El show de la política: Operación Discurso (OD)

Álvaro Redondo Rey. Venezuela, Maduro, Cataluña, La Diada, Venezuela otra vez, se acabó el porno de Torbe –vaya por dios-, Cataluña, Maduro, Trump en USA, que nos vamos, que nos quedamos, que el patio de mi casa es particular, oye. Qué suerte, final de Champions española, ¡Hala Madrid! y ahora la Euro. Y, cuando llueve, se moja como los demás, agáchate, y los papeles de panamá, que los agachaditos solo saben robar.

Dedo anular, botón escarlata y la caja para no pensar se enciende. Un hombre vestido con traje azul eléctrico y con pluma de echar a volar, se acerca saludando al dorado micrófono de pie.

«Bienvenidos al show, al gran circo televisivo, a la pantomima vestida de Armani y perfumada de Chanel. Bienvenidos al mundo de la política. Con ustedes los representantes del pueblo, nuestros adalides y defensores. Aquellos que merecen nuestras más sinceras alabanzas por la encomiable abnegación que demuestran hacia su pueblo, así como por llevar con tanto garbo sus corbatas, siempre a juego»

(Aplauso)


Puerto de Huelva

«Sin más dilación, ¡Que entren nuestros concursantes! Un fuerte aplauso para Mariano «El Chuches», Pablo «Azote de la Casta», Pedro «El del Cambio» y “El Niño bueno de Amo Laura”, el señor Albert».

(Aplausos y banderas republicanas, oficiales yesteladas catalanas ondeando).

«Hoy el paro ha subido en España —prosigue el presentador, tras esperar a que el público entregado deje de vitorear a los concursantes—, miles de familias viven bajo el umbral de la pobreza y vosotros, representantes del pueblo, no han sido capaces de ponerse de acuerdo para formar gobierno, gastando mucho dinero en unas segundas elecciones. ¿Qué podéis decirle a vuestros futuros votantes?»

Una gran pantalla de plasma comienza a hablar, es su turno:
«A los eshpañolesh les diría que no teman, que somos un país con la mejor sanidad del mundo, con las mejores escuelas y shishishi, un país que está saliendo de la crisis más dura de shu historia, esa que nos dejó el anterior gobierno de Zapatero. Hemosh trabajado muy duro, pero el sacrificio ha valido la pena —se detiene y después continua leyendo en otra página—, porque estamos saliendo y salir es lo que queremos todos, porque si salimos seremos un maravilloso país con mucho sol. Si no me votáis, si votáis a otros, nos llevarán a un régimen como el de Venezuela, sin derechos, y por eso debéis votarme, para seguir trabajando en este maravilloso país. Y recordad que lo más importante que se puede hacer por vosotros, es lo que vosotros podéis hacer por vosotros»
«Sí, sí —interrumpe el de la corbata naranja—, que yo lo he visto en los dos días que he estado en Venezuela. Hay gente que no tiene para tratamientos médicos, ni jeringuillas…»
«Albert, espere su turno—avisa el presentador—». Luego apaga el plasma.

(Se escuchan risas, aplausos y algún que otro abucheo proveniente del sector progresista).

Brazos en jarra, ceño fruncido y mirada combativa. Turno del puto amo, señor y mesías de la siniestra española.
«Tienen las manos manchadas, y no sólo de cal viva. Se puede oler el miedo al cambio. Marx está más vivo que nunca, ¡así que, trabajadores del mundo, uníos, no tenéis nada que perder excepto vuestras cadenas! Y para contestar al de derecha, que se quiere hacer pasar por socialista, emplearé palabras de mi buen amigo Erreón: en Venezuela hay dinero para consumir y por eso hay colas. La casta quiere que pensemos que…»
«¡ETA!», grita Pedro J. Ramírez desde la tribuna, mientras sujeta con una mano un IPad y con la otra se coloca bien los tirantes.

«Cómo ganéis, me voy a vivir a México», aseveraMarhuenda, en su silla de jurado.
Inda, absorto, cavila alguna guinda en forma de grandiosa estupidez, pero parece que no se halla inspirado el buen hombre.

(Risas)

«Pablo, no sé si sabrás que la frase que has empleado no es originaria de Karl Marx. La primera parte es de Karl Schapper y la segunda del filósofo y político Jean-Paul Marat—el presentador sonrío triunfante por el golpe asestado, aún a sabiendas que el mérito era del pinganillo—. Un segundo, señor Sanchez, ahora estoy con usted, que me dicen que tenemos que marcharnos a publicidad. Pero antes dime, supongo que el suyo seguirá siendo el único gobierno del cambio, ¿verdad?»
«Por supuesto, y con Susana me llevo de maravilla»

(Anuncios)

La política se ha convertido en un show, un entretenimiento que genera audiencia y la audiencia llama al dinero. Interesa hablar de política en televisión, al igual que de fútbol, de la nueva novia del «cantante» Kiko Rivera y de la nueva película de Mario Casas. La política vende, y como vende ¿Por qué no organizar un reallity para elegir al nuevo presidente? Se podría llamar (O.D) Operación Discurso o, mejor aún, Operación Discurso Triunfal (ODT), que será lo primero que se le venga a la cabeza a nuestro nuevo gobernante -si es que no hay una a la tercera va la vencida- «ODT, que me vas a tener que aguantar durante cuatro años».
El show de la política es entretenido, pero ya no hace gracia; nada que ver con los payasos de la tele de antaño. Ahora tiran bombas de humo para dispersarnos, se deshumanizan y olvidan la que debía ser una vocación de ayudar. Narcisismo y megalomanía, y, con suerte, retórica avanzada, aunque los nuestros no suelen ser sofistas griegos, ni mucho menos. Un país sin trabajo y al borde del abismo. Jóvenes aventureros en el extranjero, dando uso a la movilidad exterior.

Venezuela, Venezuela, más cortinas de humo y, por suerte, ahora Eurocopa. Mucho excretar en casa ajena, pero el patio de todos los Partidos S.A. está igual de mojado, porque cuando la mierda ha colmado las cloacas, solo cabe escupir la inmundicia y repugnancia sobre el piso.

Por ventura, nuestros políticos son hombres de principios –JA-, pero ya lo decía Groucho Marx: «Estos son mis principios. Si no le gustan tengo otros».
La estupidez no tiene edad ni sexo, ¡así que volvamos a votarles!



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