Eduardo Mesa, el geólogo onubense que viajó para encontrarse con su tierra

C.P.P. Eduardo, de 27 años, es el típico ejemplo de joven español con una carrera universitaria, un máster, experiencia internacional e incluso una beca de investigación a sus espaldas y, sin embargo, como muchos otros afectados por la crisis económica, tuvo que hacer las maletas y buscarse la vida en algún país vecino de la Unión Europea.

Natural de Gibraleón, donde cada día más personas están abandonando sus calles y sus familias por motivos laborales, Eduardo o «Eddy», como algunos le conocen, es un chico que le gusta bromear y hacer reir a los demás, muy activo, nervioso, simpático y destaca el adjetivo «sociable» por encima del resto.

Tras dejar atrás el Instituto de Educación Secundaria ‘Odiel’ decidió que lo suyo era «el trabajo de campo, el contacto con la naturaleza» por lo que comenzó a estudiar Geología en la Universidad de Huelva. Así, durante su estancia en la facultad, pudo conocer de primera mano la riqueza natural de nuestra provincia y de España.

Como casi todo universitario, siente el deseo de querer conocer otros lugares más allá de los límites «geográficos» de su país: «la necesidad de moverme y vivir nuevas experiencias (mi madre me llama «culo de mal asiento») me llevó a Italia donde hice mi Erasmus, a Granada donde estudié un Máster y por último a una de las zonas más desconocidas y bellas de Reino Unido, el norte de Gales, dónde ahora vivo» En tan sólo dos líneas, Eduardo, en declaraciones a este periódico digital, hace un resumen fugaz de su vida y de su carrera profesional. Dos líneas cargadas de años de estudios y de una constante búsqueda de trabajo que aún no ha finalizado.

La vida, los contactos, las oportunidades, le han llevado ahora hasta Gales, al Norte de Reino Unido, concretamente a la ciudad de Bangor y así, otra vez, Gibraleón despide a otro de sus vecinos: «ante tan pobres expectativas no me lo pensé mucho cuando una amiga me comentó la posibilidad de solicitar una beca para hacer un Máster en Investigación en la Universidad de Bangor, probé suerte y me la dieron. Y aquí llevo ya un año viviendo con mi novia, Cristina, quien me acompañó en esta aventura y sin la cual nada de esto hubiese sido posible»

Enamorado de Andalucía, Eduardo Mesa no puede evitar comparar y buscar la diferencia entre su provincia y la ciudad galesa. Cuando le preguntamos por Bangor afirma: «es un sitio muy peculiar que no deja a nadie indiferente. Es una pequeña ciudad universitaria de veinte mil habitantes que cada año recibe diez mil estudiantes procedentes de todo el mundo que llenan las calles de vida y juventud. La región es famosa por sus castillos y por el Parque Nacional de Snowdonia, una de las zonas más montañosas de Gran Bretaña, con paisajes de otro mundo y donde llueve trece meses al año. Así que sí, bastante diferente a Huelva»

Los galeses saben apreciar los potenciales de España («les encanta el sol, la comida y nuestra cultura» nos cuenta nuestro entrevistado) aunque con tanto sol y buena comida, muchos locales del norte de Reino Unido quedan sorprendidos y le preguntan a Eduardo que «cómo se le ocurre venir a vivir a Gales siendo de España»

Señala el joven que los galeses son «gente muy acogedora y es fácil sentirse bien entre ellos» aunque reconoce que la barrera idiomática supuso un obstáculo para adaptarse a la ciudad. Sin embargo, al echar la vista atrás y observar toda su trayectoria, Eduardo se siente afortunado por la oportunidad que está viviendo en estos momentos la cual le ha permitido «vivir un año en un país precioso», «hacer amigos de todo el mundo» y mejorar su inglés y su currículum. 

Ahora mismo se encuentra redactando su trabajo final de máster, además de estar «estudiando inglés y buscando trabajo constantemente». Sabe que en España el «chaparrón» de la crisis laboral, política y económica aún no ha terminado: «en España simplemente no existen oportunidades para la gente joven, y lo poco que hay es precario y con sueldos indignos. Gales, aún siendo una de las zonas más deprimidas de Reino Unido tiene un 7% de paro y los ciudadanos todavía tienen derechos»

Sus deseos de volver a su país aún no han caído en saco roto y conserva las esperanzas de poder volver abrir sus alas y emprender algún día el vuelo de regreso: «siempre he querido vivir experiencias en otros países pero donde quiero hacer mi vida es en mi país, aunque de momento no se cuando podré volver para quedarme». Echa de menos la familia, los amigos, el sol, los horarios, «la forma de disfrutar de la calle y de entender la vida» que tenemos aquí.

La historia de Eduardo es el marco general donde se puede encajar la vida de muchos jóvenes de este país. Con más o menos suerte y algunos puntos de diferencia, cada relato muestra las ganas de trabajar en lo que uno o una ha estudiado durante años. Pero si algo tiene claro nuestro «panturrano» es que hay que moverse y no quedarse quieto.

Al fin y al cabo lo que cuenta es la satisfacción personal, el seguir caminando y las experiencias vividas que te hacen crecer y Eduardo sabe llevar todo esto a cabo perfectamente. Para él, «creer es poder»: «a mis paisanos les diría que no se rindan, que tenemos que implicarnos todos para cambiar las cosas, estemos donde estemos y dentro de nuestras posibilidades. Por mucho que nos maltraten y nos digan que somos improductivos, vagos y mediocres, no les creamos, no es cierto. Lo tenemos todo para triunfar, sólo hace falta que lo creamos y pongamos a nuestra maravillosa tierra en el lugar que le corresponde»