Sergio Borrero. Las ocho en punto de la tarde marcaba el replicar de campanas de la iglesia conventual de Santa María de Gracia cuando el tiempo se detuvo en la plaza de las Monjas mientras el obispo de Huelva colocaba sobre la dolorosa de la Archicofradía de Vera+Cruz y Oración la corona de plata dieciochesca. Las notas del himno nacional interpretado por la Banda de la Salud anunciaba a toda Huelva que Nuestra Madre y Señora de los Dolores ya estaba coronada.
Pero la jornada empezaba unas horas antes. A las 18:15h las puertas de la Parroquia de la Concepción se abrían para que de su interior saliera el breve cortejo que antecedía al paso de palio de la Virgen de los Dolores. En la puerta, la Banda de la Salud aguardaba para ir abriendo paso a este breve traslado hasta el altar de la coronación. A la Cruz alzada seguía una presidencia formada por los hermanos mayores de Esperanza y Victoria, las otras dolorosas de la ciudad coronada así como del presidente de la gestora de la Hermandad de la Cinta, patrona de Huelva también coronada y el general de Brigada del Cuerpo de Intendencia del Ejército de Tierra Miguel García-Noblejas. Tras ellos, el cortejo litúrgico antecedía al fastuoso paso de palio que bordara Rodriguez Ojeda y modificara posteriormente Guillermo Carrasquilla.
Nuestra Madre y Señora de los Dolores lucía su saya de coronación regalo de sus devotas a juego con los bordados del palio y su imponente manto bordado por Patrocinio Vázquez a principios del siglo pasado. Poco más de media hora duraría el traslado, haciendo su entrada en la plaza de las Monjas a los sones de la coral creada para la ocasión. El altar lucía majestuoso con grandes centros de flores en tonos blancos y rosas escoltados por blandones de cera y las colgaduras realizadas por hermanos de la Archicofradía sirviendo como telón de fondo al acto. La mesa de altar estaba formada por un frontal de plata cedido por la Hermandad de la Candelaria de Sevilla.
La Pontifical de Coronación dio comienzo a las siete de la tarde, iniciándose la procesión liturgica desde el Convento de las Agustinas a los sones de «Hija del Pueblo y Totus Tuus». Miembros de gala de la Banda de la Salud escoltaba la corona que era portada por servidores de librea en unas pequeñas andas. Tras ellos, el Alcalde de Huelva y el Presidente de la Hermandad Matriz de Almonte en representación de ambas instituciones madrinas de la coronación. A continuación accedían al altar los celebrantes de la Solemne Misa, que sería oficiada por el obispo de Huelva y por el obispo de la diócesis del Chad.
Tras proceder a la lectura del Decreto de Coronación Canónica, los padrinos de la ceremonia presentaron la corona al señor obispo para que éste la bendijera. A continuación, el más absoluto silencio se apoderó de una plaza de las Monjas repleta de fieles que se habían dado cita para presenciar la Coronación Canónica de la Virgen de los Dolores. Sobre el paso de palio, D. José Vilaplana imponía sobre las sienes de la dolorosa la singular corona de plata y tras una breve oración ante Ella, besó su mano en un gesto de cariño y devoción hacia la madre de Dios. La coral entonaba el «Hallelujah Amén» mientras toda la plaza rompía en una ovación.
La ceremonia continuó hasta las 21:00h cuando la coral entonó el «Himno de la Coronación» compuesto para la ocasión que daba por concluido el acto. Daba comienzo tras unos minutos preparando de nuevo el paso de palio la procesión solemne que conduciría a Nuestra Madre y Señora de los Dolores Coronada hasta la Iglesia de Santa María de la Esperanza, donde tras el encuentro obligado con las Hermanitas de la Cruz en su convento, terminaría dicha procesión y sería el pueblo de Huelva quien hiciera suyo el caminar de la dolorosa de la Archicofradía y arropara en su caminar por las calles del centro el hermoso paso de palio al que acompañó musicalmente la Banda Municipal de Música de Mairena del Alcor.
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