Elisabeth Méndez. Antonia Márquez Blanco ha cumplido este seis de noviembre 100 años de edad, aunque el espíritu de su juventud sigue reflejándose en su personalidad, tal y como hemos podido comprobar en la fiesta de cumpleaños sorpresa que sus familiares y compañeros le han organizado junto al personal de Sanyres, residencia en la que esta simpática onubense habita desde 2011.
Mujer especial que hemos tenido el placer de conocer en un día especial. Risueña y optimista, de ojos grandes y mirada profunda, y con una encantadora sonrisa que aporta a su rostro una luminosidad alejada de sus 100 años de edad, Antonia nos recibe con una simpatía y un cariño propio de una persona amiga de la felicidad.
“Estoy muy contenta de celebrar mi cumpleaños”, nos confiesa con alegría desde su trono, una silla de ruedas que la acompaña desde hace poco tiempo para facilitarle el movimiento de una piernas con 100 años de historia, y desde la que se ha convertido en un día como hoy en la protagonista de la sala en la que unos 50 compañeros de la residencia degustan la primera de las tres tartas que Antonia recibirá en el día de su cumpleaños.
Pero no solo ellos han sido testigos de su aniversario. Su hijo Gregorio Márquez no ha querido perdérselo y se ha acercado hasta la residencia junto a su mujer, Juani, sus dos hijas y sus nietos para pasar el día con Antonia, a quien le han cantado el cumpleaños en un festivo ambiente en el que la radiante onubense ha recibido además un ramo de flores, regalo del que no ha querido desprenderse durante la celebración. “Es precioso”, manifestaba.
A pesar de la sordera que la escolta, propia de su edad, su hijo nos cuenta como los médicos se sorprenden cada vez que la someten a un reconocimiento “por su naturaleza extraordinaria y su estupendo estado de salud, sin padecer nada y con todos sus órganos perfectos”. Esto puede ser gracias a que, tal y como nos narra Antonia, ella ha sido “muy feliz en la vida y siempre he estado rodeada del cariño de una familia que me quería y me quiere mucho”, mostrando su gratitud hacia los que la acompañan en este día por tan grata fiesta de la que confiesa “me olía algo porque se lo he escuchado a algunos compañeros”, palabras que nos hacen percatarnos de la inteligencia de la que aún goza.
Nacida en Rosal de la Frontera en 1913, donde esta ama de casa aficionada a la costura pasó su infancia y juventud, en 1941 se casó y se trasladó a Aroche, donde vivió durante más de una década antes de mudarse definitivamente a Huelva capital con su familia, quienes decidieron en marzo de 2011 trasladarla a Sanyres. “Desde que hace 12 años la atropelló un coche, y a pesar de su rápida recuperación, mi madre se encontraba más triste de lo habitual, y esta residencia se nos presentó como una alternativa para recuperar a la persona alegre y activa que siempre ha sido”, nos cuenta Gregorio, a lo que su mujer añade que “fue entrar aquí y a los pocos meses volvía a sonreír”, algo que, según comparten ambos, es gracias a la excelente atención que reciben los residentes por parte del personal de Sanyres, “personas encantadoras y cariñosas que le han devuelto la vida”.
Y es que esta completa residencia cuenta con todo tipo de servicios y entretenimiento para las personas mayores, desde las enfermeras y médicos que se encargan de forma personal de cada paciente, a los psicólogos y terapeutas que forman parte de la amplia plantilla del centro, teniendo además un servicio de urgencias siempre activo. Por otra parte, los residentes disponen de amplias salan donde pasar el tiempo y disfrutar de talleres de manualidades, una grata lectura en la biblioteca, una sesión de belleza en la peluquería y una sesión de deporte en el gimnasio, entre otros muchos quehaceres.
Una manera de vivir la vida de forma diferente y disfrutar de la vejez como lo está haciendo Antonia Márquez, a quien esperamos poder acompañar en su próximo cumpleaños rodeada de nuevo su hijo, sus dos nietas y tres bisnietos, legado que la vida le ha regalado.