Mari Paz Díaz. El culto al cuerpo y el gusto por la perfección de la sociedad actual mostraba su peor cara cuando hace unos años saltaba a los medios de comunicación una enfermedad que puede llegar a ser incomprensible para aquellos que la desconozcan: la anorexia. Un trastorno de la conducta alimentaria que supone una pérdida de peso provocada por la no ingesta de alimento por parte del propio enfermo, una dolencia que afecta especialmente a la población adolescente y puede llevar a un estado de inanición.
Esta patología está muy relacionada con la bulimia, que se produce ante la ingesta de comida de forma incontrolada para expulsarla luego a través del vómito voluntario o los laxantes debido a un sentimiento de culpa. En ambos casos existen riesgos enormes para la salud de los pacientes, si bien es más fácil de detectar es la anorexia al producirse una pérdida de peso acusada, frente a los bulímicos, que suelen tener un peso normal, aunque hagan regímenes rigurosos o ejercicio excesivo para contrarrestar los efectos de las abundantes comidas.
La raíz de los dos problemas está en el temor a aumentar de peso, lo que conlleva a una percepción distorsionada del propio cuerpo, tanto que el enfermo se ve gordo, aunque su peso se encuentre por debajo de lo recomendado.
Estos trastornos suelen dar la cara cuando ya se encuentran en un momento agudo de la enfermedad, con lo que suele ser un tema muy preocupante para las familias de los afectados. Los inicios suelen comenzar con la eliminación de los hidratos de carbono, ya que existe la falsa creencia de que engordan. A continuación, rechazan las grasas, las proteínas e incluso los líquidos, a lo que suelen unir la utilización de diuréticos, laxantes, purgas, vómitos provocados o exceso de ejercicio físico.
Enfermedades donde el componente psicológico es fundamental, ya que suele asociarse con alteraciones que provocan cambios de comportamiento, de la conducta emocional y una estigmatización del cuerpo.
Para conocer en profundidad aspectos de los componentes psicológicos de esta patología, recientemente, la investigadora de la Universidad de Huelva Concha Martínez García ha presentado su tesis doctoral titulada ‘Procesos Cognitivos y Emocionales en Trastornos de la Conducta Alimentaria.- Percepción de la Imagen Corporal y Toma de Decisiones en Mujeres Onubenses‘ (PICTODEMO). Un interesante estudio sobre este trastorno en Huelva.
Con este trabajo se ha pretendido dilucidar si existían diferencias entre dos grupos de mujeres: las clínicas (con trastornos alimentarios) y las controles (sanas). En los dos casos, se tomó como referencia a jóvenes de 15 años con similar nivel socioeconómico, sobre las que se estudió diversas variables, como la toma de decisiones relacionada con la autopercepción de la imagen corporal, la composición física muscular y adiposa, los hábitos alimenticios y a qué dedicaban su tiempo de ocio, entre otras cuestiones.
El objetivo principal ha sido investigar si está relacionada una elevada preocupación sobre la propia imagen corporal, o distorsión en la percepción de la misma, con ‘tomar decisiones’ de ingerir menos nutrientes de los necesarios o de realizar otras conductas y hábitos no saludables.
La conclusión principal es que sí existen diferencias significativas entre ambos grupos en la Toma de Decisiones y, esta, se relaciona de forma inversa con su autoimagen corporal, es decir, que las chicas que tienen una peor autopercepción de su imagen corporal (distorsión de sobreestimación) tienen también unas tomas de decisiones más arriesgadas y desfavorables. Y viceversa, puesto que a menos distorsión de su imagen corporal, hay una toma de decisiones más favorables.
Además, a las participantes que se encontraban en el grupo clínico no les preocupaba no dormir, ni cómo pudiera estar la situación económica familiar, tenían percepción de no ser importantes para su familia y pensaban que no han conseguido logros. Todo ello se refleja en que sus hábitos alimentarios son no saludables al intentar evitar la comida tradicional, ni comen habitualmente en su entorno familiar.
Por el contrario, las participantes del grupo control han mostrado de forma significativa que sí les preocupa no dormir lo habitual y también que la economía familiar pudiera estar afectada, tienen sensación de ser importantes para su familia y de conseguir logros propuestos, reflejándose en que sus hábitos alimentarios son saludables al procurar llevar a cabo la comida tradicional y en su entorno familiar.
Un debate que se enmarca dentro de la influencia sociocultural que tiene la imagen corporal y los cánones estéticos en nuestra sociedad, hasta el punto de ser tratado como un importante motor de generación de dinero que, a su vez, ha provocado un inmenso número de artículos periodísticos, programas informáticos, audiovisuales, páginas en internet, prensa de estética de gran difusión o la proliferación de clínicas de cirugía estética, que suponen toda una macroindustria del actual consumismo de la estética corporal. Rasgos que han estado muy presentes en el marco de la crisis económica de los últimos años. Tan sólo hay que tener en cuenta que en 2009 se llevaron a cabo más de 17 millones de intervenciones quirúrgicas por cirujanos plásticos en veinte países, siendo la liposucción lo más demandado.
Se trata, por tanto, de un tema de plena actualidad, puesto que nos comenta Concha Martínez que «las cuestiones sobre cómo vemos nuestra imagen corporal y la que queremos proyectar hacia los demás, las decisiones que tomamos cada día y aquellas otras que consideramos transcendentales para nuestro futuro, así como también nuestro estado de salud bio-psico-social, son siempre aspectos nucleares de interés, no solo a nivel personal, sino social y del interés de investigadores científicos, tanto de cara al tratamiento de psicopatologías asociadas, como de cuáles son las actuaciones necesarias para poder prevenirlas».
Todo ello se muestra en esta tesis doctoral, que ha sido dirigida por el profesor Doctor José Ramón Alameda Bailén, Titular Universitario del Área de Psicología Básica de la UHU e investigador con dilatada trayectoria y amplia producción científica, y el Médico Internista y Doctor Tomás Eugenio Martínez García que, además de ser un profesional de prestigio en Medicina Interna y de haber sido responsable del tratamiento nutricional de las chicas ingresadas en el hospital por trastornos de anorexia, bulimia u otros de la conducta alimentaria (TCA), es una persona implicada e interesada en aquellos procesos psicológicos que conllevan al mejoramiento y al empeoramiento de la enfermedad en los pacientes.
La tesis fue presentada el pasado verano en la Onubense ante un tribunal que estuvo conformado por Isaac Túnez Fiñana, Catedrático de Universidad, vicerrector de Personal y profesor del Departamento de Bioquímica y Biología Molecular de la Facultad de Medicina de la Universidad de Córdoba, que fue el presidente; Javier Marín Serrano, profesor titular de la Universidad de Murcia, especialista en ciencia cognitiva y pensamiento, que ejerció como secretario; y Carlos Javier Álvarez González, profesor titular de la Universidad de La Laguna (Tenerife), especialista en neurociencia cognitiva, percepción visual y psicología experimental, que hizo de vocal.
Para esta nueva doctora, la presentación de la tesis ha supuesto una enorme satisfacción, puesto que supone «haber concluido una etapa importante de mi vida y, a la par, la sensación de que ahora se abre otra, con nuevos horizontes de investigación y de producción científica, que irán perfilando mi quehacer diario…, dicho con palabras de mi familia -quienes tienen una enorme paciencia por mis ansias de saber más-, esto no tiene fin…, tan solo mínimos descansos en el camino». Una actividad que compaginará con su vida personal, con su marido y sus tres hijos, verdaderos motores de su constancia.
De la tesis, el tribunal ha valorado, entre otras cuestiones, «que se trata de un trabajo original, útil y oportuno, por haber logrado conjugar la toma de decisiones con la percepción de la autoimagen y con valores antropométricos y nutricionales que son medidas objetivas, contribuyendo así al avance en la comprensión de los trastornos alimentarios. Así como haber realizado un ajuste en la fórmula para calcular los índices de distorsión perceptual, que logra minimizar los posibles falsos-positivos en distorsión, no siendo esto contemplado en otros estudios de la bibliografía científica». Con ello, la puntuación no podía ser otra que Sobresaliente Cum Laude por unanimidad.
Ahora, Martínez tiene previsto publicar el estudio para darle difusión científica. Por el momento, la nueva doctora continúa con sus clases de Psicofarmacología y trabajando con un grupo de profesionales de psiquiatría, internistas, endocrinos y otros para abordar actuaciones formativas a distintos colectivos de salud, de educación y de afectados, dentro del Programa de ‘Imagen y Salud’ de la Junta de Andalucía. Además, para continuar su estudio, tiene previsto hacer este año una muestra de mujeres de Iberoamérica.
Y, por supuesto, «con mis estudiantes me interesa saber cuáles son sus visiones y perspectivas de temas de su interés o de lo que les rodea, me gusta que compartamos las experiencias de forma bidireccional entre jóvenes y no tan jóvenes, porque también hay alumnos/as que ya tienen otras profesiones y, especialmente, disfruto con los debates en clase porque todos aprendemos de todos. En esta línea, suelo compartir con ellos que lo importante es perseguir nuestros objetivos, abrir nuestras perspectivas hacia miras más amplias y no dejar de aprender nunca. Por ello, animo a todo aquel que esté planteándose dedicarse a la investigación, porque es un camino apasionante, aunque, como todo que realmente merece la pena en esta vida…, ¡cuesta!».
