Huelva vista desde un coloso del aire: el mítico Graf Zeppelin

El Graf Zeppelin causó fascinante admiración a finales de la década de los 'felices veinte' del siglo pasado

RFB. Nunca hasta entonces había volado en la historia una nave tan grande como el mítico dirigible Graf Zeppelin. Su reinado en el aire sólo ha sido, hasta hoy, fugazmente ocupado poco después por los gemelos Graf Zeppelin II y el Hinderburg, cuyo fatal final, incendiado el 6 de mayo de 1937, acabó con la fascinante era de los dirigibles.

Esta fotografía, de 1935, ofrece una idea de las dimensiones del Graf Zeppelin
Esta fotografía, de 1935, ofrece una idea de las dimensiones del Graf Zeppelin

Pero antes, el Zeppelin, durante nueve años, sorprendía a los habitantes de la tierra cuando sus gigantescas dimensiones se divisaban en el horizonte. Con 237 metros de longitud, superior a  la de tres Boing 747 en línea, constituía un prodigio de la técnica, descomunal en tamaño, en un escenario en el que aún le quedaba a la aeronáutica mucho camino por recorrer.


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El lujo era una característica del dirigible alemán
El lujo era una característica del dirigible alemán

Nos referimos al célebre LZ 127, que tuvo su vuelo inaugural el 28 de septiembre de 1928 y cruzó por primera vez el Atlántico poco después, saliendo el 11 de octubre de su base en Alemania, Friedrichshafen, y alcanzando Lakehurst, New Jersey, en tan solo cuatro días y medio. A lo largo de su dilatada vida activa realizó 590 travesías, entre las que destacaron una vuelta al mundo en 1929 y un aventurado viaje al círculo polar ártico en 1931. Al margen de cuestiones técnicas, el aerotrasatlántico se caracterizaba también por el lujo que proporcionaba a los que tenían la fortuna de ser alguno de sus 40 selectos pasajeros.

Panorámica de Huelva desde el Graf Zeppelin, tomada el 24 de abril de 1929
Panorámica de Huelva desde el Graf Zeppelin, tomada el 24 de abril de 1929

Este coloso del aire tuvo la suerte de atravesar el espacio aéreo onubense y posibilitar que su tripulación y pasajeros pudieran disfrutar con las maravillosas vistas que seguro apreciarían en la provincia onubense, finalizando la década de los ‘felices veinte’. También causaron la admiración de nuestros comprovincianos de aquella, que suponemos quedarían sorprendidos con la estampa del gigante volador apareciendo por poniente.


Puerto de Huelva

Reverso de una tarjeta postal enviada al consulado aleman en Huelva en el Graf Zeppelin
Reverso de una tarjeta postal enviada al consulado alemán en Huelva en el Graf Zeppelin

Ese impacto, por ejemplo, pudo producirse en el gran pintor José Caballero, que tendría unos 15 años y que, testigo de aquello, le condujo posteriormente a inmortalizar el momento visto desde tierra al dibujar al Graf Zeppelin por encima del edificio del Hotel París de la Plaza de las Monjas.

También maravilló a otro onubense, Lorenzo González Suero, que felizmente vive entre nosotros y que, habida cuenta de que el acontecimiento se produjo hace más de 80 años, es de los pocos que hoy pueden hablarnos de ello en primera persona.

Estos ojos adolescentes de José Caballero fueron testigos, en la Plaza de las Monjas, del vuelo del Zeppelin sobre nuestra ciudad
Estos ojos adolescentes de José Caballero fueron testigos, en la Plaza de las Monjas, del vuelo del Zeppelin sobre nuestra ciudad

Con seguridad podemos afirmar que el Graf Zeppelin surcó el aire onubense en dos ocasiones. La primera el 24 de abril de 1929, muy poco después de su puesta en funcionamiento, procediendo de Lisboa y en dirección a Sevilla. Cruzó la capital a las tres menos cuarto de la tarde. La segunda ocasión contrastada fue el 19 de mayo de 1930, a una hora parecida, a las tres y media de la tarde. En ambos casos lo hizo a baja altura, causando la sorpresa y admiración de los onubenses.

Como no podría ser de otra manera, desde el Graf Zeppelin se realizaron a su paso fotografías de Huelva. Hemos encontrado tres, que mostramos en este artículo. Una vista panorámica tomada a la altura de donde hoy están los puentes de Punta Umbría, mirando hacia el sur; una segunda a corta distancia del monumento a la Fe Descubridora, en la Punta del Sebo; y una tercera sobrevolando el cauce del río Tinto, entre San Juan del Puerto y Moguer. Las dos primeras corresponden al vuelo de 1929 y la tercera al de 1930.

Vista, tomada a baja altura desde el Graf Zeppelin, de la Punta del Sebo, a las tres de la tarde del 24 de abril de 1929
Vista, tomada desde el Graf Zeppelin, de la Punta del Sebo, a las tres de la tarde del 24 de abril de 1929. Primera foto aérea del monumento.

Teniendo en cuenta que la gran escultura colombina de Miss Withney, en la Punta del Sebo, fue inaugurada tan solo tres días antes de que pasase por allí el Graf Zeppelin, es muy probable que ésta sea la primera fotografía aérea de nuestro simbólico monumento, lo que le confiere un alto valor historiográfico.

También hemos localizado dos tarjetas postales relacionadas con Huelva que viajaron en el Zeppelin en otras fechas, en concreto en abril  y junio de 1930, respectivamente. Ambas tienen como protagonista al onubense de adopción Hermann Lautenschlaeger, yerno del entonces cónsul alemán en nuestra capital, Ludwig Clauss.

Imagen de la Plaza de las Monjas que viajó en el Zeppelin hacía Alemania, que ilustra el ambiente de aquella época en nuestra ciudad
Imagen de la Plaza de las Monjas que viajó en el Zeppelin hacia Alemania, que ilustra el ambiente de aquella época en nuestra ciudad

En la primera de ellas era destinatario, habiéndosele remitido desde Leipzig y llegando a Sevilla el 16 de abril de 1930; y en la segunda era remitente, siendo una postal con una imagen de la Plaza de las Monjas en el anverso, fotografía de Luciano Roisin, que embarcó en el mundialmente famoso dirigible el 5 de junio de ese mismo año .

Sombra del Graf Zeppelin en el cauce del río Tinto, cerca de Palos, el 19 de mayo de 1930
Sombra del Graf Zeppelin en el cauce del río Tinto, entre San Juan del Puerto y Moguer, el 19 de mayo de 1930

Como curiosidad, hay que advertir que cuando el Graf Zeppelin no aterrizaba al llegar a grandes ciudades, como Sevilla, el correo postal era lanzado en paracaidas. Entonces se franqueaba y se enlazaba en otros medios de transporte hacia las ciudades destino, como pudo ser en el caso de la tarjeta postal remitida a Huelva que hemos citado.

En aquella época era tal la fascinación que causaban las travesías del Graf Zeppelin que muchos enviaban correo ordinario o tarjetas postales con el mero objetivo de ser franqueados en la estafeta del dirigible, intercambiando con los destinatarios respuestas al objeto de atesorar la valiosa prueba de su vinculación con la vanguardia tecnologica del momento. Esta pasó por Huelva y nos dejó testimonio gráfico.

 

 

 

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