Juan Carlos Jara. La genial Rocío Márquez continúa dando que hablar allá por donde va, cautivando con su polifacética voz a un espectro de público cada vez más amplio y dejando sobre los escenarios el aroma especial de las grandes divas. Su voz y su saber hacer están traspasando todas las fronteras y están convirtiendo a esta onubense de profundas raíces choqueras en una de las mejores –si no la mejor- embajadora de Huelva.
Más allá de nuestra ciudad, la voz de esta joven que creció cantando mientras paseaba las calles de Isla Chica ha alcanzado fama y prestigio y continúa acaparando elogios y críticas muy positivas. Poco a poco, además, la figura de Rocío Márquez emerge también con la fuerza que merece en nuestra capital y comienza a abrirse espacios en los que derrochar su arte por toda la provincia, quedando a un lado la ilógica poca presencia que tuvo durante demasiado tiempo pese a consagrarse en 2008 con la Lámpara Minera del Festival de La Unión.
Rocío allende de ser maestra es eterna aprendiza en esto del cante y no ha descuidado, desde los años de su infancia, la formación a todos los niveles. Ha cultivado su faceta musical hasta el nivel que todos conocemos pero no se ha olvidado de su educación universitaria, siguiendo así los sabios consejos de una familia que la arropa desde sus inicios y le ha transmitido la constancia como clave para el triunfo y la felicidad.
En los últimos tiempos, Rocío Márquez continúa abriendo puertas por caminos difícilmente sondeables. La publicación de ‘El niño’, su segundo disco, viene a confirmar esa amplia capacidad y polivalencia que la ha llevado, incluso, a poner voz al Requiem de Mozart en una reciente actuación en Sevilla o a ser el alma del nuevo himno oficial del Recreativo. Con ella el tradicional refranero español pierde credibilidad cuando lo de “aprendiz de mucho, maestro de nada” queda en evidencia por las cualidades, artísticas y también personales, de un tesoro de nuestra tierra.