en junio de 1977 a causa de un paro cardiorrespiratorio, sólo dirigió una película, Marta (1954), que no cosechó grandes éxitos, y redactó el guión de Ángeles sin cielo (1957) y La boda era a las 12 (1962).
Apartado de ese universo que siempre había sido su razón de ser, Paco se mantuvo gracias a las traducciones que realizaba de libros en inglés y francés. Además escribió dos autobiografías, El cine español y yo y Anatomía de un fantasma, esta última aún inédita.
Entre los pocos homenajes que recibió este incomprendido director, se encuentra la encomienda del Mérito Civil, que obtuvo de manos del rey Juan Carlos I y el recuerdo, a título póstumo, del Festival de Cine Iberoamericano de Huelva en 1994, además de contar con una calle en su ciudad natal, un cineclub que lleva su nombre y el Premio Francisco Elías del Islantilla Cinefórum.
Alguien que conoció bien al onubense es Josep María Caparrós Lera, catedrático emérito de Historia Contemporánea y Cine del Centre d’Investigacions Film-Història de la Universidad de Barcelona. Con su testimonio nos acercaremos un poco más al visionario onubense:
– ¿Cuándo conoció a Francisco Elías?
– Corría el año 1974. Fue con motivo de la realización de mi tesis doctoral sobre el cine argumental de la II República y la Guerra Civil española; me fue presentado por el profesor Miquel Porter-Moix, porque Paco Elías había sido el responsable de la producción cinematográfica durante el conflicto bélico en Barcelona. Él me ayudó mucho, presentándome a personas y contándome cuál era el ambiente de aquellos años.
– ¿Qué relación mantuvo con él a lo largo del tiempo?
– Hicimos una gran amistad, porque le visitaba periódicamente en su casa y me explicaba sus andanzas cinematográficas, que fueron muy ricas. Me cedió una síntesis de sus memorias, El cine español y yo, que publiqué en 1992 -ya muerto Elías-, junto a un artículo-homenaje anterior en el semanario Mundo, donde yo era el crítico de cine. Ese pequeño reconocimiento lo agradeció mucho, con una carta entrañable. Después, me dio a leer sus memorias completas, Anatomía de un fantasma. Historia clínica del cine español, que nadie quería editarle por el tono crítico-denunciatorio. Ahora, con su biógrafo Enrique Sánchez Oliveira, estamos intentando publicarla en la colección de cine que dirijo en la Universidad de Barcelona.
– ¿Cómo era Elías en el trato personal?
– Era una persona muy cordial, llena de vitalidad, pero resentida por el mal trato que había recibido al regresar de México por los profesionales y las autoridades del cine español. Sufrió la más dura ingratitud, y eso le hizo mucho daño. Él, que había sido prácticamente el fundador del cine sonoro español.
– ¿Conoce usted cuáles eran sus inquietudes (personales y profesionales)?
– Era un hombre inteligente, y muy trabajador. Nunca hablaba de sus inquietudes íntimas, más personales. Estaba un poco obsesionado por ser reivindicado. Aunque cuando el Gobierno español de la recién iniciada democracia le reconoció oficialmente, ya era tarde. Me dijo: “A burro muerto, cebada al rabo”. Profesionalmente, por su situación económica, edad y estado de salud, en los años 70 (falleció en 1977) ya estaba un poco acabado.
– ¿Qué pasó con él en su opinión?
– Paco Elías había sido de la “quinta columna” durante la Guerra Civil, falangista, y nunca se llevó bien con la izquierda, de la que era muy crítico. Ésta le hizo el vacío en México y, cuando volvió a España, se lo hizo la derecha franquista. Recibió de ambos lados.
– ¿Considera que se ha reconocido la labor de este onubense o que es un gran olvidado?
– Entre los historiadores más rigurosos, sobre todo actuales, sí ha sido reconocido. Asimismo, en Huelva se le dedicó una calle -a cuya inauguración estuve invitado- y el cine-club local lleva su nombre. Sería importante publicar su mencionado libro de memorias, para que su reconocimiento sea mayor, y que Francisco Elías Riquelme pase a la Historia del Cine Español con letras de oro, como francamente merece.
En suma, la trayectoria del cineasta onubense fue fiel reflejo de su amor por una profesión a la que dedicó toda su vida. Una labor que bien merece un reconocimiento mayor del que hasta ahora ha tenido el visionario Paco Elías.