Mari Paz Díaz. Cada temporada del año tiene sus costumbres y placeres exclusivos, sensaciones que no pueden realizarse en ningún otro momento. El otoño, por ejemplo, nos regala magníficos paisajes de tonos ocres y marrones, pero también una rica gastronomía, especialmente llamativa en la provincia de Huelva. Son delicias que, normalmente, nos llegan de la naturaleza y han sido incorporados a nuestra vida cotidiana heredada de nuestros padres, al ser transmitida de generación en generación.
Así sucede con un placer tan habitual en las calles de nuestras ciudades y pueblos como son las castañas asadas. Sí. Si existe un fruto que represente al otoño es la castaña, más aún en Huelva, donde este producto alcanza una enorme calidad en la Sierra de Aracena y Picos de Aroche.
Una tradición que se visualiza perfectamente cada año a través de la humareda que sale de los distintos puestos ambulantes situados en lugares estratégicos de los municipios. Una humareda que impregna con su olor característico calles y plazas, por lo que muchos viandantes no pueden evitar la tentación de pararse a comprar un cartucho de castañas para que les acompañe en su paseo al atardecer.
Así sucede, por ejemplo, en Huelva capital en la Avenida Federico Molina, en la plaza del antiguo Estadio Colombino, uno de los lugares más típicos para comprar castañas asadas.
Regentado por Paco Rubio, ‘El Paco’, este punto de venta de castañas asadas es el más antiguo de Huelva, ya que lleva 35 años vendiendo castañas a los onubenses en este punto de Isla Chica. «Se trata de un negocio familiar que hemos sabido mantener durante décadas. Y que están continuando mis hijos», nos explica Paco mientras no para de mover la olla en la que asa las castañas.
De hecho, tras Isla Chica, este onubense ha ido expandiendo esta actividad toda la ciudad de Huelva, ya que hoy en día se pueden comprar no sólo en este punto, sino también en otros lugares tan emblemáticos como la Plaza Quintero Báez (La Palmera), a la altura del centro comercial Hipercor o en la Iglesia del Rocío.
Y es que asar castañas no es tan fácil como pueda parecer. Es todo un arte que en las familias de castañeros como la de Paco pasa de padres a hijos.
Para asarlas, sobre el carbón se debe colocar una olla con agujeros. Luego se echan las castañas, previamente rajadas. Y, por último, se les añade sal. De vez en cuando, el castañero mueve la olla para que todas las castañas se asen y, una vez asadas, se ponen en el mostrador para venderlas metidas en cartuchos de papel.
Es una tarea relativamente fácil, al menos cuando vemos hacerla a ‘El Paco’, que después de tantos años sabe perfectamente cuándo están listas las castañas. «Las voy viendo y cuando están blandas, las saco de la olla, porque es entonces cuando están listas para comer», nos explica.
En el puesto, Paco cuenta, además, con su hija la pequeña, Eva Rubio, que con 23 años conoce muy bien esta tradición que ha vivido desde siempre en su casa. De hecho, Eva se encarga de la preparación previa de las castañas, haciéndoles una pequeña raja. Y, posteriormente, es la que atiende a la clientela. Un euro por cartucho, donde se ofrece una docena de castañas.
El puesto de castañas de la plaza del antiguo Estadio Colombino suele vender entre 20 y 25 kilos de castañas diarios, una cifra importante, a pesar de que este castañero ha notado los efectos de la crisis económica, ya que anteriormente vendía entre 60 y 70 kilos diarios.
En este sentido, esta tradición también se está llevando a los colegios de Huelva. Y es que Paco está siendo llamado por muchos centros educativos onubenses a los que acude para mostrar a los pequeños la importancia de este fruto, tan representativo del otoño. «Nos sentimos muy satisfechos con esa apuesta de los colegios por dar a conocer esta tradición, porque esto forma parte de nuestra cultura», concluye. En estas fiestas del otoño, Paco y su hija ofrecen un cartucho de castañas a cada niño, que pueden disfrutar así de la riqueza natural de la Sierra onubense. No en vano, Paco nos comenta que suele comprar sus castañas en Galaroza.
Con todo, comer castañas asadas es una opción más que recomendable estos días, porque, además, es un placer exclusivo del otoño y típico de la festividad de Tosantos. Además, después de Reyes, las castañas dejan de estar en su punto. De hecho, ‘El Paco’ comenzó a vender castañas el pasado 12 de octubre, Día de la Hispanidad, y lo seguirán haciendo hasta el próximo 6 de enero.
Así que ahora es el momento de no resistirnos a este placer que, además, nos aporta grandes nutrientes. Porque comer castañas es una costumbre muy saludable al tener grasas, proteínas, minerales y vitamina C. Es más, la castaña ha sido durante mucho tiempo la base de la alimentación del hombre, como lo demuestra el hecho de que existan muchas recetas con la castaña como elemento principal. Si no, tan sólo hay que mirar la cocina tradicional serrana.
Muchas ventajas para un manjar que nos regala el otoño. ¿Te vas a resistir?
3 comentarios en «Castañas asadas, un sano placer del otoño»
Después de leer este artículo, he vuelto a mis diez años, porque me crié en Isla Chica y porque recuerdo los veinte duros para comprar un cartucho de castañas.
Linda tradicion y de gratos recuerdos para los que peinamos canas;el comer castañas no se trataba de un capricho sino de una necesidad alimentaria para los que nos quitábamos el hambre como podiamos.
Los servicios de sanidad e higiene y seguridad social existen en este terreno pregunto???