
Mari Paz Díaz. Todas las disciplinas artísticas entrañan una gran dificultad. Crear belleza no es nada fácil. Por este motivo, no es extraño que admiremos a creadores y artistas por su facilidad a la hora de plasmar su forma de interpretar el mundo. Una cuestión que se plantea más complicada aún si cabe cuando si se trata de restaurar. El intervenir una obra de arte, su resultado final, puede generar todo tipo de reacciones y debates.

Lo sabe muy bien Isabel Magro Lorenzo, una joven onubense que se está abriendo camino en el ámbito de la restauración. Licenciada en Bellas Artes, especializada en Conservación y Restauración, por la Universidad de Sevilla, la joven finalizó sus estudios en el año 2011.

Durante la carrera tuvo la oportunidad de hacer diferentes trabajos de interés en la capital hispalense. Entre ellos, esta onubense participó en las labores de limpieza y conservación preventiva del Coro y la Sillería de la Catedral de Sevilla, así como en la coordinación de los alumnos en labores desarrolladas en el Hospital de la Caridad.

Tras este periodo formativo, la carrera de restauradora de Isabel le ha permitido hacer otros proyectos de interés en la provincia de Huelva. En concreto, Isabel ha tenido la oportunidad de ser la conservadora-restauradora de algunas de las piezas que se mostraron en la exposición ‘Porta Fidei’, expuesta en 2013 en el Convento Santa Clara de Moguer con motivo del Año de la Fe.

A nivel de pintura también ha desarrollado algunos trabajos, como un mural para el Área Pediátrica del Hospital Juan Ramón Jiménez de Huelva, realizado a través de un acuerdo entre el centro hospitalario y la Escuela León Ortega. En esta Escuela también participaba en la exposición colectiva ‘Dibujo, principio creativo‘.

Trabajos que le están sirviendo de aprendizaje a esta restauradora, que continúa formándose para conseguir el mejor nivel en lo que hace. Por ejemplo, acaba de finalizar un Ciclo Medio de Talla Artística en Madera. Y en abril de 2013 hizo unas prácticas internacionales en la Catedral de Exeter (Reino Unido).
De todo ello nos habla en esta entrevista, que nos permite adentrarnos en el mundo de la restauración y las Bellas Artes.

-Hemos conocido brevemente tu trayectoria profesional, pero, ¿qué proyecto te ha marcado más?
-Cada trabajo marca un poco, aprendes cosas nuevas, a solucionar los problemas que no habías tenido antes. Y siempre recuerdas con cierto cariño cada uno de ellos. Aunque quizás sean los primeros los que más recuerdes. Como me sucede a mí con la campaña de verano en la que hice la limpieza del Coro de la catedral de Sevilla. Fue durante el último año de carrera.

-También has tenido la oportunidad de trabajar en el Monasterio de Santa Clara de Moguer. ¿Qué te supuso estar en este espacio como restauradora?
-Estuve en Moguer para realizar un trabajo de conservación y restauración de las piezas que se mostraban en la exposición Porta Fidei. Tenía que intervenir las piezas que venían rotas o en mal estado, hacer una limpieza y otras actuaciones, además de intervenir en otras obras del Monasterio. No cabe duda de que Santa Clara es un lugar muy especial para una restauradora, porque es un gran edifico histórico que contiene numerosas obras importantes, como el retablo del altar mayor, cuya temática es el Apocalipsis, de los que casi no hay. Y tampoco me puedo olvidar de otras piezas como el Coro, las tumbas, libros…, y restos de obras semi destruidas de la Guerra Civil. Allí hay mucho trabajo para un restaurador.
Creo que es importante conservar los monumentos de interés de nuestra provincia, como ocurre con el Monasterio, para poder disfrutar y aprender de ellos, sin olvidar que ayudan a fomentar el turismo cultural de nuestra provincia.

-En la actualidad, ¿en qué estás trabajando?
-Acabo de terminar una intervención sobre una escultura de la Virgen del Carmen que sufrió durante el invierno un daño provocado por agua, lo que hizo que el manto que cubre la cabeza y los hombros se viesen afectados. Una intervención que se llevó a cabo para que la imagen recuperara su aspecto original y regresase al culto. La obra es una escultura de aproximadamente dos metros de altura, de Enrique Orce.
A priori, las imágenes con devoción son muy complicadas, ya que hay que devolverles el aspecto que tenían de manera fiel para que los feligreses no sientan que le están rezando a otra imagen.

-¿Crees que el mundo de la restauración está suficientemente valorado?
-Es cierto que la profesión de restaurador resulta muy atractiva. Poder trabajar sobre un cuadro que estaba oscuro, casi negro, y limpiarlo hasta conseguir que tenga su apariencia original es algo muy llamativo. Otras veces no es tan espectacular. Hay ocasiones que el trabajo es minucioso y lento o, bien, se trata de una simple limpieza de polvo, aunque pueda hacer mucho por la obra. La restauración es una profesión fruto del estudio y el conocimiento de los materiales que está evolucionando muy rápido.

Pero, sinceramente, creo que no está valorado. Hay mucho intrusismo y cualquier persona con habilidades para el arte y conocimientos básicos se cree capaz de restaurar. En ocasiones, el resultado puede ser aceptable, pero en otras puede ser una catástrofe, como se ha podido ver en los últimos tiempos. También hace falta ‘educar’ al espectador. El tiempo es parte de la obra y no siempre hay que limpiar las imágenes hasta dejarlas como nuevas o modificarlas porque no nos guste su apariencia. Eso sí, debemos reconocer que, poco a poco, se va tomando conciencia de la responsabilidad que entraña intervenir sobre un bien cultural.

-¿Cuáles son las claves de este trabajo?
-La clave es intentar conservar en vez de restaurar, mantener una pieza en buen estado, antes de restaurarla casi por completo. En ocasiones, esta máxima no se puede llevar a cabo. Cuando la pieza está en muy malas condiciones y no se puede disfrutar de ella, hay que restaurar. Pero siempre desde el respeto por el original. Es bueno tener fotografías, grabados, reproducciones de la obra durante la intervención para intentar tener una referencia. No modificar la imagen por gusto o por modas.
-¿Cuál es tu valoración de Huelva en materia artística? ¿Es rica en este aspecto?
-Huelva tiene mucha historia. Por este motivo, es rica en patrimonio, tanto inmuebles como muebles -cuadros, esculturas, libros…-. Solo hay que aprender a valorarlo. No tienen que ser obras de arte de grandes artistas. Hay piezas de gran belleza, valor y calidad en iglesias o en colecciones particulares, por ejemplo. Pero, además, también tenemos mucho patrimonio arqueológico (ruinas fenicias, musulmanas…), que hay que conservar y cuidar para el futuro.

-¿Tienes algún sueño? ¿Qué te gustaría conseguir?
-Como restauradora me gustaría trabajar para algún museo o instituto de patrimonio, tanto de España como del extranjero. Pero, para ello, hay que trabajar duro y realizar buenas intervenciones, además de estudiar. La restauración es un campo que está evolucionando mucho en los últimos años: nuevos productos, técnicas, maquinaria y equipos. Todo para hacer ver que no se trata de un hobby, sino de una profesión seria.
Por el momento, quiero seguir restaurando, al tiempo que continuaré estudiando para ampliar mis conocimientos, aprendiendo restauración del papel y tejidos, y asistiendo a congresos y cursos. Leer y continuar formándose es muy importante. Ahora no tengo ningún gran trabajo, pero estoy segura que los proyectos llegarán pronto.
Te deseamos mucha suerte, Isabel.