ILG. Una explosión de sabores típicos de la antigua Yugoslavia, es lo que ha conseguido Emilia Popovic, una serbia, onubense de adopción, que lleva desde 2007 regentando una de las confiterías más curiosas de la ciudad ‘Pastelería Emilia’ en la que sus productos son los tradicionales de su país de origen.
Hace 15 años, Emilia comenzó su aventura española junto a su familia. Su marido, ingeniero de profesión, fue trasladado a Madrid y junto a Emilia y su hija, se vinieron a España. “Allí pasamos cinco años, los peores de mi vida no podía trabajar y creo que nunca me adapté a la ciudad”, cuenta Emilia.
Titulada en Educación Infantil en Serbia, Emilia desde que finalizase sus estudios siempre se dedicó a trabajar en un colegio impartiendo clases a niños de 7 a 11 años. Su continuo interés por aprender el idioma y por relacionarse con la gente, empujó a la serbia a impartir clases y asistir a clases. “En Madrid sabía que no iba a poder trabajar porque no tenía ni idea del idioma, me vine sin saber nada y era muy difícil poder encontrar trabajo como profesora. Pero soy una mujer muy inquieta y muy activa, por eso no paré de aprender cosas. Hice un curso de costura, otro de cocina, de Internet, de pintura al óleo, entre otros, todo por no estar sin hacer nada”, asegura la mujer.
Tras cinco años en Madrid, a su marido vuelven a proponerle un traslado, esta vez a Huelva. “Cuando nos planteamos el venir, nos lanzamos porque no queríamos arrepentirnos, una vez pasase el tiempo, de no haber vivido esta aventura”, afirma Emilia. En 2005 llegan a Huelva y, aunque su primer imagen de la ciudad no fue la mejor, con el paso del tiempo,ha encontrado en la ciudad en lugar ideal para vivir y para seguir haciendo lo que más le gusta: trabajar como pastelera en su pequeño negocio.
Según ha contado a Huelva Buenas Noticias, cuando llegó a Huelva “lo que tenía claro era que quería trabajar. Sabía que ejercer mi profesión aquí era muy difícil, por eso ni lo intenté. Siempre me gustó la cocina. Cuando vine tenía 40 años y era muy complicado encontrar un trabajo. Ya por aquella época se hablaba de la crisis y del desempleo”, añade.
“No me atrevía a lanzarme a trabajar en algo que no dominase bien y siempre creí que lo que se me daba bien era cocinar dulces y salados. Fue entonces, cuando en 2007 me lancé a montar mi negocio sin saber cómo iba a salir. Todo lo que hago lo hago porque me gusta, me encanta trabajar. La satisfacción de haber conseguido
disfrutar de mi trabajo es lo que más me llena. Cuando la gente sale de mi negocio saboreando mis pasteles es algo que me empuja a levantarme día tras día para trabajar”, asegura la pastelera.
Baklava o tarta Ofelia son algunos de los pasteles típicos yugoslavos queEmilia vende en su pastelería. “Todo lo que
vendo son pasteles típicos de mi país, pero he ido probando y metiendo cosas, aunque la base son recetas de allí. Para lograr que mis productos se vendiesen tuve que adaptar las recetas con lo tradicional de aquí, por eso muchos de los pasteles que elaboro son invenciones mías de haber ido probando y probando, y haber conseguido un producto final sabroso”, dice la serbia.
En cuanto a los ingredientes que utiliza, según ha contado a este periódico, son lo básicos de cualquier obrador: harina,
azúcar, huevo, nata, mantequilla, etc. “Las recetas son las que he aprendido de mi abuela, de mi madre y de mis amigas. En mi país es muy típico que la gente haga dulces en casa y yo desde pequeña he visto a mi madre haciendo pasteles”, asegura Emilia. Gracias a un curso de cocina que la mujer hizo en Madrid, sus conocimientos sobre cocina se adaptaron a los sabores típicos españoles, “puedo ofrecer algo diferente, me di cuenta que aunque los ingredientes sean los mismos, yo podía hacer algo distinto y atractivo, por eso me lancé”.
“En las navidades lo que más vendo son Roscones de Reyes. A base de mucho experimento he conseguido una receta 100% mía. Aprendí algo en el curso; busqué información en la red y en los libros de recetas; mi experiencia y jugando un poco con todo, ahora tengo mi propia masa del roscón. Estoy muy orgullosa de mi masa. En alguna ocasión me dijeron quemis roscones son los mejores que había probado. Eso llena mucho”, aseguraEmilia.
Los pasteles de Emilia han calado en nuestra provincia ya que vienen desde distintos puntos de la provincia para comprar pasteles yugoslavos. “También vienen de Sevilla, son gente que vienen a por pescado y se llevan mis pasteles. Tengo una clientela fija”, cuenta. También, los yugoslavos que viven en la provincia, no dudan en pasarse por la calle Mudéjares de la capital, para degustar las creaciones de Emilia.
PeroEmilia, además de ofrecer un negocio distinto, ha conseguido adaptarse a Huelva y hacer su vida aquí. “He tenido
mucha suerte. Aquí en Huelva tengo amigos que sustituyen a mi familia, soy feliz aquí. Me gusta la vida de Huelva porque por mucho que eche de menos a la familia siempre hay personas que están ahí. Me siento una onubense más, me siento muy de Huelva. Cuando vivía en Madrid y salía a la calle, sabía que nadie me iba a saludar; en Huelva, salgo a la calle y nunca me ha pasado que no me haya encontrado con alguien solo para saludarme”, afirma Emilia.
Según nos ha contado Emilia, uno de sus sueños fue vivir cerca de la playa, “lo he conseguido. No volvería a Madrid por nada del mundo. Pero sin duda lo que más me gusta de Huelva es la gente. Aunque pueda sonar tópico, cuando me dicen ‘hija’, me ganan. La cercanía de la gente es lo que más me llama la atención, son muy humanos y muy abiertos”.
Un negocio en el que confluyen dos culturas y gastronomías distintas. Una fórmula de conocer, de una forma artesanal, sabores diferentes y que te trasladan hasta otro punto del mundo sin salir de Huelva.
1 comentario en «Emilia Popovic, el nexo de unión más dulce entre Huelva y los Balcanes»
He probado los pasteles de Emilia y son espectaculares ademas artesanos y con ingredientes naturales, anímo a todos que lo prueben y quedaran encantados.