Sobre el agua de mi “casa”

Benito de la Morena. ¿Han oído ustedes hablar del “edificio de la gota de agua”?. Verán ustedes. Se trata de un diminuto edificio construido hace 4000 millones de años, que ocupa un pequeño espacio en el barrio de una ciudad conocida con el nombre de SOL y fue construida hace 5000 millones de años. Es una ciudad pequeña si se la compara con otras tantas ciudades de la provincia en la que se ubica y que se conoce con el nombre de Vía Láctea, la cual pertenece a una nación llamada Universo, con más de 13.000 millones de años de antigüedad.

En nuestro diminuto edificio habitan, en estos momentos, unos 7000 millones de personas y se estima que esa población podría duplicarse dentro de cincuenta años si seguimos con el actual ritmo de crecimiento demográfico.

Desde que se empezó a construir nuestro edificio, éste ha sufrido numerosos cambios, casi todos debidos a causas naturales, pero hoy tenemos una casa chiquita y bonita, con montañas, ríos, mares, desiertos y zonas heladas en las que no falta alimento, ni agua, para saciar la sed de los muy diferentes tipos de vecinos que en ella convivimos, y a la que se ha dado el nombre familiar de “Planeta Azul”.

Pero como suele pasar en todas las casas de vecinos, también en la nuestra hay disputas por diferencias de opinión y no nos ponemos de acuerdo. Hay algunos vecinos que no colaboran con la Comunidad y no cumplen con las decisiones de la mayoría. Ellos se consideran fuera de las normas y como consecuencia, nuestro edificio se está deteriorando.

Uno de los principales problemas es la calidad y cantidad del agua que precisa la Comunidad para subsistir. Según cálculos recientes, nuestra casa, el Planeta Azul, también conocido como la Tierra, dispone de 1400 millones de kilómetros cúbicos de agua, pero el 98 % está en los océanos, y por lo tanto no es apta para el consumo, pues es salada. El resto, poco más del 2% sí es agua dulce, pero se encuentra helada en los glaciares y casquetes polares, o en los niveles freáticos, con lo cual sólo es accesible para el consumo de todos los diferentes tipos de vecinos que habitamos en el “edificio de la gota de agua”, un 0.26 % del total, es decir, unos tres millones y medio de kilómetros cúbicos, que se encuentran en forma de lagos, ríos y lagunas.

Hace unos cien años, cuando en nuestro edificio habitaban menos vecinos, no teníamos problemas con esos 3.5 millones de kilómetros cúbicos de agua. Había suficiente para todos, pero en estos momentos, con 7000 millones de seres racionales y otros muchísimos más de vecinos irracionales, sí estamos comenzando a tener dificultades.

Parte de estos problemas provienen de que no depuramos correctamente las aguas que utilizamos, tanto las de uso industrial, como las de saneamiento y, aunque hay algunos pisos del edificio en que si se controla la depuración, como es el caso de parte de los vecinos europeos y norteamericanos, el resto de vecinos asiáticos, africanos, árabes y sudamericanos no lo hacen por regla general, con lo cual se contaminan nuestras reservas y nos obligamos a un mayor tratamiento de las aguas para consumo, con el objetivo de controlar las enfermedades, pero no todos los vecinos del edificio tienen potabilizadoras, ni depuradoras, y sus hijos enferman.

Otro de los problemas es que algunos vecinos necesitan las aguas para el trabajo. Por ejemplo, los agricultores precisan alrededor de 2.500 kilómetros cúbicos por año, y para el uso industrial se necesitan otros 1000 Km3. Si a ello añadimos el mínimo preciso para saciar la sed de la comunidad, alcanzamos un total de 3.700 kilómetros cúbicos de agua que consumimos anualmente en el edificio. Aproximadamente siete veces más que hace 100 años.

Pero además, hay vecinos que dejan los grifos abiertos y derrochan las reservas de agua. Los que viven en el principal, la familia norteamericana, consume para beber y en uso energético e industrial alrededor de 2300 metros cúbicos per cápita y año, dos veces y media más que los vecinos del 2º, 3º y 4º piso, Japón, España, Bélgica y Holanda, que gastan por año 900 m3. Algunos como la familia Suiza, sólo consume 110 m3, y los vecinos en vías de desarrollo entre 20 y 40 m3 por persona y año. Cien veces menos que los vecinos del principal.

La ONU, como presidente de la Comunidad, se queja de que ya hemos consumido, algo así como la mitad de los recursos hídricos disponibles, y que la causa del derroche corresponde principalmente a una pequeña proporción de vecinos que habitan en los pisos considerados “desarrollados” y que, como consecuencia de ese mal uso del agua, mil doscientos millones de vecinos que viven en los sótanos están privados de abastecimiento de agua potable y dos mil novecientos millones no disponen de infraestructura sanitaria de potabilización y depuración, lo que provoca la muerte de quince millones de ciudadanos cada año, de los que dos millones son menores de cinco años, según la UNESCO.

Afortunadamente nuestra provisión de agua dulce se repone a través de la lluvia y de la nieve, aunque a veces ésta precipitación nos llegue sucia por la contaminación atmosférica existente.

Por favor, querido vecino del ático del “edificio de la gota de agua”, cuide de dejar bien cerrados los grifos, controle el riego de su jardín y no malgaste el agua. Sea prevenido con las aguas supuestamente potables que bebe y exija la depuración de las residuales en su Comunidad.

Con su apoyo contribuiremos a mantener  en “pie” nuestro  edificio “azul”. Muchas gracias, vecino.