
A.R.E. Enrique Garrido Azcárate es un moguereño de 35 años que desde hace seis meses reside en Ciudad de México, donde es el country manager o delegado de empresa de AFJ Health & Safety, una entidad madrileña dedicada a la Prevención de Riesgos Laborales, ingeniería, formación y gestión.
Cómo este onubense ha acabado en América Latina es largo de explicar, pues ha vivido en otros países antes de cruzar el Charco, con lo cual podemos decir que es un experto Onubense por el Mundo.
Garrido estudió en la ciudad del Tinto, en el colegio Pedro Alonso Niño, el instituto Francisco Garfias y el IES Juan Ramón Jiménez. En Sevilla cursó la carrera de Pedagogía y Prevención de Riesgos Laborales, a lo que lleva dedicándose de lleno desde entonces, habiendo formado parte de la plantilla tanto de empresas pequeñas como de grandes multinacionales del sector industrial.

Descubrió su vocación cuando entró a trabajar en una planta termosolar en Lebrija y, sólo ocho meses después de estar allí, su actual empresa le dio la gran oportunidad de ser el responsable del campo solar en materia de prevención.
Luego se estuvo moviendo por diversas plantas industriales por España, hasta que le ofrecieron marcharse como jefe del Departamento de Prevención de Riesgos Laborales con una empresa española a Irlanda. Una propuesta que no pudo rechazar pues, entre otros motivos, le llamaba la atención aprender bien a hablar inglés y poder comunicarse en otras lenguas.
Tras pasar por varios proyectos de construcción en otros países, ha desembocado, como él mismo nos detalla, en México:

– ¿Dónde vives actualmente, en qué ciudad de México?
– Vivo en Ciudad de México, antes conocida como México DF. Es una loca pero maravillosa capital, gigantesca, si tenéis la suerte de visitarla comprobaréis en el avión antes de aterrizar que hasta donde alcanza tu vista llega esta impresionante megalópolis, de la que no ves nunca el fin.
– ¿Por qué decidiste irte fuera?
– En realidad me fui fuera por primera vez con una beca, que nadie quería aceptar, para terminar los estudios de Prevención en Potenza, Italia. Sin duda la mejor decisión que he tomado en mi vida. Cambió mi mentalidad por completo, tenía miedo por irme fuera, el idioma, la comida… pero luego no quería volver. Tengo algunos de mis mejores amigos allí, me trataron increíblemente bien y disfruté muchísimo de la experiencia. Siempre que puedo me gusta volver y visitarlos, y con este viaje comenzaron mis ganas de irme a trabajar fuera.

– ¿Qué pasó luego?
– La segunda vez que me fui fue a New Ross, un pequeño pueblo del sur este de Irlanda, donde estuve como dos años y la decisión fue realmente por aprender el idioma, aunque no sólo me llevé eso, también me llevé buenos amigos, una de las personas más importantes de mi vida y el conocer un país casi de norte a sur, un país que es digno de visitar por sus paisajes, su historia y como no, por su cerveza.
Después de eso estuve en Valencia un tiempo y, justo cuando acababa allí, me llamaron para irme a Dunquerke, Francia, donde repetí con mi anterior jefe y con buenos amigos de Irlanda. Ya estando allí, casi por terminar el proyecto, mi actual empresa me ofreció venir a México como delegado de la empresa y tampoco tardé más de 30 segundos en saber que me quería venir. Siempre he estado supervisando la construcción de plantas industriales (ciclos combinados, refinerías, termosolares…). Realmente no he decidido yo hacia dónde iba, sino que el trabajo me ha estado llevando. Por supuesto me encanta y me he dejado llevar.

– ¿Cuánto tiempo llevas en México?
– En Ciudad de México llevo seis meses, que espero que sean muchos más porque me está enamorando este país. Si sumamos el tiempo en los demás proyectos, llevaré como cinco años viviendo fuera aproximadamente.
– ¿Cómo fueron tus primeros días en México?
– Muy malos, la verdad es que ha sido el país donde más trabajo me ha costado adaptarme, pero fue sólo un mes. Echaba demasiado de menos a mi gente, el cambio de horario con tantas horas de diferencia, siete para ser exactos, te limita mucho las llamadas. No es como en Irlanda, que con una hora de diferencia no lo notas, pero aquí la distancia la notas demasiado, a eso le sumas una sobrina con un añito y medio que no la ves crecer y, por supuesto, mi familia que se siente preocupada por la «peligrosidad» de un país (que no es tal) y te acabas contagiando de ese miedo, y realmente lo pasas muy mal. A todo esto le sumas el aprender una nueva profesión con la que no estaba familiarizado, y todo se te hace un mundo, pero eso sí, he tenido la suerte de tener profesionalmente muchísimo apoyo de mis superiores y de toda la gente de cada departamento que compone mi empresa.

– Parece que fueron días difíciles…
– Lo pasé mal también por el carácter de la gente, que es muy diferente. Por mi trabajo, cuando me dicen que me van a entregar algo «ahorita», me da pánico, porque el ahorita puede ser desde dentro de cinco minutos hasta dentro de un año o ni tan siquiera te llega. He trabajado en Siemens con alemanes o en mi actual empresa, que justo nos diferenciamos de otras empresas del sector por la rapidez y la eficiencia con la que trabajamos cualquier proyecto, y claro, me generaba nerviosismo cuando llegué. Mis jefes, que han tenido la verdad que mucha paciencia, desde que estuve en España con ellos ya me comentaron que hiciera mi cabeza a los tiempos de aquí, pero al final es cuestión realmente de estar encima de cada cosa y, sobre todo, de la gente para que no se relajen demasiado.

– Háblame de tu actual trabajo.
– Trabajo para la empresa AFJ, es una empresa madrileña con filiales en Chile y México, aunque trabajamos por toda Europa y Sudamérica, y en la que nos dedicamos a la Prevención de Riesgos Laborales, ingeniería, calidad, cursos de formación o capacitaciones, como lo llaman aquí, subcontratación de personal para diferentes empresas de construcción, empresas industriales… hacemos un poco de todo adaptándonos al mercado actual y a lo que nuestros clientes necesitan. Nunca nos ha dado miedo embarcarnos en cosas nuevas ni asumir riesgo por ello, siempre se dijo que de los cobardes nunca se ha escrito nada.
– ¿Vivir allí es muy diferente a España?
– Vivir aquí no tiene nada que ver con España, ¡esto es otro mundo! Los tiempos son más relativos que en España. Si quedas con una persona, no te asombres si llega dos horas tarde o si no aparece. Si tomas un vehículo y es viernes, tardarás horas en recorrer unos pocos kilómetros y, si es quincena, aquí cobran por quincenas, ni intentes agarrar un carro (digo agarrar porque coger aquí es muy malsonante) porque la gente cuando cobra sale a gastar desmesuradamente y está todo el mundo en la calle. La ciudad en sí es un caos, al manejar tu carro o coche no te asustes si cometen infracciones, no respetan los pasos de peatones, los peatones cruzan cuando quieren, jaja. Pero realmente es un caos controlado por ellos y lo llevan genial, es cuestión de desprenderte un poco de la mentalidad europea.

– ¿Qué es lo mejor de México?
– Lo mejor de México es su gente, la gente es muy amable. A mí, por ejemplo, me llaman cuando voy a comprar «güerito», así llaman a los que somos extranjeros de piel clara, me encanta que me llamen así. Son gente muy abierta, les encanta conocer, hablar con cualquiera, te enseñan casi sin preguntarles sus tradiciones. También la Ciudad de México tiene rincones maravillosos: el Zócalo un domingo con sol, te vas allí a tomar unas «chelas» (cervezas) y a comer unos tacos y has pasado una mañana genial y con menos de 100 pesos, que son como cinco euros, la vida aquí es más barata que en Europa. Si a la Ciudad de México le sumas todo lo que puedes ver en el país, te quedas enamorado: las pirámides de Teotihuacan, Xochimilco y sus trajineras (barcas extremadamente coloridas y excesivamente decoradas) donde puedes pasar la tarde navegando por sus canales, con música, comida… San Luis Potosí y sus lagos y cascadas… es un país maravilloso. A todos los que me dijeron que estaba loco por venir a un país tan peligroso, les invitaría a venir, se enamorarían de este sitio que no sólo es Cancún y su pulsera en la muñeca.

– Cuéntanos alguna anécdota que te haya ocurrido durante tu estancia.
– Pues al tercer día de estar aquí, estaba en el hotel y salí a comprar por la noche algo para quitarme un poco el estrés. Cuando salí, di tres pasos y se me acercó un muchacho de forma muy rápida y pensé…. mi primer asalto, justo cuando iba a salir corriendo, saca el chico de una mochila un pequeño banquito y sin mediar palabra se pone a limpiarme los zapatos. Es cierto que a esta ciudad hay que tenerle respeto, pero no ese miedo con el que llegamos todos los europeos.
– ¿Te llevas bien con los nativos? ¿y cómo llevas sus costumbres?
– Me llevo genial con ellos, como os comentaba son gente encantadora. Sus costumbres, aunque aún no entiendo todas, pero son siempre muy vistosas, coloridas, mucho baile… Para mí lo más bonito ha sido vivir aquí el día de muertos (día de Todos los Santos en España), que lo viven muy diferente a nosotros. No es un día de culto, tristeza… todo lo contrario, es un día de alegría y que tienen que festejar, todo el mundo disfrazado, con las caras pintadas con las catrinas… es maravilloso ese día. Ellos se ríen de la muerte y ese choque cultural respecto a España es justamente lo que hace que al final veas lo relativo que es todo, y que no debes aferrarte sólo a lo que te han enseñado desde pequeño, sino que cada cosa puede tener muchos puntos de vista, ni mejor ni peores, sólo diferentes.

Sí que hay que tener cuidado a la hora de comer, ten en cuenta que aquí casi todo pica. Si te dicen que pica un poco, agarraré porque vas a llorar mientras comes, se te saltarán las lágrimas. Fíate sólo si te dicen que no es «picoso», entonces lo mismo te salvas. La gastronomía aquí es infinita, yo no consigo aprenderme aún los nombres de todas las cosas que he probado. Lo que sí debéis probar son los «chapulines», son grillos y con limón y sal están buenos, y como bebida hay que probar el mezcal, para que os hagáis una idea es igual o más fuerte que el aguardiente nuestro, el puro y joven es extremadamente fuerte (en Oaxaca puedes hacer la ruta del mezcal y te dan a probar todas sus variedades), pero mezclados con frutas baja la graduación y están bastante buenos, yo al puro y joven sólo le he probado un sorbo y nunca más, jajajaja.

– ¿Cuál es tu lugar favorito de tu nueva ciudad?
– Mi lugar favorito de Ciudad de México, sin duda alguna, es el Zócalo. Pasear por esa zona, entrar en la casa de los azulejos y desayunar allí, es puro espectáculo, sin quitar mérito al castillo de Chapultepec, que es precioso, con sus jardines alrededor, en medio de una ciudad con estos edificios gigantescos, es muy llamativo.
– ¿Y de la provincia de Huelva?
– De Huelva me gusta mucho mi pueblo, Moguer, me gusta llegar y ver a los amigos después de tanto tiempo fuera, Mazagón en invierno me encanta… tenemos mil sitios bonitos que ver en Huelva, pero no me decantaría por un sitio en concreto porque sería imposible. Sí que me gusta llegar y justamente sentir que estoy en casa. El que no haya vivido nunca fuera quizás no me entienda, pero para el que se ha tenido que ir y llega meses más tarde, entiende perfectamente esa sensación de tranquilidad que te embarga justo cuando pasas San Juan, llegas a la rotonda de entrada de Moguer y en ese instante, como decía, piensas… ¡estoy en casa!

– ¿Cuáles son tus planes futuros?
– Difícil concretarlos, pero pasan por una boda con una maña que conocí en Irlanda y me gustaría estar aquí más tiempo, tanto por el país como por el respeto y el cariño que le tengo a mi empresa. Me gusta trabajar para AFJ, me gusta su ambiente de trabajo, el trato de mis superiores conmigo, la confianza que depositaron en mí y que se lo quiero devolver con creces. Es difícil conseguir algo así actualmente, y eso no quiero perderlo en un corto periodo de tiempo, además que lo que estoy aprendiendo aquí, personal y profesionalmente, es maravilloso y lo que es más importante, di mi palabra de estar aquí unos años y lo cumpliré, espero que después de darle muchas satisfacciones a mi empresa. Por eso mismo, por respeto a mis jefes, a mi empresa y a la gente que trabaja conmigo y que ha confiado en mí para este proyecto y esta aventura, creo que tengo que hacerlo y estar aquí hasta que sienta que dejé el trabajo bien hecho.
– ¿Piensas volver a España, a Huelva, en breve?
– Pues de vacaciones voy en agosto, para quedarme definitivo es complicado a corto plazo e incluso a medio plazo, pero por supuesto no descarto el volver y disfrutar de la familia como ellos se merecen. Sé que se sienten orgullosos de lo que estoy consiguiendo y a eso me agarro en los días malos, que todos los que estamos fuera tenemos, es imposible no tenerlos, pero los enmascaramos detrás de una sonrisa cuando nos ponemos frente al Skype y así no preocupar a nadie. Lo que sí buscaré será la forma de ir quizás tres veces al año y no dos como hago ahora.

– ¿Cómo es tu relación con Huelva?
– Mi relación con Huelva es curiosa porque siempre sentí la necesidad de marcharme y conocer otros lugares, pero desde hace varios años, años en los que he estado fuera, este tiempo y esta distancia me han hecho admirar y disfrutar más de nuestras tradiciones, nuestra gastronomía, nuestro carácter…. Es extraño, pero tuve que marcharme para de verdad descubrir lo que tenía, tengo y lo que es mi tierra.
– ¿Qué es lo que más echas de menos de Huelva?
– La comida, aunque aquí se come muy bien, todo está buenísimo, a excepción del picante extremo y cuando recibes la visita de «la maldición de Moctezuma» (algún día os explicaré qué es), pero los sabores de la comida de Huelva no se pueden comparar con el de ningún otro rincón del mundo: esos chocos fritos, esas coquinas, ese pescado fresco, esos serranitos, ese puchero de mi madre o sus potajes… ningún taco por bueno que esté puede ganar esos puestos de honor.

– ¿Recomiendas a todo el mundo que viva un tiempo fuera de España?
– Sin duda se lo recomiendo a todo el mundo. A mí me ha abierto la mente, soy una persona abierta, sin prejuicio alguno. Antes no se me ocurriría hacer nada solo: ir al cine, pasear, viajar… ahora lo hago continuamente y no imagináis lo que se consigue: paz, amigos, conocerte a ti mismo y tus limitaciones, y esas limitaciones te obligas solo a superarlas… y no sólo eso, se aprende muchísimo y cuando te das cuenta, tu bagaje cultural ha crecido de una forma que ni tú mismo pensabas, acabas entendiendo el porqué de muchas cosas. Actualmente solo dejamos que la televisión nos cuente sobre el mundo, y no todo lo que aparece en televisión es real, ni en redes sociales, hay que salir y descubrir el mundo por ti mismo, tendrás penas, alegrías, miedos, soledad… pero de todas esas sensaciones acabas aprendiendo algo.

– Para terminar: un mensaje a los onubenses.
– Pues a pesar de todo lo bueno que «vendo» aquí de viajar, de vivir en países extranjeros, de aprender, etc., como Huelva no hay nada, y que cuando salgan no se dejen influenciar por la televisión o lo que opine la gente que nunca ha estado en el país, hay que experimentarlo por uno mismo y superar el miedo a lo desconocido. La mayoría de las veces eso que en un principio es desconocido te da posibilidad de crecer, si no das ese paso quizás nunca sepas hasta dónde pudiste llegar.
Grande Enrique! Un crack como persona y como profesional. Lo único malo es que seas palangana, pero nadie es perfecto. Se te echará en falta, un abrazo.