Clásicos de la televisión: Yo, Claudio (Parte I)

I, Claudius.
I, Claudius.
I, Claudius.

FICHA TÉCNICA:

Título: Yo, Claudio (I, Claudius).
Géneros: Histórico/Drama.
País de origen: Reino Unido.
Creadores: Herbert Wise (dirección) y Jack Pulman (guión).
Emisión: BBC, entre septiembre y diciembre del año 1976.
Duración: Miniserie de 13 episodios.
Intérpretes (Personajes): Derek Jacobi (Claudio), Brian Blessed (Augusto), Siân Phillips (Livia), George Baker (Tiberio), Margaret Tyzack (Antonia), James Faulkner (Herodes Agripa), Patricia Queen (Livila), John Hurt (Calígula), Patrick Stewart (Sejano), John Rhys-Davies (Macro), Beth Morris (Drusila), Sheila White (Mesalina), Christopher Biggins (Nerón).
Argumento: La convulsa historia política de los primeros años de la Roma Imperial, contada en primera persona por el emperador Claudio a través de la historia de su propia familia, la dinastía Julio-Claudia.



 Noelia Limón.

Claudio se dispone a escribir su historia.
Claudio se dispone a escribir su historia.

De qué va ‘Yo, Claudio’. “Yo Tiberio, Claudio, Druso, Nerón, Germánico, esto y lo otro y lo de más allá. Conocido no hace mucho tiempo por amigos y parientes como Claudio el idiota, o el tonto de Claudio o Claudio el tartamudo, voy a escribir ahora esta extraña historia de mi vida… Espías, espías por todas partes. Me espían en la cama, en mis plegarias, en la calle, hasta en el retrete. Pero les engañaré a todos. La sibila lo profetizó”. Con estas palabras y la imagen del anciano emperador romano Claudio sentado en su escritorio, recordando y escribiendo la historia de su vida, comienza uno de los grandes clásicos de la televisión: ‘Yo, Claudio’.


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La serpiente y Claudio.
La serpiente y Claudio.

Cada episodio empieza con una serpiente reptando sobre un mosaico cuyas teselas muestran la imagen y el nombre del protagonista. Una genial introducción para un genial relato de casi trece horas sobre la convulsa historia política de los primeros años de la Roma Imperial, contada en primera persona por el emperador Claudio a través de la historia de su familia, la dinastía Julio-Claudia, que gobernó en Roma durante los siglos I a.C. y I d.C.

Claudio proclamado emperador por la guardia pretoriana.
Claudio proclamado emperador por la guardia pretoriana.

‘Yo, Claudio’ es un apasionante viaje al pasado, una crónica detallada de los primeros años del Imperio Romano. El anciano emperador Claudio, temiendo su propio asesinato para ser apartado del trono imperial, decide contar la historia de su vida como miembro de la familia más importante de Roma. De este modo, Claudio se propone dar a conocer los entresijos de la alta política, los distintos bandos a favor y en contra de cada emperador y los posibles candidatos a la sucesión, incluso su rocambolesca proclamación como emperador por la guardia pretoriana.

Augusto.
Augusto.

Siguiendo su vocación de historiador y con la perspectiva que otorga el paso del tiempo, Claudio ejerce de narrador de los sucesos políticos acontecidos en Roma tras el fin de las guerras civiles que marcaron los últimos años de la República; y emprende dicha empresa con la firme intención de contar toda la verdad y de dejar testimonio escrito de ella para la posteridad, utilizando a la dinastía Julio-Claudia como hilo conductor de la narración y a sus familiares como protagonistas, cuyas vidas estuvieron marcadas por la política, las traiciones, las luchas de poder, la intriga, el engaño, el adulterio, la violencia y la muerte.

Claudio, Calígula y Tiberio.
Claudio, Calígula y Tiberio.

El relato arranca con la preocupación del emperador Augusto por nombrar a su heredero, y las artimañas de su esposa Livia para que ese heredero sea Tiberio, uno de sus dos hijos nacidos de un matrimonio anterior. Claudio continúa con los dos emperadores siguientes, su tío Tiberio y su sobrino Calígula, conocidos por ordenar persecuciones políticas y hacer acusaciones de traición.

Mesalina y Claudio.
Mesalina y Claudio.

Finalmente, Claudio termina su historia contando su experiencia como emperador, condicionada por el hecho de ocupar el trono imperial contra su propia voluntad y convicciones políticas, a una edad bastante avanzada para la época (50 años), y por sus matrimonios con Mesalina y Agripinila.

El protagonista, los personajes. En ‘Yo, Claudio’ la narración en primera persona recae en uno de los protagonistas principales de la acción, un testigo directo de los acontecimientos que no escatima detalles, ni siquiera los más escabrosos y desagradables. Sin embargo, podría decirse que no es el afán de veracidad del relato histórico lo que ha hecho que aún hoy día se siga hablando de esta serie. Es cierto que sus enrevesadas tramas salpicadas de conspiraciones, traiciones y muertes, que involucraban a todos los personajes de una u otra forma, captaron la atención de los espectadores prácticamente desde el primer minuto del primer episodio. Pero fue la apariencia física de Claudio, y cómo ésta condicionó el comportamiento de su familia hacia él, lo que acabó convirtiéndose en uno de los elementos de la serie más recordados.

Livia.
Livia.

Desde su nacimiento, Claudio es medio sordo, cojo, tartamudo y tiene un tic nervioso que le hace mover involuntariamente la cabeza hacia su izquierda. Por ello, su familia lo considera un tonto inofensivo que nunca podrá ni deberá intervenir en política, objeto de burlas y comentarios despectivos, viniendo los más crueles de su propia madre. Pero Claudio es una persona muy inteligente y perspicaz, con grandes dotes de observación y diplomacia. Aconsejado por los pocos que saben ver en él más allá de su discapacidad física, Claudio la utilizará como una especie de disfraz, fingiendo ser tonto sin serlo. Esta actitud le ayudará enormemente a mantenerse al margen de las conspiraciones políticas dentro de su familia y a salvar su vida en bastantes ocasiones.

Además de Claudio, hay otros dos personajes inolvidables. El primero de ellos es Livia, la mujer de Augusto y abuela de Claudio, pero ante todo una emperatriz inteligente y maquiavélica, ávida de poder y sin escrúpulos, el gobierno en la sombra que conspira a espaldas de su marido con el fin de allanarle a su hijo Tiberio el camino al trono imperial. Para lograr su objetivo, se sirve del carácter sencillo y bonachón de Augusto, a quien predispone en favor de uno u otro personaje de forma sutil y convincente, evitando así, mediante tácticas retorcidas pero pacíficas, las guerras civiles que sacudieron Roma años atrás.

Tiberio.
Tiberio.

Livia es extremadamente malvada, sarcástica y cruel, sobre todo con su nieto Claudio y también con su hijo Tiberio, un hombre débil y pusilánime, que acaba siendo manipulado, humillado y doblegado por las maquinaciones de su madre y convertido en emperador sin pretenderlo, un mero instrumento para que Livia siga gobernando Roma después de la muerte de Augusto.

Calígula.
Calígula.

El otro gran personaje de ‘Yo, Claudio’ es Calígula. Emperador demente y tan cruel como su bisabuela Livia, no duda en matar a todo aquel que le lleve la contraria o le ocasione la más leve molestia. Su comportamiento incestuoso con sus hermanas, sus delirios de grandeza creyéndose la reencarnación de un dios y sus cuestionables decisiones políticas lo convierten en un psicópata temible y en protagonista de las escenas más divertidas y de las más horripilantes de toda la serie.

Antonia.
Antonia.

La lista de personajes memorables de ‘Yo, Claudio’ no acaba aquí. Imposible no incluir a Antonia, la siempre decepcionada y desagradable madre de Claudio, que representa a la Roma de la vieja República y sus olvidados valores, digna heredera de su padre Marco Antonio y su madre Octavia.

Herodes Agripa.
Herodes Agripa.

Tampoco pueden faltar Herodes Agripa, amigo de Claudio desde la infancia; Sejano, mano derecha de Tiberio y jefe de su guardia personal; Mesalina, la tercera esposa de Claudio y recordada principalmente por su comportamiento libertino; y Agripinila, su cuarta esposa y madre del futuro emperador Nerón.

Mesalina.
Mesalina.

Un aspecto curioso de ‘Yo, Claudio’ y que llama enormemente la atención es que algunos actores y actrices interpretan un personaje desde su juventud hasta que éste llega a la vejez.

Nerón.
Nerón.

Para reflejar en ellos el paso del tiempo, fueron sometidos a un minucioso trabajo de peluquería y maquillaje con desigual fortuna: en algunos personajes, como Augusto y Claudio, la caracterización quedaba algo artificial, pero en otros, como Livia, el resultado final fue totalmente creíble.

Claudio joven.
Claudio joven.

Conviene tener presente que no existía una gran diferencia de edad entre la mayoría de los miembros del reparto y que algunos de ellos debían aparentar bastante más edad de la que realmente tenían.

Claudio anciano.
Claudio anciano.

Los creadores de ‘Yo, Claudio’. La serie está basada en las novelas ‘Yo, Claudio’ y ‘Claudio el dios y su esposa Mesalina’, escritas por Robert Graves y publicadas en 1934 y 1935 respectivamente. La adaptación de ambos textos a la pequeña pantalla recayó en Jack Pulman, guionista de todos los episodios, mientras que Herbert Wise se hizo cargo de la dirección durante toda la serie. Esto dotó a ‘Yo, Claudio’ de homogeneidad en su conjunto, y le proporcionó un pulso narrativo constante que no decae en ningún momento.

Envejecimiento del personaje de Livia a lo largo de la serie.
Envejecimiento del personaje de Livia a lo largo de la serie.

Wise y Pulman afrontaron la conversión de dichas novelas en una serie de televisión como un trabajo de equipo, una tarea titánica teniendo en cuenta el elevado volumen de texto y la dificultad de plasmar en imágenes algunos de los pasajes de las novelas. La televisión de la década de 1970 no manejaba los abultados presupuestos de los que dispone actualmente y tampoco gozaba del prestigio como medio audiovisual que hoy día disfruta, pero eso no supuso un obstáculo para llevar la obra de Graves a la pequeña pantalla. Wise y Pulman condensaron con acierto los hechos y las tramas de las dos novelas en una serie de televisión de trece episodios, cuyos diálogos estaban repletos de ironía y crueldad aunque sin dejar de lado el característico sentido del humor británico.

El director y productor austriaco Herbert Wise ha realizado los trabajos más recordados de su carrera profesional en la televisión: junto a ‘Yo, Claudio’, la serie ‘Cadfael’ (1994-1996), donde coincidió de nuevo con Derek Jacobi, y los telefilmes ‘El Papa Juan Pablo II’ (1984) y ‘La mujer de negro’ (1989). Por su parte, el inglés Jack Pulman forjó su reputación como guionista mediante la adaptación de célebres textos literarios como series y películas para la televisión: además del guión de ‘Yo, Claudio’, suyos son los de ‘David Copperfield’ (1969), ‘Jane Eyre’ (1970) y ‘Guerra y paz’ (1972-1973). Su fallecimiento solo tres años después del estreno de ‘Yo, Claudio’ le impidió disfrutar del merecido reconocimiento por su excelente trabajo.

 (Continuará)



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