Mari Paz Díaz. Que la Ría de Huelva es un lugar único en el mundo es una afirmación que muchos onubenses saben. Pero no sólo nos referimos a este espacio desde un punto de vista estético, sino también científico. Un hecho que ahora ha quedado demostrado a través de la investigación llevada a cabo por la joven Berta María Carro Flores, que acaba de presentar su tesis doctoral titulada ‘Efecto del drenaje ácido de mina sobre el agua y el sedimento del estuario de los ríos Tinto y Odiel’, un estudio con el que ha tratado de determinar dónde terminan depositándose los metales procedentes de las minas al llegar a la costa y el porqué.
Un interesante trabajo de investigación, dirigido por el profesor del Departamento de Geología de la Universidad de Huelva José Borrego Flores, a su vez, coordinador del grupo de expertos que forman parte de la mesa para el estudio de las posibles soluciones al problema de las balsas de fosfoyesos.
Este proyecto de doctorado supone la culminación de una serie de actuaciones llevadas a cabo por Berta, que se inició en este campo en el año 2000 , cuando, tras finalizar la Licenciatura de Geología, decidió solicitar una beca al Ministerio de Educación y Ciencia para incorporarse al proyecto denominado ‘Estudio de la situación ambiental y sanitaria del entorno de la Ría de Huelva’, dentro del grupo de investigación de Geología Costera -actualmente denominado de Geociencias Aplicadas e Ingeniería Ambiental.
Reconoce que «en un principio no pensé dedicarme a la investigación, pero este mundillo y el ámbito personal en el que he desarrollado mi carrera profesional, me cautivaron». Tanto fue así que, dos años más tarde, en 2002, el Ministerio volvió a concederle una beca de FPU con la que pudo abrirse una nueva línea de investigación en el grupo, en la que se combinaban los procesos hidrodinámicos (cómo funciona un sistema estuario y costero) con la geoquímica. Fue su punto de inflexión para participar desde entonces en diversos proyectos de geología aplicada en este marco.
Ahora, con su tesis, la joven ha tenido la oportunidad de constatar que el estuario de la ría de Huelva es un verdadero laboratorio natural, un sistema único en el mundo. Según nos explica, con este trabajo «se ha determinado en qué condiciones de descarga fluvial y mareal, los metales pesados se encuentran disueltos en el agua, dónde y cómo pasan a la materia en suspensión y dónde finalmente acaban sedimentando. Lo más interesante es llegar a conocer cuáles son los factores que controlan todos estos procesos. El caracterizar la contaminación, y cómo funciona este sistema, permite conocer el grado de toxicidad de los compuestos en los que entran estos metales y la biodisponibilidad, que es la posibilidad de que estos metales acaben entrando en la cadena trófica y de que finalmente lleguen a ser consumidos por el ser humano».
Entre otras conclusiones, esta tesis pone de manifiesto que los metales presentes en la Ría vienen mayoritariamente por los ríos desde las minas, en comparación con lo que han aportado históricamente las industrias, si bien, lo más llamativo de la tesis es que se ha observado «cómo se comportan los metales pesados que se encuentran en el sistema en función de las condiciones combinadas de descarga fluvial y mareal», tal y como nos comenta. Con ello, espera que a partir de este trabajo se tomen las medidas que puedan ser necesarias, una vez que se ha establecido el comportamiento y origen de la contaminación en la ría.
Pero, además, con esta investigación se ha demostrado que existen elementos en la Ría de Huelva que tienen una enorme validez para ser aplicados en el ámbito de la Geología. Se trata de las llamadas ‘Tierras raras’, que son indicadores de condiciones ambientales y su uso en Geología Aplicada, que fueron determinantes, por ejemplo, como una prueba forense judicial en un caso de criminalística, como sucedió en el caso de Mari Luz Cortes en el año 2008. (…) Se trata de un verdadero ADN de los materiales sedimentarios, con toda la gama de aplicaciones prácticas que esto ofrece».
Por todo ello, como se puede comprobar, se trata de una tesis que está poniendo en valor la Geología Aplicada para poder establecer las condiciones y posibles medidas correctoras para problemas ambientales. Tanto es así que Carro Flores nos comenta que «los grupos de investigación universitarios basamos nuestro trabajo y objetivos en el conocimiento de los sistemas y aplicación de éstos. Es importante no sólo conocer el tipo de contaminación y su distribución, sino que, además, una parte fundamental es saber cómo funciona el sistema desde el punto de vista dinámico. Por ello, el contar con especialistas que desarrollan su trabajo enfocado en estas líneas, es la opción más rentable y conveniente».
Siendo así, no es extraño que, en la actualidad, se encuentre involucrada en el proyecto sobre las balsas de fosfoyesos, ya que su director de tesis es el coordinador del grupo de expertos asignado para establecer las posibles soluciones a las balsas. Asimismo, el grupo de investigación al que pertenece Berta también está desarrollando otra línea sobre el grado de bioacumulación de los metales dentro de la estructura de los organismos que viven en la ría de Huelva. Además, la joven está trabajando en un proyecto sobre el estuario del Guadalquivir, en relación con el impacto ambiental de los dragados del Puerto de Sevilla sobre el Parque Nacional de Doñana.
Su tesis doctoral fue presentada el pasado 9 de febrero ante un tribunal compuesto por el Catedrático Jorge Loredo Pérez de la Universidad de Oviedo, que ejerció como presidente; el catedrático José Antonio Grande de la Onubense, como secretario; y la Doctora Teresa Valente, de la Universidad de do Minho, en Portugal, como vocal. Un trabajo, valorado con un Sobresaliente por unanimidad, que para esta onubense ha sido todo un reto, «más personal que profesional. Llevo quince años dedicada a la investigación pero, por motivos personales, el obtener el doctorado se convirtió en un obstáculo. Para mí supone un punto y aparte, aunque supongo que ha sido mucho más para mi familia y para mis jefes y amigos». Por ahora no tiene previsto publicarla, pero sí continuará el estudio que ha dado lugar a esta investigación, tanto en su desarrollo teórico como en la aplicación práctica, tal y como lleva realizando durante estos quince años.
Con todo ello, esta nueva doctora de la Onubense tiene claro que, «en España es complicado el desarrollo de la investigación y la dedicación profesional a la misma. Sin el apoyo de mi familia habría sido imposible. Es un trabajo a tiempo completo, 24 horas al día, 7 días a la semana, pero muy gratificante. La llamada fuga de cerebros es algo entendible y casi necesaria para poder subsistir, pero es incomprensible que nuestras universidades -y especialmente en la UHU- formen a grandes investigadores y tengan que favorecer y desarrollar su trabajo fuera de nuestras fronteras. Invierten en nuestra formación económicamente y personalmente, y por falta de medios los grupos se quedan sin su personal. De todos modos, es complicado, pero no imposible».