Miguel Ángel Velasco. Tradición o no, lo cierto es que en este mundo globalizado en el que vivimos las costumbres se importan y exportan con las variantes específicas del lugar y se van haciendo propias. Los ejemplos son numerosos. España no podía ser menos y Huelva, en concreto, no se escapa de esta modas, tradiciones o ritos festivos que envuelven una tradictio atávica que pervive en el tiempo.
Así, por ejemplo, Huelva nos amaneció en el día de ayer, 31 de octubre, con olor a muerte alegre. La exteriorización lúdica ante un sentimiento profundo y grave contemplado con visión de temor para los ojos históricos de un país. La muerte. Si nos afianzamos en el credo católico ésta ha de ser una expresión de alegría, pues significa la marcha hacia un lugar mejor . Sin embargo, nos encadenamos, con lógica, al sentimiento temporal y egoísta de la pérdida del ser querido sin pensar en esa sentida atemporalidad, esa vida eterna.
Pero volviendo a la realidad. A primeras horas de la mañana, en la céntrica Plaza Niña, el centro de peluquería y estética de Patrizia Robel ya tenía jóvenes de ambos sexo esperando la apertura del local. El motivo no era otro que la presencia en el mismo de la maquilladora profesional dedicada al mundo del celuloide, Sandra Infante. Es increíble contemplar la habilidad de Sandra, que con el equipo de Patrizia y José Ramos transformaba la fisonomía de los que pacientemente esperaban en menos de diez minutos. Aquellos que entraban con su rostro recién lavado y el cabello aún húmedo salían transfigurados en horribles monstruos de película. Dentaduras falsas, ojeras negras, brechas sangrantes en los pómulos, cabellos encanecidos y alborotados. En fin, un verdadero arte de maquillar en manos de un equipo de profesionales que ya bien entrada la noche seguía trabajando sobre las rostros de los muchos clientes que requerían de sus servicios para la fiesta de la madrugada.
Sigamos pues. Las calles céntricas también se encontraban mezcladas entre el ir y venir del trabajo ordinario y la ornamentación de muchos escaparates llamando la atención de los viandante con figuras de brujas o calabazas. Es la mañana previa de Halloween. Todo estaba a punto para que, al caer la tarde, el cielo se volviera juguetón y falsamente triste para acoger a los tenebrosos habitantes del más allá.
En el Parque Nuevo Molino de Huelva capital, todo estaba preparado. Más de 2.000 metros de terreno se había convertido en un tétrico paraje anglosajón, con su césped húmedo, tumbas medio caídas, lápidas alzadas y abiertas sugiriendo el horror interior, luz pálida. En fin, todo un paisaje tétrico para una escena escalofriante. Sólo faltaban los actores. Decenas de muertos vivientes, cadáveres blanquecinos y harapientos, duendes y brujas, calaveras y demás espectros del más allá de nuestro subconsciente infantil deambulando con pasos dificultosos y torpes por esos 2.000 metros de escenario magníficamente elaborado por los vecinos del Parque Nuevo Molino.
Vecinos estos que, año tras año, continúan con esta tradición que hace las delicias de los pequeños y los no tanto, en un intento fructífero de conseguir que todos se lo pasen bien. Y las autoras, en este caso, de que tales personas aparezcan como auténticos zombies no son otras que la hermanas Olmedo, María Antonia y María José, propietarias del salón de estética de la capital, Belleza Chic. El buen hacer, habilidad, maestría y profesionalidad de estas hermanas onubenses queda perfectamente plasmado en todos y cada uno de los maquillajes que los improvisados actores mostraban alrededor del fúnebre lugar.
Caída la tarde, el centro de Huelva tomaba su cotidianidad. Las iglesias despedían a los fieles que habían ido en busca de una oración por sus difuntos y de una plegaria tranquilizadora. La tradición no entiende de versiones y cada uno la desarrolla a su manera. Hoy será el día fuerte de aquellos que se encuentran con esa otra realidad y ven el aspecto sombrío de la pérdida y llenarán con flores los camposantos visitando y arreglando la casa fúnebre de sus añorados.
Sin embargo, la vida, se quiera o no, continúa. Las calles alumbradas se vuelven a llenar de gente que van al calor de sus reuniones. En la cafetería Berdigón 14, María del Mar Gómez sacaba sus prendas de la tienda que regenta, Marita, en la calle Garci Fernández, y hacía las delicias de la clientela que durante toda la tarde abarrotó el local. Una nueva forma de exponer, un nuevo método de venta que se impone últimamente en toda la geografía nacional y que en Huelva está imponiéndose de manos de estos jóvenes emprendedores. Una forma distinta de conjugar el arte, el de la moda y el tan arraigado entre nosotros de estar en compañía de los amigos tomando una copa.
Sin dejar el lugar, por último, Ismael, uno de los dueños de la cafetería Berdigón 14, terminaba con los retoques finales de la fiesta que cerca de la medianoche allí se iba a celebrar. Una auténtica fiesta de Halloween, alegre y bulliciosa, en buena armonía donde los mayores iban a pasar una buena y mágica madrugada dentro de un ambiente cordial y de calidad. Berdigón 14 ha vuelto a convertirse en un referente de la hostelería onubense con detalles de calidad que merece la pena conocer.
Y termina el día. Las luces en los hogares van desapareciendo. La gente descansa. La mañana regresará abierta a los difuntos. Cada uno expresará su pesar y su recuerdo a su manera. Todos, sin embargo, tendrán en su interior un nudo íntimo que les hará pensar en él . El que nos dejó.