Paula Crespo. Nico Montero tiene un don divino. Y no es solo su cantar como los ángeles y componer «por la gracia de Dios» una música muy especial y distinta, sino una forma de entender la vida desde la solidaridad y la vocación social, pero sobre todo desde un nivel de positivismo, fe y alegría, tan elevado que es capaz de contagiar a todo el que está cerca.
Este cantautor del onubense barrio de Isla Chica lleva 24 años regalando su música cristiana a ambos lados del charco y sembrando el mundo con un mensaje de esperanza y optimismo asociado a una importantísima labor social que recientemente ha sido reconocida por la Conferencia Episcopal.
Y es que Nico recogerá el próximo 28 de enero en Madrid el premio ¡Bravo! 2014, un galardón que ostentan personalidades de la música como Monserrat Caballé e instituciones como el Orfeón Donostiarra, pero por motivos bien distintos.
Once discos, más de mil conciertos, cuatro musicales, millón y medio de visitas en su web -que solo tiene dos años- y medio millón de discos descargados, son solo algunas de las cifras que avalan la trayectoria musical no lucrativa de este profesor de Filosofía, ahora director de un instituto público de Cádiz, que hace poco recogió en Zaragoza el disco de oro por más de 60.000 copias vendidas de sus álbumes.
Otros datos que demuestran el alcance de la música de este cantautor de Huelva es que en 2003, coincidiendo con la visita del entonces papa Juan Pablo II, cantó en Madrid ante un millón de personas o en la inauguración en 2011 de las Jornadas Mundiales de la Juventud en un escenario junto a la Cibeles.
Un bagaje marcado por el carácter altruista y de transformación de su música. Para muestra un botón. Uno de los cuatro musicales que ha escrito, ‘Reverso de mi piel’, lleva más de una década representándose por más de diez compañías de diferentes ciudades de España. Gracias a los beneficios que se han obtenido de las ventas de ese CD han podido abrir con los Salesianos una Escuela Taller en un barrio de Tánger que se llama Beni makada donde se forma a un buen número de jóvenes para el empleo.
Para 2015 Nico prepara tres discos, el primero de los cuales saldrá en febrero, y un nuevo musical, el quinto, así como más de 20 conciertos en solitario y junto a su banda, la Low Cost Band en España, Estados Unidos y América Latina.
HBN ha aprovechado su última visita a Huelva en la que ha presentado en la Casa Colón del himno de la Asociación Juvenil Carabela ‘Vivimos como soñamos’ para entrevistar y conocer más acerca de su trayectoria y de su peculiar forma de entender la vida, la fe y la música.
– Tenemos que empezar preguntándote por tus impresiones sobre la concesión del premio Bravo por parte de la Conferencia Episcopal.
– La verdad es que no lo esperaba. No es algo a lo que yo me haya presentado ni nada por el estilo. De hecho me enteré por Facebook cuando empezaron amigos de aquí y de allá. Y en una de estas un amigo me pasó el enlace de la página oficial de la Conferencia Episcopal. Conocía estos premios porque había visto la típica reseña en el telediario y poco más. Entonces me sorpendió mucho sobre todo cuando vi el plantel del jurado, que era gente muy erudita y que se lo habían dado a gente con una entidad en el mundo de la como Monserrat Caballé o el Orfeón Donostiarra.
– ¿Qué crees que ha reconocido el jurado en tu caso?
– Creo que han querido valorar un largo camino y una manera de hacer música distinta, fuera de las fórmulas típicas comerciales y mercantilistas. Mis canciones son gratuitas y están disponibles para descargar tanto en mi web como en webs amigas. Han premiado algo muy diferente a lo que se premia habitualmente que es un éxito entendido como éxito comercial, mercantilístico o económico. Han premiado a una persona que empezó muy joven y que lleva 24 años pateándose España y algunos países del extranjero, con 11 discos a la espalda, cuatro musicales…Y esa trayectoria es la que creo que han valorado, sobre todo, porque todos los discos, todos los musicales, todos los conciertos son benéficos. Se hacen desde la gratuidad. Cuando a mí me llaman y es para recaudar fondos para algo benéfico como Cáritas, Manos Unidad, unas casas de acogida…allí estoy el primero. Cuando la cosa va por otros derroteros que no cuenten conmigo.
– Aunque tu música se puede descargar y está disponible de manera gratuita en Internet has recogido recientemente un disco de oro por vender 60.000 copias de tus discos, ¿eso cómo se come?
– Creo que la gente es solidaria y generosa y entiende que los discos van para apoyar proyectos sociales y en los conciertos se agotan. Creo que que cuando uno hace las cosas así, al final recibe más de lo que uno da. Si vas sembrando a lo largo de la vida, al final recoges.
– Porque la música no es tu medio de vida…
– No, yo «me gano las papas» como profe de Filosofía y ahora director de un instituto público de Cádiz enorme y ese es mi trabajo. Lo vivo con mucha ilusión pero es el que me mantiene y la música es otra cosa. Hay quien lo entenderá más o menos paro para mí la música es una misión personal, una vocación…
– ¿Cómo compaginas tu trabajo, tu familia y la música?
– He aprendido a dormir poco y administrar muy bien el tiempo, aunque siempre digo que esto es un don de Dios. Las historias, las canciones me surgen rápidas. Dios me ha dado esta capacidad y tengo que explotarla.
– ¿De dónde nace esta vocación social que caracteriza tu vida en general?
– Desde pequeño. Mi familia pertenecía a los cursillos de cristiandad de aquí de Huelva. Mi padre y mi madre son personas de mucha fe. Una fe que me han inculcado y eran muy amigos de sacerdotes de entidad de Huelva como Paco Girón, que falleció, o Manolo Vargas y además han estado muy ligados a los Salesianos, donde yo estudié. Cuando con 13 años empecé a escribir canciones, de una manera muy natural surgieron temas en las que yo expresaba mi fe. También escribía sobre otras cosas, pero sobre todo, surgían canciones en las que manifestaba que Dios estaba presente en mi vida. Tuve la suerte de participar en un festival de música cristiana en Barcelona que se llama ‘David’ y que todavía se hace en España. Fui, canté, gustó y de ahí salió mi primer disco que lo produjeron los Salesianos. A partir de ahí ha sido un no parar de conciertos y discos.
– Y la música, ¿cuando despertó en ti?
– La música despertó en mí a los 13 años precisamente cuando empecé a tocar la guitarra en el internado de Cádiz, precisamente fue gracias a Damián, hoy director de los salesianos de Huelva y entonces un joven sacerdote, encargado del internado gaditano. Él me enseñó y a partir de ahí yo me solté, me solté tanto que empecé a escribir. Descubrí que sabía cantar, hasta entonces yo era un chico de barrio, futbolero, jugué en las categorías inferiores del Recreativo de Huelva, en fin, me dedicaba a otras cosas…y de pronto empecé a cantar en las fiestas escolares y a componer.
– ¿Cómo es posible que tenga tanto éxito la música cristiana?
– Creo que es la forma de hacer música cristiana novedosa, fresca y contemporánea que se mezcla con ritmos del pop, del rock, latinos…No es «¡Alabaré, alabaré!» (risas) o esos típicos himnos religiosos…y tampoco tiene por qué ser una música ñoña. Muchas de mis canciones hablan de valores humanos, del amor, del racismo, de los niños de la calle… Últimamente le he hecho una canción a Harrison Ford y a la importancia de ser aventurero en la vida, se llama ‘El arca perdida’. Hago canciones también ocurrentes, graciosas, con humor. Hay una mezcla cultural, cristiana…no soy capaz de definirla. Solo puedo decir que siempre tiene ese toque humanista y mensajes de optimismo y positivismo y, como os llamáis vosotros, de buenas noticias.
– ¿Qué persigues con tus canciones?
– Mis canciones no están para dar el coñazo, ni para ganar dinero, ni para ser un hit. Hago lo que quiero, escribo lo que me surge, pero siempre intento transmitirle a la gente fe, esperanza, optimismo, ilusión, que reciban con mi canción ese achuchón que necesitan. También hay canciones de denuncia y de protesta. Es una mezcla de ritmos y de mensajes que me permite cantar ante auditorios muy dispares como una parroquia, una universidad, una cárcel ante presos de máxima seguridad o el pub Pai Pai de Cádiz. Lo que no pretendo es adoctrinar. Simplemente siento presente a Dios en mi vida y lo comparto con alegría y con ilusión y, además, lo propongo. Me gusta crear interrogantes en la gente y que traten de vivir con más intensidad. Solo con que la gente se plantee la pregunta de Dios en su vida ya me merece la pena. No estoy para convencer, ni soy un líder espiritual ni nada por el estilo.
– ¿Y qué te aporta a ti la música?
– Yo le he encontrado a mi música y a este don que Dios me ha dado para escribir canciones una dimensión tan grande que «mancharla» con lo lucrativo, el mercantilismo, el mundo del negocio o la búsqueda del éxito me da vergüenza, me daría rubor y me parecería un despropósito. Así que hasta que el cuerpo aguante voy a seguir escribiendo, voy a seguir actuando en conciertos solidarios, voy a seguir dando gratis mis canciones y sé que seguiré encontrándome con la solidaridad de mucha gente que seguirá comprando los discos, yendo a los conciertos. Y es bonito que al final va uno entregando y sin pedir nada a cambio y va recibiendo. Yo creo que la gente entiende y apoya cuando además de gustarle las canciones sabe que los fines son tan bellos.
– ¿Qué es lo más gratificante que te ha llegado a través de la música?
– Son muchas las historias de gente que nos escribe, pero hay muchas parejas que me cuentan que se han enamorado con una de mis canciones ‘Nada nuevo tras de ti’. Hasta me han pedido hasta que vaya a su boda a cantarla. Me han contado de todo, sobre todo experiencias de gente que ha tenido momentos muy difíciles y que con canciones como ‘El señor es mi pastor’, un salmo muy bonito que yo musiqué y que se ha traducido a 14 idiomas, han sentido un abrazo o un beso de Dios que necesitaban. Por ejemplo, en Valladolid canté en un centro de enfermos mentales y todavía hay uno de ellos que me sigue mandando una felicitación en Navidad escrita por él mismo. Eso es bonito.
– ¿Cómo es tu relación con otros artistas de música no cristiana?
– Tengo una relación muy buena con músicos del panorama andaluz y nacional. A ellos les sorprende mucho lo que hago, pero les gusta y lo valoran en su medida, igual que valoran y respetan la música de otros artistas. Los mensajes que recibo de ese lado son positivos y animosos. El último que he recibido de ánimo ha sido de Lucas, de Andy y Lucas diciéndome que me merecía el premio y demás.
– Aunque tu vida está en Cádiz desde hace mucho tiempo, ¿sigues manteniendo el vínculo con Huelva?
– Sí, tengo aquí un hermano y muchos primos y tengo mucha relación con los Salesianos de Huelva. Es verdad que mi vida desde hace muchos años está en Cádiz, donde me fui a un internado salesiano a los 13 años porque aquí en Huelva solo había hasta octavo de EGB. Tengo mi trabajo, mi vida y mis niños han nacido allí, pero Huelva siempre está ahí. Es el pellizquito en el corazón de mi infancia, de mi tierra. Y aunque cuando vengo es en visitas muy rápidas, siempre ha estado conmigo, creo que nunca me he ido de Huelva del todo.
– ¿Alguna canción que tenga que ver con tu tierra ya compuesta o en proyecto?
– No, pero es un reto. No he hecho nunca ninguna canción sobre ninguna ciudad. Si hago alguna tendrá que ser sobre Huelva…me has dado tú la idea (risas).
– Optimismo, positivismo, todo lo que transmites tiene que ver con HBN, ¿qué te parece el enfoque positivo de este medio?
– La verdad es que os conocí hace poco y cuando entré me encantó. Me encantó que se llame buenas noticias porque el mundo las necesita. La vida ya es muy dura, la vida es muy heavy. Hay mucho sufrimiento y hay muchas malas noticias: los últimos atentados, la situación que tenemos de paz mundial, el día a día…Entonces que haya un medio de comunicación que enfatice en las buenas noticias, eso es prender la tierra de otra filosofía, de otra forma de ver el mundo, de otra perspectiva. Yo soy de los que piensa que la alegría, el optimismo, la fe son cosas que se contagian y crean estados de ser, estar y de pensar. Dar buenas noticias es difundir un pensamiento positivo, de fe y optimismo que a la gente le hace mucho bien. Este periódico es terapéutico y esto es una magnífica medicina en los tiempos que vivimos hoy en los que la gente necesita fe y esperanza ante las dificultades, ante el drama del paro, ante las enfermedades, los desahucios…Lo que hacéis no es un ejercicio ingenuo. No creo que sea de una ingenuidad alocada, absurda o infantil, no. Es un ejercicio de responsabilidad muy grande y una filosofía como medio de prensa magnífica, que apuesta por dar mensajes positivos en los tiempos más duros que hemos vivido en los últimos 20 años. Lo único que se puede conseguir con esto es que la gente recupere un poco la ilusión y la esperanza. Transmitir buenas prácticas, buenos ejemplos, educa y los medios de comunicación tienen esa responsabilidad educativa para con la población. En ese sentido estáis haciendo una labor que aplaudo, tanto que voy a hacer el himno de las buenas noticias (risas).
– Lo recibiremos encantados. Ya para terminar, ¿qué les dirías a los onubenses?
– La canción que hoy -ayer para el lector- presento en el palacio de Congresos y mañana -hoy viernes 16 de enero para el lector- en las redes con un videomontaje en Facebook y en mi página web que se titula ‘Vivimos como soñamos’. Así que les diría los onubenses lo primero que hay que vivir con intensidad y lo segundo que uno merece vivir lo que sueña y como decía el paisano Manolo Carrasco que no hay que dejar de soñar.
– Muchas gracias Nico por tu tiempo.
– Gracias a vosotros y enhorabuena por lo que hacéis.